Luz y niebla

1845 Words
Distinguí a la distancia una hermosa cima cubierta de luz, pero pisaba una superficie como el cristal, tan transparente que se podía mirar el agua de un color turquesa vivaz por debajo en completa calma. Me sorprendió notar que mis pies descalzos andaban sin problema no sentía frío ni calor. Atraída a luz seguí andando sobre el claro suelo de cristal. No tardó mucho para que notara sobre la cima a alguien, tenía la forma agrandada humana, pero hecho como la misma niebla. Al aproximarme con curiosidad, él cambió esa apariencia por una más similar a la de un hombre. Reconocí las ropas blancas cubrirlo. Una túnica tan blanca como la misma luz, con un cinto brillante a su cintura, pantalones holgados bajo la túnica y sus pies descalzos. Su cabello rubio hasta la cintura que al frente sobre pecho caía en dos partes. Un rostro masculino muy agraciado, ojos profundos y amables de un tono claro sin ser gris ni azul, sino entre una extraña mezcla de ambos. Largas pestañas y nariz aguileña y bien perfilada. Un cuerpo dotado de hermosura a pesar de estar tan cubierto, se notaban sus anchos hombros y sus manos fuertes. Parecía muy alto, de modo que al estar frente él inevitablemente me sentí pequeña. Posó ambas manos hacia atrás cómodamente mientras sobre él había siete flamas de color azul-celeste claro a forma de corona. Sobre las ropas que cubrían su pecho se formaron varios signos del mismo color de las flamas. Parecían vivos e interconectándose unos con otros en patrones geométricos con líneas y símbolos. —Hola… Sonrió ampliamente. Y esa sonrisa amable y gentil me atrajo irresistiblemente a seguir contemplando sus ojos. —No recuerdo nada con claridad, no sé cómo llegué aquí. ¿Sabe dónde estoy? —Puede que sepa algo. Sonreí al notar que podía responderme. —Disculpe, pero hay algo en usted que me parece conocido. Quizá se deba a que no recuerdo nada antes de llegar. —Se dice que esta es una de las siete cimas que están sobre la tierra que tus pies suelen pisar. —¡Vaya! Es radiante, diferente. No sé cómo pasó. Pero me da gusto que haya alguien aquí a parte de mí. Mantuvo esa preciosa sonrisa y el ánimo amigable y radiante. —Desde luego que sí. ¿Sabes cuál es tu nombre? —Preguntó dulcemente. Asentí suspirando. —Sí, mi nombre es Alexia. —Eso me causó cierta conmoción. —¿Y usted es… —Perdona que no te lo haya dicho antes de preguntar, pero se debe a que en este lugar es raro tener nombre. Puedes llamarme como solían hacerlo cuando tenía el favor de ir a donde tu volverás: Augur. El simple hecho de pronunciarlo me causó gran confusión y luego un extraño aletargo. —Augur. Creo que se me hace muy familiar también. —Susurré sin poder dejar de pensar en lo que eso me producía. —Ya lo creo. Me decías que no recuerdas cómo llegaste... Me volví a él fijándome en su mirada de belleza similar al cristal que había visto bajo mis pies; profundamente trasparente y limpia. —Sí, no sé qué pasó. ¿Usted lo recuerda? —No es bueno revolver lo que está en calma. Sin embargo, no es difícil alcanzar las cimas o las profundidades si estás consciente de ello. En mi particular caso, sabía muy bien a donde debía ir. Respiré hondo disfrutando de la agradable fragancia que se distinguía en el viento y especialmente al estar cerca de él. —¿Somos los únicos aquí? Lo negó con la cabeza. —En este mar de plata no somos los únicos. Y casi la mayoría no sabemos del olvido, pero entendemos y aceptamos la sabiduría que hay en los ciclos. De pronto dimos a las orillas y miré a muchas flores preciosas. Parecían velas encendidas con sus hermosos pétalos fulgurando la bella luz radiante. El suelo dejaba brillar pequeñas motas que se movían del mismo tono de los signos en las ropas de Augur. Me incliné con una sonrisa, sin poder evitar que mi alegría me permitiera tocar una. —Son como estrellas en el oscuro suelo. ¿Cómo se llaman? —Perlas de la noche solían llamarse. Creo que tu las conoces como las flores mágicas de los vigilantes. De pronto a mi mente vinieron recuerdos… En la oscuridad de la noche me pareció más tenebrosa y profunda que lo acostumbrado. Si bien la luz de la luna se deslizaba tenuemente por las ventanas, no conseguía iluminar por completo la habitación. De pronto en mi temor y en la honda sugestión miré algo moverse por el lado del fondo de la alcoba. Un reino, un padre, una corona al trono, un matrimonio, un rapto en la oscuridad, un viaje, muchas aventuras, un sigiloso guerrero, un asombroso hechicero, un renacer de amor imposible, un deber, una promesa, casamiento, un guardián, una bruja terrible, una maldición, hermadad, un enlace divino, una guerra, un encuentro inevitable, muerte, renacer, monstruos, criaturas, un ejército mágico dorado, un prometido, un anillo de bodas, resurgir en batallas, liberación, cambios, amistad, amor, un asunto complicado de asumir, una general, un compromiso imposible, una profecía y el amor dejando su rastro al manchar con desconciertos la verdad y un pacto. Luego olvido, simbolizando protección. Me volví a él con lágrimas en los ojos. Suspiré