Apertura

1203 Words
Sentí un golpe en la cabeza que me dejó inestable pronto fui apresada por una mujer con la misma armadura escarlata y ojos verdes cubierta por media parte del rostro. —Llegó tarde, pero lo hizo. Sabía que vendría. —¿Qué le has hecho? ¿Dónde está él? —Nada, Princesa. Pero le aseguro que hará bien mayor al aceptar cumplir. —¿Cumplir con qué? —Eso de acabar con su compromiso con usted. Es necia y terriblemente insistente. No veía a mi alrededor a ninguno de los Regentes, aunque a la distancia reconocí a un hombre que parecía un siniestro muñeco atajado por brazos y piernas de modo que puntas de flecha incrustadas a grandes sucesiones de metal lo atravesaban en tobillos y muñecas. La sangre que emanaba al cubrir la tierra le daba vitalidad al ejército que se formaba no muy lejos de mí, idéntico al que tenía banderas de un dragón y la armadura escarlata. —Y pensar que él tuvo misericordia de ti. —Lo hizo así, porque en el fondo me corresponde. Pero es demasiado compasivo como para hacérselo saber Princesa. Entienda que su compromiso ya no es, ni será jamás. Mi corazón se llenó de dolor y comprendí que lo que presentía antes de invocarlo era una premonición. —No tenías por qué hacerle eso. Lo sacrificas y dices amarlo… —El amor es más que lo que usted considera como tal. De pronto me surgió una idea, una que podría aplacar su horrible conspiración. —Asídemes vine para decírselo. Quiero terminar cualquier compromiso que no sea del debido entre él y yo. Respiró hondo. —No puedo creérselo. —Deberías o prefieres que lo atraiga a mí. Ya deje las formalidades. Mostró cierta frialdad en sus ojos. —Sí eso es cierto ve y repúdialo. Quiero escuchar que renuncias como deber ser. Me soltó de lo que me apresaba las muñecas. No dudé en correr hacia él. Al estar frente a él me incliné. Acaricié sus mejillas sintiendo mi corazón roto. ¿Quién toleraría semejante dolor y maltrato? —¡Jon! Pero seguía con los ojos cerrados con un emblema de signos y figuras como el fuego sobre la frente. —Vuelva, escúcheme. He venido para sacarlo de aquí. Nigromante me lo concedió por eso lo invoqué. De pronto me di cuenta que empuñaba las manos, y movía la cabeza. Abrió los ojos abalanzándose violentamente. Dimos contra la arena él sobre mí. Su rostro parecía el de una fiera, ojos como un felino mirarme fijamente. Mientras su fuerza me cortaba la circulación justo donde apretaba mis manos. —¿Le gusta lo que siente? ¿Quiere el fuego para arder juntos? Ya no hay senda, pero podríamos revolcarnos en la tierra y el fango. Resurgió una luz poderosa sobre el talismán, mientras recordaba lo que necesitaba Nigromante para que se abriera un portal y dejarlos pasar. —Entonces atraiga ahora el fuego y deje que me consuma hasta aniquilarme. Su rostro se transformó dejando relucir a una criatura espantosa con escamas, ojos felinos con pupilas dilatadas y sus manos volverse zarpas. Abrió las fauces para mostrar el fuego. —Anhelo oír tus gritos de dolor y sufrimiento. Pero en lugar de manifestarse el fuego como pensé me atrajo con fuerza elevándome en el aire para atravesar dos columnas con seis caras. Del otro lado me pareció que estaba en otro lugar. Atrás veía el inmenso paramo. Las cadenas se alargaron y él cruzó. —¡Con qué tu eres la que puede investirlo! ¿Qué pasaría si desgarro el bonito velo que te cubre niña? ¿Quién de ambos lloraría más, él o tú? Movió la cabeza y se volvió aún más grande y amenazador. Me acorraló hasta dar contra la superficie de una roca gigantesca. —Oblígalo a que te escuche… Grita fuerte. De pronto escuché un susurro. “Concede el mismo embrujo. Que el guardián olvide hasta su nombre” Recordé que Nigromante pretendía ocultar sus recuerdos para protegerlo incluso de Asídemes. Pero no me atreví. Sostuvo son sus enormes garras mi rostro apretándolo con fuerza mi garganta sentía asfixiarme. Mientras en la otra extremidad asomaba una de sus largas uñas a mi vientre. Justo cuando sentí que se incrustaba logré sostener una de las dagas clavándosela a un brazo. Me aventó con fuerza y ambos volvimos de nuevo a donde había llegado al usar el talismán. Tosí con fuerza al respirar de nuevo con libertad. Cerré los ojos invocando a Nigromante. Escuché un tronido de espadas. Y al abrir los ojos Nigromante combatía con eso, pero aun extremo Jon seguía apresado y lo que combatía con Nigromante de pronto se había vuelto una gran criatura alada. Intenté ponerme de pie, pero sentí ser elevada en el aire sin poder evitarlo. Miré que Asídemes corrió con velocidad disparando un par de flechas. Pensé que me apuntaba a mí pero eso atrajo al parecer que otro lo hicieran, me di cuenta que una lluvia de flechas venía a mí. Antes de sostener el Talismán varias se traspasaron en diferentes partes del cuerpo. Sentí caer al suelo mientras el dolor se volvía casi insoportable. Intenté ponerme de pie. Pero muchos de sus soldados me capturaron empujándome con fuerza de nuevo a donde estaban los signos. Asídemes se aproximó arrancándome el Talismán del cuello. Ella asintió y todos se apartaron, mi sangre se derramaba en los sellos. En lugar predispuesto alrededor con varios obeliscos gigantescos. Al alzar la vista me di cuenta que Nigromante había casi exterminado a la criatura que ahora tenía la forma con la que se había manifestado, pero volvía casi arrastrándose. Mi corazón se encogió en mi pecho al notar que Jon seguía atajado en lo alto de dos pilastras. Jon parecía tan herido, pero en cuanto la criatura lo alcanzó me di cuenta que se absorbió en él tal cual el agua en una esponja. Las heridas que tenía la criatura se manifestaban en el cuerpo de Jon. La sangre se esparcía en el suelo pero gran parte cubría bajo el suelo un pequeño canal que daba hasta donde estaba. El suelo de piedra tenía formas con líneas y signos los cuales al desembocar la sangre ahí se fusionaba con la mía. Mientras tanto Nigromante seguía combatiendo contra un ejército, el mismo de armadura rojiza. Súbitamente Jon empezó a moverse, me di cuenta que despertaba. Mientras Nigromante seguía combatiendo. Asídemes profirió un par de palabras y Nigromante cayó de rodillas siendo apresado. Ella se colocó el Talismán al cuello. —No cumpliste Princesa. Pero tu mentira atrajo tu sacrificio el cual acepto. —¡Asídemes! Sé lo que pretendes, no podrás atraer a Farga… Sonrió. —Tengo el ritual, tengo al guardián, tengo al hechicero y ahora a quien puede poseerlos y ellos ceden voluntariamente. Aparte tengo a la víctima, y ahora este hermoso collar mágico al cual Jon no puede negarse. Debiste repudiarlo. Una vez más me concedes la victoria, Princesa de Halvard. ¡Apertura! Se dio media vuelta, pero sus ojos estaban cubiertos de lágrimas. No me parecía que estuviera contenta, sino que padecía de algún modo. Me sentía del mismo modo, devastada. ¡Ahora cómo podría ayudar!
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