Llamas

1770 Words
(Jon narración) Que por amor la hiel más amarga puede llegar a saber dulce, desde luego. Los sueños como los deseos son incontrolables, pero si se combinan con un poco de poder y pasión, es lo más exquisito que se puede experimentar. Puede que sea miserable tan luego como ella despierte, pero quien pude arrebatarme la experiencia si la he disfrutado. Incluso luego de haber evitado lo que en verdad deseaba todavía podía oír sus pensamientos hablarme. Mantenía los ojos cerrados. En la oscuridad sin volver completamente ella seguía hechizándome como si estuviéramos aún en el Reino de los Sueños. Me apenaba terriblemente haber sido tan sincero, pero no me arrepentía de al menos una vez no guardarme para mí justo cuando sentía y pensaba. “Soy sensible, muy susceptible cuando veo sus ojos, anhelo tomar su amor” Los latidos de mi corazón me apretaron el pecho. “Quiero que sea fuego para que me consuma, usted es mi manantial donde beberé hasta embriagarme. Quiero usar la fuerza y la destreza de sus manos para que manipule todo cuanto pueda tomar. ¿Puede dármelo todo al amarme?” ¡Santo el Cielo! Me hundiría en cualquier infierno por amarla hasta que no me queden fuerzas. Pero mis pensamientos no pudieron ser expresados, pues justo ahí abrí los ojos. Ella volvía a descansar, luego de que delicadamente ya volvía cada vez a ser más consciente. Suspirando me puse de pie, tan entretenido seguía que no me fijé en Nigromante hasta que lo vi parado a un lado con los ojos cerrados y en apariencia hablando solo. Me aproximé, al instante abrió los ojos mirándome fijamente. Veía el tenue resplandor dorado en sus ojos. Tal como suponía no hablaba solo, sino que sostenía conversación con Daeven. En cuanto me dijo su nombre resultó muy difícil no preocuparme, sin embargo, me aseguró que estaba bien incluso cuando Asídemes de algún modo había podido tocarlo. Alguien de la naturaleza de Daeven aparenta tener forma física, pero está constituida tan tenuemente que cualquier sensación física puede perturbarle, de ahí que use la armadura oscura todo el tiempo, tal cual el traje que suelo vestir para evitar cualquier tipo de contacto físico. En mi caso puedo acceder a mucho de la persona al escuchar el rumor de su sangre, su respiración, y el impulso de vida en cada pequeña parte que lo conforma y lo estructura. Incluso si no tiene un patrón de protección y me lo permite puedo acceder a recuerdos, vivencias, traumas, miedos, y deseos. Por eso lo evitó lo más que sea posible un leve. No me pareció para nada el acercamiento que tuvo Daeven con Asídemes, deseé volver cuanto antes para cerciorarme por sí mismo que él seguía tal cual, es decir, que no le ocurría algo parecido como a mí cuando nos intercambiamos con Nigromante la primera vez. —Debo volver. —Por supuesto que debes, pero antes… ¡Quédate aquí! Me cercioraré. No abras la puerta a nadie. Nigromante volvió su atención a la puerta, claramente se escucharon pasos aproximándose. En cuanto escuché eso, las paredes cambiaron de forma y estilo, revelándome que habían estado hechizadas. Comprendí que habíamos llegado a alguna habitación en Halvard y no estábamos en el Alba. Nigromante al ser tan bueno en eso, puede encubrir ciertos encantamientos para pasarlos inadvertidos en alguien que conoce de eso, incluso de alguien como yo. —Nigromante, espera… —Si en caso despierta asume la forma que la habitación concede. Sé que comprenderás. Extendió las manos y miré varias gemas. La energía fue de tal categoría que sólo con tocarla podía entender que concedía cambiar forma. Se las recibí y cada trozo se volvió un sólido diamante en la palma de la mano, apareciendo también un cinto transparente. Él salió desvaneciéndose en la entrada. Al ver a Alexia, me di cuenta que despertaba. Me la coloqué de prisa amarrándola alrededor de la muñeca, pero no funcionó. Ya que sólo mi mano se transformó en la extremidad de un blanco tigre. Sonreí colocándomela sobre la frente, aunque dudé un poco, ya que con Nigromante nunca se sabe como pueden terminar sus ocurrencias. Anudé el cinto y pronto sentí todo en mi cuerpo cambiar. Salté y me acomodé sobre el colchón, súbitamente escuché su voz dirigirse a mí. Me saludó convencida de que se trataba de Nigromante, me encantó sentir sus manos mimando mi cabeza. Instintivamente deseé que siguiera acariciándome, tocó mi pecho luego mi abdomen y la sensación resultó muy cómoda y tan placentera que no quería que se detuviera. Entre las palabras dulces que emitían sus labios también me mencionó. Eso me otorgó gran complacencia de modo que ronroneaba muy orgulloso. Pronto sentí que alguien se aproximaba, no me quedó que se trataba de Nigromante, pero si ingresaba Alexia se daría cuenta de que no era él. Así que a toda prisa intenté negar su ingreso a la alcoba. Nuestros pensamientos al instante sostuvieron una conversación. “Nigromante… ¿Qué ocurre contigo? ¿Se te olvidó que Alexia está aquí?” “Claro que lo sé, mi querido Jon” “Nigromante no seas imbécil. Me refiero