Surgirá

2462 Words
Al abrir los ojos estaba ante un gigantesco palacio, más alto y grande que el del Alba. En sus suelos se veía la más hermosas de las variedades de flores. No tenía idea de cómo había llegado, pero estaba ahí sobre el herbaje no muy lejos de la colosal fortaleza, cuyas paredes parecían dejar reflectar la luz tenue de luna. El claro brillo iluminaba todo a mi alrededor, aunque siempre con sutileza. Observé la luna que estaba en cuarto menguante, siendo acompañada por titilantes estrellas. Caminé hacia la entrada del palacio, pero al posar mis manos este se iluminó y me dejó abrir las puertas. Un ancho corredor quedó visible tan amplio y largo como nunca antes había visto; y eso que conocía varios castillos. Caminé, pero todo estaba en oscuridad. De pronto al frente escuché la suavidad de un suspiro, tan cerca de mis oídos que fue imposible no estremecerme. Posé una de las manos sobre las dagas mirando a todo cuanto podía. Había varias estatuas de piedra en forma de caballeros con armadura y yelmo. Subí un par de escalones que seguían hacia lo alto, de ahí se bifurcaba en dos partes con gradas que seguían de nuevo tan alto de un lado y del otro. Pero me detuve al darme cuenta que había una galería con pestaña y mirador. Desde ahí miré un ancho bosque habitado por ninfas, oreades, pequeños gnomos y personitas diminutas con alas de colores vibrantes en cuanto la luna daba su luz a sus cuerpecitos. Sonreí, y noté que algo brillaba en mi pecho. Al ver el talismán brillar suspiré. ¿Ahora en donde estoy? ¿Qué habrá pasado con ellos y el portal? ¿Y si le hablo a Nigromante para saber qué pasa? Pero en lugar de hacer lo evidente, recordé a Galimatías. No tenía idea de qué había ocurrido con él, ni con los Briares, ni mi padre, ni Sarbelia. — “Galimatías… ¿Puedes oírme? —Pregunté acariciando el talismán. Me asombró mucho notar una suave luz y al extinguirse él estaba frente a mí, acaricié su cabeza y su sedosa crin blanca como la nieve. —¡Ay que gusto! ¡Parece una eternidad sin verte! Me gustaría que pudieras conversar conmigo, aunque sea un momento. Casi se paró de dos patas, relinchando. Me parecía que se impacientaba. —¡Oh, ya veo! Si tengo esto en mi cuello puedo simplemente pedírtelo. ¡Qué tonta! Él movió su cabeza en señal de asentimiento. —“Solicito que Galimatías pueda conversar conmigo” Fue envuelto en sombras, y al desvanecerse observé al extraño caballero con la vieja prenda que lo cubría a modo de capuz y capa. Veía dos chispitas de luz tenue que me figuraron ser sus ojitos. —Me parece igual, tanto tiempo. Lo abracé y él me sostuvo con ternura. —¿Dónde has estado? —Jon me trajo de vuelta. Regresé al Alba luego de estar en Halvard con el Rey Alejandro. Sé que Nigromante está contigo, me enteré de lo que iba hacerte. Sonreí ampliamente. —Sí, pero no lo culpo. Creyó que era lo ideal. No sé como explicarle que deshice el embrujo. Además, fue especial de otro modo jamás habría conocido a Augur. —¿El señor Augur? —Sí, es un hombre muy… Muy amable y gentil, aunque misterioso. —El señor Augur cambió su manera de verse para ir más lejos. Vive con alegría mucho de su bondad en este lugar. Parpadeé y fue imposible no sentir mucha curiosidad. —¿Lejos? Creí que había sido asesinado por Farga la hechicera. —Sí, sacrificio para sellar el camino a cualquier dimensión que no tenga consistencia y la forma de este lugar. —Como fue con Jon. Un sacrificio. Movió la cabeza de nuevo en señal positiva. —¿Sabes es que es este lugar? —El hogar de mi hermano. —¿Tienes un hermano? —Sí dos. Nigromante y Jon. Volví a sonreír. —¿Jon y Nigromante solían estar aquí? —Jon conoce y sabe llegar. Este palacio fue creado por el señor Augur para que su hijo tuviera lo que necesitaba al ser un hombre también. Abrí los ojos a más no poder. —Entonces aquí creció Nigromante. —Sí, su madre no solía estar siempre pero su padre sí. Todos sentirnos muy tristes cuando él cambió de lugar. Suspiré. —Creo que sin ambos este lugar es un poco vacío. —Nada es como la vida de los hombres. Llenan todo, cuando son buenos parecen mejor que la vida. Cuando son malos, no es necesario pensar en el infierno. —Tienes razón. ¿Dónde estabas antes de llamarte? —En el castillo del Alba. Oculto, pero cerca del Rey Damián y la mamá del heredero. —Comprendo has de ser un enlace para Nigromante ahí. Gracias por venir. ¿Crees que deba interrumpirlo? Colocó ambas manos sobre su rostro a modo de cubrirlo. Luego las apartó volviendo su atención a