Intercambio

1604 Words
(Nigromante narración) Bien sabía que las concordancias entre energías y fuerzas era un hecho entre Jon y Daeven. Alexia no tenía permitido saber que Daeven y yo en medio de lo que ella adquiría, nos habíamos puesto de acuerdo para ir por él. Alexia no había resistido, en su cuerpo energías de gran magnitud cedidas por Jon la habían obligado a sucumbir al no saber cómo maniobrarlas o conjurarlas dentro de sí. Baal y yo, accedimos a protegerla. Pero fueron mis brazos que lograron sostenerla en el momento preciso. “Daeven apertura el portal” Accedió de inmediato conjurando el elemento del fuego. Este le obedeció, accedí a ceder estabilidad valiéndome del carácter sagrado de poder llamar a los elementos por su nombre. Jon aún tenía los anillos, por lo que no fue complicado para ambos unir conocimientos y experiencia y así con la red energética que se haya conjunta en todo lo creado poder hallarle. Estaba convencido que habría forzosamente fuego en donde estuviera. Así fue cómo Daeven, con ayuda de los anillos pudo canalizar ese brío que caracteriza a alguien con las capacidades de Jon. “Al portar la armadura, ésta me concede ocultar gran parte de la forma humana que necesito. No tendré problemas en atravesarlo, el fuego es un elemento que no me causará ningún mal” “Bien. Entonces debes saber que Jon y yo tenemos la afinidad de tomar la apariencia de uno o el otro. Es una estrategia para poder cambiar de lugar y también proteger la identidad de uno o el otro si así se requiere. Al cruzarlo, seguramente le hallarás así que permite que se de eso entre los dos. Lo haría, pero…” “Entiendo lo que pides y no me incomoda. Será divertido, pero debes saber que al ser una criatura que no está conformada en tu naturaleza o la de él no podré permanecer más de dos noches en la morada humana.” “Es más del tiempo que se necesita. Te aseguro que respetaremos eso. Permítenos por favor que regrese. Concédeme también ver lo que ves” “No supliques, accedo.” Sin más el fuego al ser conjurado permitió un enlace hacia donde la energía de los anillos permitía que el elemento a fin se integrara a la petición. Para nuestra sorpresa la apertura no sólo lo halló y obedeció, sino que se volvió tan estable que no hubo apuros para alcanzar el otro lado. Daeven lo cruzó y tal cual dijo, la armadura lo protegió. Pero me di cuenta que tal estabilidad la concedía alguien también del otro lado. Pronto aprecié a Jon. Tanto Daeven como yo nos dimos cuenta que vestía hermosamente, con atuendos dignos de un soberano, y era tratado como tal también. Hubo una escasa conversación entre ellos, pero mi atención se fijó hacia el recinto donde Daeven había llegado. No se parecía nada a lo que antes hubiera visto en el reino de Jirel. El lugar se mantenía completamente con vida consciente tal cual el castillo del Alba, y parecía proteger a Jon al reconocerlo como parte de procedencia de fuerzas sobrenaturales manifestadas en su cuerpo. Razón que explicó la facilidad para hallarlo, de estar en otro lugar tal vez sólo Daeven habría podido verlo, pero no llegar físicamente hasta él. Hasta ahí comprendí lo que Alexia había sugerido. Muy probablemente Jirel no estaba muy al pendiente de las intenciones de su hija y General, ya que, de otro modo, ¿cómo arriesgarse a que Jon pudiera escapar? El intercambio se manifestó, pero no como solía ser entre él y yo, sino que en verdad sólo Daeven tomó con el permiso de él su apariencia, así el hechizo duraría más y no se rompería tan fácilmente. Daeven gustosamente se quedó en el recinto sagrado, mientras Jon asumía la forma de Daeven y con ello también los deberes de él. Pronto lo vi manifestarse en el lado donde estaban brillando los signos. Al extinguirse comprendí que no había de qué preocuparme. El enlace entre ambos como suele ser volvió a manifestarse. Sin descubrir su apariencia se aproximó a mí. Pasó las manos sobre ella, pero sin tocarla. Quizá corroborando lo que sucedía en ella. —Me gustaría besarte, pero al parecer no habrá oportunidad…—Explicó apartando las manos. Sonreí. —¡Vaya! Espero que cumplas, es primera vez que me causa curiosidad ser testigo de tal muestra. Rompió a reír. —Tú y tus bufonadas. Pero, en verdad admiro el ser que eres Nigromante. Cada vez soy testigo también de lo increíble que es haberte conocido. —¡Qué tierno! Siempre conmueves mi fantástico corazón. También te quiero. Posó una de sus manos en mis hombros con fuerza. —Es ahora cuando comprendo, por qué mi padre decidió protegerte y exiliarte. Debía