No hay vuelta

1254 Words
(Nigromante narración) ¿Cómo produciría su efecto el talismán? Esperaba que sin duda alcanzara llegar a él. Baal y Daeven se aproximaron a mí en cuanto ella partió. Intentaba pensar en cómo volver a conversar con Jirel. Al parecer tal como había dicho Alexia, él desconocía ciertos asuntos entre lo que solía ser entre su hija y el deber. —¿Cuál es el asunto ahora? —Preguntó Daeven bebiendo de una copa dorada. —¿Qué más podrá acontecer si tu Princesa ha ido por sí misma a jugar con él filo de una espada que no puede blandir? —El problema no será el filo sino contra quien la intentará levantar. Mi preocupa el estado de Jon. ¿Aún no puedes verle? Dejó la copa a un lado y cerró los ojos. Sabía que se concentraba. —Parece ausente, pero los anillos siguen con él. De eso estoy seguro. —Explicó al cabo de un instante. Baal seriamente mantenía su atención sobre el agua clara de una pequeña fuente. —No ha sido tan prudente enviarla. Me asombra que en tu anhelo de encontrar a tiempo a Jon, olvides que él pidió que te hicieras cargo de protegerla. —¡Cuánto desearía que eso fuera una posibilidad! No tienes idea de lo mucho que se complicaría todo si la encerrara. Tiene una voluntad determinada y es imparable. Se volvió a mí. —Tus emociones se agitan y empañan la visión natural en ti. Pero si dejas de lado que tu mente y tus sentimientos son sólo causas burdas, verás el fondo. Acércate. Suspiré antes de pararme ante las claras aguas. Inmediatamente apareció Alexia sentada a la sombra de un alto cipariso, veía con alegría el suelo y luego tímidamente hacia un extremo. No muy lejos estaba Galimatías, pastando. —Tienes toda la razón. No puedo ver más allá de lo que ahora le he puesto mi atención. Ser un hombre es complicado, pero es la experiencia más encantadora. Mostró un gesto de querer sonreír. —De nuevo no esperaba eso de ti. Al parecer no has visto más que sutil. Me refiero a que ella es la llave, el signo y el sendero. Fruncí el ceño, mirando ahora en lo que el agua me mostraba, ella era la única a quien Jon escucharía más allá de cualquier impedimento y distancia. Ella al simplemente desear verlo, él apareció a su lado y al instante yo. Me volví a él comprendiendo. —Bien dijiste que el problema no es que sostenga la espada sino contra quien. Enviarla te trae dos posibilidades. El asunto es en cuál de ambos casos será inevitable que él y ella no pierdan de vista el deber. —Agregó mostrándose muy serio al decirlo. —¡Cuánta razón hay en que la perfección requiere caminar contigo y de vez en cuando con tu sombra! ¿Crees que podemos atraer alguna forma hacia Jon? Sonrió ampliamente. —Se podría que no te quede duda. Alexia estará ahí. De pronto escuché su voz llamarme. Atendí totalmente a su clamor. Pero al pisar el reino no pude traer más que mi espada. Ante mí estaba la apariencia y el cuerpo de Jon, pero sumido bajo la voluntad de un ser de categoría poderosa, con un pacto como ofrecimiento. Me atacó, pude evitar que Alexia mantuviera un enfrentamiento con él. Sin duda, algo peor de que lo imaginábamos era real. En su deseo de apartarme logré atraerlo lo suficiente de modo que se desancló por breve del cuerpo de Jon. Me reveló su verdadera forma y justo cuando lo encerraría en otro lugar, una legión comandada por Asídemes consiguió apresarme al valerme o intentar un conjuro para desvincularlo de Jon. Pero eso en verdad no fue lo que me preocupó sino darme cuenta que a mi alrededor Alexia no estaba. El mismo tipo de protección que repelía cualquier habilidad se habilitó de modo que fui atravesado por manos con ganzúas de metal que brotaron por sí mismas para inmovilizarme. A la distancia veía que Alexia estaba con Asídemes y una lluvia de flechas venía sobre ella. Tan sólo conseguí llamar a Jirel para que intermediara ante de que fuera atraído a los calabozos y fuera encerrado. Pero me sentía verdaderamente angustiado al no haber podido ver tal cual a Jon y ahora no saber si Alexia había sido herida. Sin lugar a dudas Asídemes había indagado exitosamente en nuestros sentimientos de tal manera que todos habíamos caído sin darnos cuenta en una especie de red que se entretejía para cumplir lo que había dispuesto. Ante los barrotes noté que alguien se aproximó. —He visto al caballero que fue atraído al templo y es lamentable lo que ha acontecido. Justamente hace un momento ha conseguido volver, mi señor ha intermediado. No debe preocuparse lo ha escuchado. Al menos uno de todos no será incluido en los sacrificios. Resoplé mirando en lo alto una llama, al verla no dudé en hablarle a Baal. Pero no atendió, sino que fue Daeven quien me habló. —He conseguido mirar a Jon. Está en el templo, deberías haberlo visto. —No es él lo que vi… —Claro que es él. ¿Has olvidado que efectuaste en él un conjuro tan oscuro que siguen vigente, incluso cuando volvió su memoria? Al menos yo sigo sosteniéndolo. Me refiero al que permite que no olvide lo que fue en su antigua maldición, pero bien sabes que el rango sigue aun más alto. Háblale Abrí los ojos a más no poder. Y atendí lo que me dijo en cuanto conseguí notar que podía. Había sentido de pronto tal aflicción dentro de mí tal cual el día que Alexia se escapó para entregarse a Farga. “Jon, Jon…” “¿Nigromante eres tú?” “Jon… Dime que Alexia está contigo… Dime que está bien…” “No puedo responderte. Pero algo si sé, luego de Jirel iré por ti…” Comprendí que algo funesto ocurría, pues conocía muy bien el lado sobreprotector en él. Y quizá sentirme peor concedía que en él se manifestara la ira. “Jon… No entiendo tu enfado, pero si lo que sientes, pues el mismo vacío brota dentro de mí.” En verdad escucharlo ya motivaba el intenso vació en mi interior a convertirse en cierta fe o esperanza. Algo podría cambiar si él estaba consciente de nuevo. “Eres el único que podría darme una elucidación ante lo que pasa, pero no quiero explicaciones sino ver tu cara cuando te enteres con tus propios ojos de lo que yo. Si quieres hacerme un favor por ves última y no quieres un rotundo desempate entre los dos, asegúrate de venir y evitarme ir. Porque bien sabes que si no vienes te encontraré…” De pronto cuando quise valerme de su presencia para ir, pues sabía que estaba en un lugar que lo permití, negó cualquier conexión entre ambos, pero al mismo tiempo lo que me apresaba me soltó. A toda prisa me movilicé, batallando contra aquellos que deseaban capturarme de nuevo. El fuego concedió el portal que necesitaba. “No hay vuelta. Al parecer tenías razón. Ella se fue. Si es posible debes venir ya hay medio” Daeven respondió de inmediato. “Me gustaría, puedo desde hace un rato, incluso con el permiso de Gabriel pues sigue portando los anillos. Pero no olvides que tengo la tarea de ver la protección que se ejecuta en su reino. Y ahora está siendo atacado de nuevo.
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