El abismo ruge

1110 Words
(Jon narración) Incluso conociendo lo que en gran aparte abarca un deceso, sabía que ella al sacrificarse estaría muy lejos de mí. Dos son las formas de irse para nunca volver en verdad, una es por medio de la sabiduría con disciplina y la otra por medio del sacrificio, siendo semejantes a aquellos que dan la vida por quienes se aman. Mucho se revolvía en mi interior. Una gran parte de mí quería crear un caos inimaginable, tal vez una venganza de la misma magnitud del verdadero dolor que se movía en mi interior. Pero otra parte me pedía asegurarme de que ella en verdad hubiera alcanzado el descanso, porque al morir así sabía que su espíritu no estaría lejos del mío ni del de Nigromante. Al haber escuchado con claridad a Nigromante sentía la mente ofuscada y haberle respondido sólo acrecentó mi confusión. Tal sentencia resonaba en mi interior con fuerza, casi como devastándome. En verdad que no tenía sentido alguno que Nigromante hubiera abandonado a mi petición de protegerla en mi ausencia y permitir semejante b********d. “Jon… No entiendo tu enfado, pero si lo que sientes, pues el mismo vacío brota dentro de mí. ” “Eres el único que podría darme una elucidación ante lo que pasa, pero no quiero explicaciones sino ver tu cara cuando te enteres con tus propios ojos de lo que yo. Si quieres hacerme un favor por ves última y no quieres un rotundo desempate entre los dos, asegúrate de venir y evitarme ir. Porque bien sabes que si no vienes te encontraré…” No permití más entre ambos, quería que tuviera el valor de venir. Deseaba cuanto antes que fuera testigo de lo que sucedía. Si bien estaba dispuesto a ir por Jirel con el valor de enfrentar hasta la última consecuencia, ver su cuerpo ahí inerte y marchito me producía amargura y un dolor insondable. ¿Permitiría que alguien se atreviera una vez más a tocarla? La atraje a mí. Su cuerpo se elevó en el aire atendiendo a mi petición. La envolví por una protección oscura que quien se atreviera a aproximarse siquiera le concedería una descarga tan honda de energía que sino lo quemaba vivo al menos le paralizaría el corazón en menos de un suspiro. Di una ojeada esperando a que el desvergonzado de Nigromante me diera la cara, pero tan sólo veía que los soldados se enfrentaban a las criaturas que había convocado. Y él no se aparecía. —¡Asídemes! —Llamé caminando hacia el templo. Después de tanto había conseguido persuadirme. Si quería ver el abismo y enloquecer se lo concedería. Aunque seguramente ya lo estaba y yo recién empezaba. Alcancé la entrada al templo y al simplemente pisar su umbral una vez más las heridas se reconstituyeron casi sanándose en seguida. De las muchas columnas, de un extremo miré una figura femenina deslizarse. “Señor… A quien sirvo sabe la verdad. No ha interferido con lo que acordaron, aunque reconoce que si pide muerte y sangre es lo justo” Al instante una luz refulgió con fuerza, sabía que alguien había venido a mí. Estaba seguro que se trataba de Nigromante, pero a diferencia, la suave figura de su cuerpo, la explosión de vida en sus ojos, y el delicado y tenue fulgor cubrirla bellamente de pies a cabeza me robó completamente la atención. En cuanto mis ojos se encontraron con los suyos, no pude más que dejar de pensar. Se hallaba a mi extremo derecho y al verla tal como solía ser, tan encantadora como atrayente, volví a percibir en mi pecho la calidez. —Princesa… Ella mostró un gesto que evidenciaba profunda tristeza. —Jon no deseaba esto. Me aproximé totalmente asombrado. Incluso con el tenue fulgor y la tristeza podía casi escuchar su corazón latir. —¿Quién le hizo eso? ¿Quién se atrevió a… Ella me observó fijamente sin dejar de mostrar turbación. —Mi alma no alcanzará la libertad. No quiero pasar y lanzarme a la oscuridad. Sé que usted podría raptar lo que todavía ser y ayudarme a volver. Inhalé hondo antes de poder contestarle. —Deseé que todo fuera posible. Quise que todo cuanto anhelaba se volviera realidad, pero no tomé en cuenta que… Haber nacido tanto tiempo atrás naturalmente nos distancia. Que cuando se trata de amor, siempre somos, pero cuando se trata de unión jamás será. No estaba dispuesto a renunciar, pero eso la arrebató de algún modo la vida y con ello todas las posibilidades. Ternura mía… Ella se aproximó hasta quedar a una diminuta distancia frente a mí. —¿Qué es lo justo verdaderamente? ¡Cuánto me gustaría abrazarlo! La rodeé con los brazos y me pareció que pude volver a sentirla. Casi tibia. —Me gustaría saberlo, porque casi todo en la vida parece injusto. Especialmente cuando se trata de juramentos. —Lo entiendo. Pero creo que tengo la solución por vez primera. Se movió para verme. —El Abismo podría atraer aquello que es posible en un mundo como este. —Los asuntos de la vida y sus leyes no funcionan así… —Ya lo sé, Jon. Por eso en mi opinión particular, quiero antes de partir que se haga lo que considero. Que nos trague el abismo a los dos. Y aunque sea en ese lóbrego punto, la oscuridad tendrá luz. Fruncí el ceño al escucharla decir eso. Sólo percibí que con ambas manos incrustó una daga justo al pecho, atravesándome el corazón. Mis ojos se fijaron súbitamente en el Talismán sobre su pecho y me parecía que la energía que se movía dentro de sí estaba marchita casi, bloqueada. Tarde comprendí lo que había ocurrido. “Aeshak no volverá al menos hasta dentro de un momento. Encuentra el lugar donde guarda la llave. El abismo ruge y nos llama. Que si decide no volver lo atraeremos de nuevo” La oscuridad llenó el lugar enteramente, antes de que una honda de fuerza resquebrajara el templo y todo cuanto había alrededor. Gruesos grilletes caían por sí mismos brotando de mi cuello y manos. El brillo delicado de las mismas flores que solían gustarle a Mariamna se elevaban en el cielo, flotando sus pétalos con gracia. Entre hojas y susurros, comprendí que lo que solían proteger al reino de oculto de Jirel se había roto. Asídemes una vez más conseguía complicarme las cosas, el dolor que percibía no me producía sufrimiento ni gran malestar, pero al menos también estaba muy seguro que Alexia seguía con vida. Escuchaba claramente al espíritu dentro de mí tomar lugar, mientras en mi mente tan sólo la luz volvía a surgir atrayéndome.
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