ser así. —Aún me hiere esa decisión, Jon. De no haber pactado mi servicio a él, no lo sé, muy seguramente no habría obedecido. Pero aun así pude interferir de cierto modo. —Ya lo creo. —Suspiró acariciando con las manos cubiertas con protecciones oscuras, los suaves cabellos que sobresalían de la coronilla de la cabeza de Alexia —Los signos se manifestaron, pero no tomé en cuenta que su dulce cuerpo no tiene la experiencia que se necesita para… De pronto al frente se escuchó un retumbo, luego la tierra vibrar hasta que claramente dos criaturas convocadas con energía oscura se manifestaron intentando atravesar el suelo ardiente. —Todavía no le descubras la verdad, recuerda que en dos noches volveré con Jirel. Quédate con ella y te pido, tal cual lo hizo mi padre, que cumplas y no seas como yo… No te apartes de ella. ¡Te ruego que no vayas abrir la boca Nigromante! A toda prisa Baal y él volvieron al frente. Juntos combatían mientras angustiado veía que Alexia no despertaba, pero los signos de pronto se volvieron marcas oscuras sobre su piel. Abrió los ojos, mostrándose aturdida. —Esto ha sido mucho para ti. Me alegra notar tu fuerza como ver tus ojos abiertos. Su mirada se fijó en mí y noté una sonrisa en sus labios. Por vez primera desde que la conocía deseé besarla. —¿Qué es esto sobre la piel de mis manos? —Es una manera en la que tu cuerpo manifiesta el deber que Jon te ha concedido como guardiana en su ausencia y también una forma en la que te podrás presentar ante los diferente Residentes Eternos. Sólo un guardián tuvo tal efecto en sí. Se sostuvo de mis brazos, estaba ya de pie pero aun no tenía mucho equilibrio. —¿Quién? —Aleksanteri el padre de Jon. Tienes el agrado de sus ancestros sin duda. Pues sólo los guerreros más valientes tenían la manifestación de este grado de energía, pero también tiene que ver los dones que tu madre te heredó. Para nuestra sorpresa los signos al manifestarse como la tinta, instauraban que su cuerpo ya asimilaba lo que pensábamos que sería imposible. Tal vez también se debía al talismán y las piedras metarosa. Aunque sus ojos mostraron gratitud, noté gruesas lágrimas una vez más cubrirlos. —Tuve de nuevo una visión con el fuego. Me sorprendió. —Cuéntame lo que viste. —¡Estás visiones conseguirán enloquecerme Nigromante! El fuego mostró que Jon está decidido a tomar el lugar de Jirel al casarse con Asídemes. Sin duda algo posible se plasmaba en su futuro, pero seguía siendo incierto. Enlacé mi atención a Daeven, y inesperadamente me concedía todavía lo que ocurría. Seguía solo, disfrutaba de la noche comiendo con tranquilidad. Me volví a ella. —No puede ser cierto, Jon jamás tomaría el lugar de Jirel. No cabe duda, que Asídemes está dispuesta a efectuar algo terrible. En su mirada se manifestó gran asombro. —Debemos evitar que los ejércitos convocados sigan dispuestos a la guerra. Y ten seguro que iremos por él. —¿Los hechizaremos? —No hay otro modo Alexia, excepto combatir. Noté en su mirar gran turbación, pero incluso así asintió. —Concedo que ambas espadas integren habilidad para que una vez más como la guerrera que eres puedas mostrar tu valor. Las piedras metarosa me escucharon y de inmediato permitieron que las espadas cortas envainadas en su cintura fueran de una categoría, aunque inferior muy similar a mi lanza y la espada de Jon. Aunque fuera muy joven y sus habilidades de combate no estuviera muy agudizadas ellas la guiarían a que las esgrimiera correctamente. Aparté las manos de su cintura, pero ella las aferró con fuerza, volví de inmediato a posarlas muy sorprendido. De pronto su energía consiguió que lo que cubría mi cabeza y rostro cediera; del mismo modo como lo hubiera hecho yo, se puso de puntillas para acariciar mi rostro en cuanto quedé descubierto. —Entiendo lo que ocurre, pero te ruego que me jures que no me dejaras como Jon lo ha hecho. Quise emitir un grito, en el cual confesara más que una promesa. Pero absorto sólo conseguí cerrar los ojos en cuanto sus labios tocaron los míos en un beso. —No dudaré, sé que siempre has estado a mi lado. — Susurró mirándome con profunda tristeza, al darse cuenta que seguía callado incluso cuando ya había abierto los ojos. Jon como Baal habían repelido a las criaturas. Ambos se aproximaban a nosotros. Volví mi mirada a ella, sosteniendo una de sus manos. —Te lo he dicho y lo sostengo, siempre estaré a tu lado. —Admití. Suspiró y sonrió con alegría. Me volví y Jon seguramente ya posaba sus ojos en ella.
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