mí. —Puedes. Está muy triste. —¿Triste? ¿Por qué? —Padece por haberte hechizado. Está en un lugar oscuro con otros como él o el señor Augur. Comprendí que ser refería a los Regentes. —No deseo que padezca. Tienes razón una vez más, creo que lo invocaré. —Gracias por preocupar tu corazón para cuidar a Nigromante y a mí. Eres especial para todos. —Y ustedes para mí. Vuelve Galimatías no deseo que algo que Nigromante mantiene en orden se rompa. Gracias te quiero. —“Que Galimatías vuelva a su deber en el Alba y tome la misma forma” Inclinó la cabeza luego de abrazarme y desapareció. Al saber lo que me había dicho alguien que conocía tan bien a Nigromante, me sentí más segura, pero intranquila. Imaginar triste a Nigromante me afligió en verdad. — “Nigromante ven a mí, manifiéstate invoco a la luz” —Pedí tocando el talismán. Casi al instante él se manifestó, tomó forma luego de resurgir gran brillantez. Sus ojos se volvieron a mí casi tan abiertos como un plato destilaban profundo desconcierto o quizá espanto. —¿Alexia? No pude evitar sentirme igual. Estaba convencida que ya lo sospechaba ya que había conversado con Galimatías. —Pensaba que te habías enterado o al menos lo temías. Respiró hondo hasta entonces, relajando la mirada y mostrando un gesto amable en sus labios, echó un vistazo en derredor. —Te confieso que has logrado asombrarme como nunca, una vez más. Sentí que me apretó en sus brazos, lo aferré con fuerza posando mi cabeza sobre su pecho. Disfruté mucho volver a tenerlo una vez más frente a mí. —Sabes, tú siempre lo haces. Vivo maravillada, no parece cierto que seas tan cercano a mí, menos que correspondas todo cuanto siempre guardo en mi interior. Acarició con ternura mi cabello mientras escuchaba los latidos de su corazón. —No podrías entender Alexia de qué modo ahora comprendo lo que Jon ha hecho. Pero no somos iguales, no tendría el valor para aceptar tu olvido. Vives en mí y sin ti es difícil ver el vacío. Me asombró tanto lo que dijo que alcé la mirada para contemplar sus ojos. —Pero… Jon ha dicho que la distancia no existe para los Residentes Eternos. —Es verdad no existe, pero nada se compara a ver tus ojos y poder abrazarte. Cada palabra me hizo sentir muy vulnerable. Contemplé sus hermosos ojos cubiertos de lágrimas. —Justo lo que creo. Prométeme que no habrá más culpa en ti por lo que pasó. Me duele notar que te angustia y te aflige haberme hechizado. No hiciste nada malo estoy bien. Nos volvimos abrazar con fuerza. —Aún no entiendo qué pasó ni cómo. Pero sé ahora que tienes mucho de donde ser tan bello. Alguien te envió saludos. Se apartó para fijarse en mis ojos y de nuevo relució en sus ojos profundos y misteriosos gran asombro. Se puso serio, tan serio como raras veces. —Eres alguien muy especial y particular además de ser tan curiosa. ¿A dónde fuiste para que digas eso? ¿Quién me mandaría tales cumplidos? Tragué una bocanada de aire. —Tal vez fue el Talismán. Pero, prefiero creer que incluso en esa cima alta él no te olvida. Tu padre te amaba, es decir, te ama mucho. Sus gestos dejaron contemplar cierta nostalgia. —¿Tan lejos fuiste, Alexia? Asentí lentamente. —Eso creo. No tenía idea que podía. Sonrió ampliamente, de pronto parecía muy dichoso. —¡Vaya no esperaba eso! Muchas gracias. Sabes, puedes muchas cosas, Alexia, pero lo desconoces. Sin embargo, creo que por ti misma has podido más de lo que Jon y yo hubiéramos podido explicarte. —Creo que no se trata de entender sino de por sí mismo aprender a observar. —Sí, puede que sea algo así. Mi padre solía decir lo mismo. Suspiré y acaricié sus mejillas. —De él lo he aprendido. Y también me contó otro par de cosas que espero no olvidar nunca. Tocó mis manos hasta sostenerlas con las suyas. —Él también intervino con el hechizo de Jon. Así que has visto por encima de lo que parece y asumes la realidad, no fue tan sólo el Talismán pudiste conversar con él no me queda duda. Ya me contarás luego que más te dijo. Por ahora debes estar enterada que de Jon no sabemos nada. No pude evitar sentirme muy apesadumbrada en cuanto volvió a pronunciar su nombre. Notar ese profundo abatimiento en sus ojos me encogió el corazón incluso con lo que ya sentía. —Pero, Baal pudo entregar el mensaje a Jirel. — El mensaje se pudo porque ocurrió que Jirel estaba invocando a Baal. No podemos forzar el ingreso, lo consiguieron ustedes antes porque uno de nosotros estaba adentro y Jon sabe muy cómo traducir y replicar ciertos enlaces. —No sé Nigromante que ocurre