poniéndome de pie. —Usted ha logrado avivar en mi alma preciosos recuerdos. —No fui yo, Alexia. Has sido tú al ver la luz de las perlas de la noche oscura. Ellas te conocen y tú a ellas. Parpadeé asombrada y luego comprendí de golpe ante quien estaba. —¿Augur? ¡Santo cielo! Usted es el padre de Nigromante. Sonrió ampliamente. —Es grato poder conocerlo. —Agregué. —Lo mismo digo, querida Alexia. Tu misma parte inconsciente te dirige y sabe a donde ir cuando tu se lo permites. —Pero no entiendo qué pasó. Ni recuerdo haber estado aquí antes. Me gustaría comprender, pero es como mirar un fantasma o pelear contra uno. —Le das forma a algo que no la tiene y la dotas de poder; muy irracional pero fascinante para que lo consideres como realidad. Tienes la primicia de ser alguien dispuesta a que el desorden se limite. Un don necesitado grandemente en la vida. La luz es oscuridad, y la oscuridad luz. Escúchala y no le temas más son simplemente partes de ti. Fruncí el ceño, pero él mostro gran ternura en su mirada. —Si ves hacia el sol, debes cerrar los ojos o luz te dejaría ciega. Si andas en tinieblas cualquier rayo de luz será muy claro. No hay más verdad que esa Alexia. El conjuro que sellaba tu mente no puede tomar forma en ti, por eso el tu parte inconsciente y de gran sabiduría te atrajo aquí donde el talismán tradujo el conjuro y no le concede a nadie hechizar tus recuerdos. No hay bien ni mal como tal, todo depende de lo que eliges. Todo es muy vano y absurdo casi como verte fijamente ante un espejo justamente lo que haya al frente de su superficie se reflejará. Aplica en todo. No pude emitir palabras seguí contemplándole fijamente. Tenía ahora todo el sentido del mundo que Nigromante fuera tan apuesto al ver a su padre. Dos esferas surgieron de sus manos, una de colores y vibrantes y otra oscura. Al unirse se abrió un pequeño portal azulado, del otro lado como ver un espejo noté vivas imágenes formarse como ver a través de una ventana. —Tus ancestros fueron seres que sabían del misticismo y la sabiduría. Porque también fueron hijos de los hijos de las potestades que podían ir y venir de todos los lados que existen. En tu sangre aún hay el claro signo de vida Alfr padres antiguos ocultistas del bosque o sacerdotes sagrados que conocían también del poder dotado a los antiguos drakon o aquellos que fijamente miraban ya sea en las alturas o en las profundidades. Ha habido muchos con capacidades afines de diferentes linajes, pero siempre encarnando la misma verdad. Entre ellos está tu madre, el padre de Jon y mi madre. No dudes de lo que la vida te ha dado, lo justo es que colabores con eso atrayendo lo que es la realidad. Mis ojos se cubrieron de lágrimas al ver a quienes fueron mis ancestros. Comprendí que tenía algo muy especial por lo cual sentirme muy feliz, tal vez eso permitió que Jon eligiera a mi estirpe para estar en su trono. —Gracias por permitirme estar aquí y conocer eso, aunque es difícil de entender tanto. Las dos esferas se desunieron volviendo a sus manos. —No soy yo quien abre o cierra las puertas, Alexia. En algún momento comprenderás que tarde o temprano serás parte de la cima y de los espíritus que han de volver al mar de plata. No olvides el favor que tienes en la luz de la luna. Ah, y no tienes por qué entenderlo, es mejor cuando simplemente contemplas con verdadera intención de ver. Posando ambas manos de nuevo sobre la espalda volvió sus pasos a la superficie solida del lago, cuyo cristal se volvió de nuevo agua cubierto por la luz de la luna, pues todo de pronto volvió a la noche. —Espere… Se volvió a mí elevándose sobre el precioso lago. Cada flama bailaba con fuerza sobre su cabeza, tras él parecía como si las nubes bajaran al lago y cubrieran todo cuanto estaba detrás de él. —Debo saber algo, le ruego que responda. Jon es un Regente, pero debe volver. ¿A dónde? ¿Es aquí también su lugar? —Como te había dicho esta es una de las siete cimas o cielos luego del tuyo. Él ha sido elegido para habitar en uno de los más altos y cuando lo haga es posible que la forma que de él conoces nunca vuelva a ser, sin embargo, no descuides que ninguno de los que pueden llegar aquí deciden olvidar. —No entiendo. ¿Cómo es posible que usted siga aquí sin olvidar? Al venir yo no tenía claro nada. —La niebla es, pero eso no dificulta lo que sé que hay en mí. He vivido y sigo haciéndolo. Pero incluso entre lo que es y no será no olvides que tengo un hijo, uno muy entusiasta… Mándale mis saludos. Suspiré y luego sonreí ampliamente. Comprendí al simplemente ver que de una manera incomprensible para mí él seguía protegiendo a su hijo o estando muy cerca de él sin olvidarlo. Un claro celaje rodeó todo antes de que pudiera notar profunda oscuridad. Entre la niebla no se ve la luz es cierto tal como él dijo, pero que necesaria es para entender que nada está tan lejos ni tan cerca, ni tan alto ni tan bajo. Y si pienso en lo que parecer ser, no lo es. Y lo que no es raramente puede llegar a ser. La ilusión de lo que somos.
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