a que ya despertó” “Ah… Bueno, pero no te encolerices. Es simple de deshacer, tú tienes la voluntad, la autoridad y el poder para que suplamos la diferencia. Pero no apartes el cristal” Me volví a Alexia quien seguía acariciándome la cabeza. Sabía que Nigromante veía lo que yo. —Creo que debemos volver. Temo cuánto pueda ocurrir. Recuerda que allá nos espera Daeven y Baal. Además, me dijiste que iríamos por Jon. Sé que no te parece la idea de que se quede allá. Me sorprendió notar que Nigromante había guardado el secreto. Tal como dijo conseguí que nos intercambiarnos tan sólo al tomar el lugar. Pero mi forma no volvió a la normalidad, sino que como un felino aparecí tras la puerta. “Jon debes saber que lo que te he dado concede que puedas asumir esa representación física. Te servirá seguramente si vuelves con Asídemes. Para volver a tener tu apariencia usual di el nombre de la gema las veces que viste al principio cuando estaban separadas” Gruñí. Volvió a hablar. “No lo recuerdas. Bien, fueron cinco” Sabía que los fragmentos eran de una amatista, pero en color violeta. Así que al conocer el enigma del color y el nombre de la piedra, por sí misma susurró “Violet” tal cual dijo Nigromante al pronunciarla las veces que dijo retomé mi forma usual. La piedra siguió siendo una sola, por lo que no dudé en guardarla en uno de los bolsillos luego volví a portar la armadura. Antes de hablar con Daeven preferí saber que ocurría y si seguía a solas para regresar. Daeven me mostró cuanto veía. Ante él Asídemes hablaba. —Bien, Príncipe. Aunque dude no me complace que siga en encierro. Dispongo que ahora mismo se lleve a cabo mi petición y así permitir que sea liberado. —¿Qué petición? —Preguntó Daeven. Ella mostró una mirada profunda que detallaba enajenamiento. —La misma que pide mi soberano. —No entiendo. No hemos acordado ninguna petición. —Contradijo Daeven. —Desde luego que sí. Usted pidió dejar Halvard libre de todo mal, pues así será si hoy accede a que el matrimonio establezca la unión pertinente. “Me niego Daeven” —¿Matrimonio? Me temo que no tiene en cuenta Princesa que eso sólo es válido con la vida mortal. ¿Qué pasaría se le confieso que esa condición en mi es inexistente? Sonrió. —Sería muy interesante, nuestro compromiso sería indiscutiblemente para toda la eternidad. Y le aseguro que Halvard caerá piedra por piedra, aunque eso implique el exterminio de ambos reinos. Es la última vez que accedo a consentir su opinión y lo que con eso se ajuste. “No es posible que sigas ahí Daeven, concede que intercambiemos” “Podría, pero lo notaría totalmente al invocar el fuego. ¿Qué quieres que diga?” “Que ya cumplo con lo establecido por su padre. Deseo tomar tal tiempo para elegir, se cumple hasta la próxima luna nueva” —Cumplo la condena que se decretó por el soberano. Si desea una respuesta favorable al menos espere a que se cumpla, de lo contrario exijo audiencia con el Emir. Apretó la mandíbula, su mirada detalló incomodidad. —¿Duda que lo que se demanda no proviene de mi Rey? “No respondas Daeven” Al notar que él seguía en silencio. Respiró hondo. —Ha convocado la fuerza de este recinto sagrado. Una de sus manos tocó las mejillas de Daeven él siguió sereno, pero respiró hondo apartándose dando un paso atrás. Se dio media vuelta sonriendo. — Su piel está fría… ¿Qué intenta hacer Príncipe? —Es lamentable que no lo vea con claridad. Deseo estar en paz y consumar mi palabra. Hasta entonces limítese y deje que con honor tal deber siga cumpliéndose. Puedo entender que sus intenciones siguen siendo incoherentes. La pregunta más bien sería: ¿Qué intenta encubrir? Si insiste me temo que prefiero tener un diálogo cuanto antes con su Rey. Daeven se volvió a ella mostrando seriedad. —Un hombre que violentó el ingreso no puede tener ese privilegio. Pero no se inquiete que personalmente iré a decirle lo que ha pedido. No tengo nada para encubrir. Vendré por usted en cuanto me sea oportuno. Se dio media vuelta mostrando una sonrisa que evidenciaba satisfacción. Al quedar a solas de nuevo supe que tenía oportunidad para volver. “Daeven creo que lo mejor es que me permitas volver” “No Jon. Esa mujer ha enviado a una espía. No estoy solo me observan, si lo hago se enterarán y en medio del intercambio algo terrible llegaría a suceder si alguien se entromete. No creo que se atreva a llevarme. Tal como dijiste es bueno saber lo que sienten incluso cuando sostienen un sí o un no. Es muy hábil y sospecha algo, no entiendo cómo lo ha sabido” “Te dije que era complejo. Pero te lo agradezco. Si sabes que estás a solas por favor concede que tome de nuevo mi lugar” “De acuerdo, Jon” Al permitir que se completará el traslado hacia donde habíamos convocado la barrera de protección. Me di cuenta que Nigromante había atraído a los Briares criaturas semi mágicas, mientras Alexia clavaba su vista hacia donde estaba yo. Sentí el corazón en llamas al comprender que sabia que se trataba de mí y no de Daeven.
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