luego entre Jon y yo después de que esto se libre. Pero no puedo renunciar a dejarlo así en manos de ella. Si él ha resuelto que es mejor estar allá por su voluntad no me opondré, pero quiero estar segura. —Sí justamente es lo que creo. Estar convencidos que a pesar de los medios él está por voluntad. —Nigromante debe haber una forma. —De hecho, sí la hay Alexia. Una parte de haberte hechizado fue para que no pudieras invocarlo. —¡Por supuesto! Puedo invocarlo. —Pero no surgirá tan fácilmente. Su contraparte es que si él no puede venir tú irás a él. Y el talismán al apoyarte impedirá que alguien de nosotros te acompañe. Eso es muy peligroso, no sabemos la situación real que Jon enfrenta en el Reino oculto de Akram. Conozco un poco más sobre Asídemes por lo que vi que fue capaz de hacer cuando Daeven tomó el lugar de Jon. Así que no puedo consentir algo que pueda ponerte en riesgo. Cierta aflicción surgió, comprendí lo que explicó totalmente y el por qué muy evidentemente de su proceder. —Sabes, he descubierto que existe la vida y después hay más todavía. Todo tiene sus riesgos, la vida es así. Tenemos que intentarlo. Suspiró luego de guardar silencio por breve sus ojos volvieron a fijarse en mí. —Mi padre hizo este castillo para que pudiera crecer aquí y estuviera seguro. Es mi hogar. —Es un lugar tan hermoso como Caelum. —Caelum es un enlace aquí. —Un orbe entre esferas. Asintió con la cabeza. —Alexia debo confesarte que puedo alterar y forzar cualquier forma de ingreso, también atraer a criaturas de otros orbes, pero al hacerlo efectuaría un desbalance y eso limitaría lo que pueda intentar para protegerte. Al forzar mi energía desestabilizaría ciertas conexiones y protecciones de modo que sería muy peligroso que dejara de estar consciente. —Entiendo, Nigromante lo que dices perfectamente. No alteraremos nada. Por eso debes permitir que vaya allá si él no se presenta. ¿Cómo puedo permitir que lleguen hasta allá? —Si aceptara, deberías estar cerca del templo Nathar, uno que tiene la figura de un elefante. Cerca del fuego cualquier flama que mires tendrías que invocarme. Sabría muy bien cómo llegar a ti y atraer un portal para Daeven y Baal. —Estoy armada. ¿Crees que los Briares puedan acompañarme? —No lo creo, pero podrías intentarlo tienes la piedra metarosa que Baal te obsequió. Estando allá llámalos tal cual lo harías conmigo. Sin embargo, no te he dicho que sí. —¿Quieres que te ruegue? ¿O te bese? Hasta entonces volví a mirar esa hermosa sonrisa en sus labios. — ¿Ruegos o un beso? —Agregué. —¡Qué tentador! Un tierno chantaje. —No sólo eso, considera que si volvemos habrán muchas posibilidades de que algunas cosas cambien. Tal vez tengamos que elegir en donde estar permanentemente. Se mostró desconcertado, pero luego sonrió ampliamente. —Acepto el beso. Me aproximé para besar sus labios, y aunque se inclinó fue él quien lo plantó en una de mis mejillas. Me asombró tal gesto. —Lo consideraré, pero podrías haberte adelantado a suponer. Ya veremos. Alzó una de sus manos luego de rodearme con un brazo por la cintura. Aparecimos de nuevo en los dominios del señor Baal. Ambos Regentes esperaban en uno de los salones, parecían que bebían algo. —¡Carajo! —Exclamó Daeven volviéndose a Nigromante. —Sí que es diferente y muy especial esta Princesa. Nigromante sonrió sosteniéndome de la mano, yendo hacia ellos. —Digamos que es la indicada para abrir el portal. Con ella surgirá. Daeven sonrió, pero parecía asombrado. Baal se mostró complacido. —Está protegida no podremos ir con ella. ¿Ya lo tomaste en cuenta? —Indicó el señor Baal con su voz solemne y muy grave. —Lo sé, Baal. Pero ella podría permitir que el fuego nos conceda pasar. Baal asintió y Daeven siguió observándome fijamente. —Alexia ten mucho cuidado del otro lado. Asídemes es muy astuta y si intenta lo pensamos tu y yo, es un ser peligroso. No te fíes de nadie ni de nada. Si Jon no está a tu vista no dudes en invocarme de nuevo. —Sí, Nigromante. Tendré mucho cuidado te lo prometo. Asentí, pero profesando en mi interior que en verdad nos encontraríamos con algo muy siniestro. De pronto algo oprimía terriblemente mi corazón. —Cuando estés lista, Alexia. —“Griks Almed” La luz refulgió, pero en lugar de que él se manifestara tal como dijo Nigromante una fuerza descomunal me absorbió totalmente. En cuanto pude pararme recta sin sentir deseos de vomitar, miré ante mi el suelo caliente con muchos signos.
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