Lejano y sincero

2394 Words
Hermosas melodías resonaban con cantos delicados amenizando el ambiente. Con alegría me volví mirando una arboleda que colindaba con unas cavernas. Al distinguir una luz encendida en el ingreso no dudé en dirigirme ahí, me parecía que pronto anochecería porque ya se distinguía el crepúsculo. Pero al pasar, el lugar se convirtió en un gran salón abierto, inhalé el viento que se arremolinó alborotando mis cabellos. Al fondo una tenue y hermosa caída de agua cristalina bordeaba un muro. Todo el lugar rodeado de hermosas flores, había una que otro contrafuerte que de sí caían enramadas de guirnaldas. Una larga alfombra al centro de todo cuanto observaba con uno que otro almohadón mullido sobre sí. Conforme avanzaba veía el suelo de losas de piedra cubierto con pétalos de flores rojas y blancas. Un gozo indescriptible surgió y supe que había regresado a un lugar conocido. Sabía también que el lugar estaba predispuesto para un encuentro. Pero al verme a solas y con la música resonando agradablemente, aunque no viera a ningún músico o interprete, no dudé en moverme y permitirme envolverme con la melodía para danzar. Me dejé llevar, girando y saltando. Inhalé hondo el viento, sin dejar de danzar, pronto mis pies sintieron la alfombra. Me detuve riendo y al fijar mi atención al suelo, miré que alguien con una sonrisa me observaba y en su mirada se reflejaba gran dicha, seguía sentado sobre la larga alfombra con las piernas cruzadas. Una posición que al verla parecía cómoda. No pude guardarme la profunda fascinación al encontrarme con sus ojos azulados. Sonreí respirando hondo. Se puso de pie, mi corazón saltó de satisfacción al estar de nuevo frente a él, aunque mi altura a duras penas le llegara al pecho. Vestía con una indumentaria parecida a la que había visto en aquella visión del fuego, ropas tan blancas como la nieve, pero bordadas con delicados hilos como el oro. Esa sonrisa perfecta apareció de nuevo en sus labios, de pronto se dejó llevar por la hermosa música y comenzó a danzar a mi alrededor. Los movimientos de su cuerpo le concedían un significado sensual y masculino a la danza que ejecutaba. Los pétalos se alzaron y me parecía que hasta ellos se encantaban con sus movimientos para acompañarlo casi atraídos inevitablemente. Para mi sorpresa también su voz resonó al cantar afinadamente en un idioma que desconocía, pero interpretándolo hermosamente. Y mientras se movía a mi alrededor podía disfrutar de cada sonrisa, de cada gesto, de cada movimiento perfecto que él brindaba artísticamente. Cada soplo del viento que alzaba los pétalos de pronto se volvieron hermosas mujeres que iniciaron una danza asombrosa, todas sincronizadas moviéndose alrededor de él. Sostenían algo en manos, vistiendo seductores vestidos con la cabeza y el rostro cubierto por la seda más excelentísima que jamás hubiera visto del mismo color del pétalo del que tomaban forma. Jon se aproximó a mí, quedamos al centro del enigmático baile, ellas siguieron danzando y cantando. —Jon, ha sido posible encontrarnos… —Susurré perdiéndome en el encanto de sus ojos azules. Su cabello ahora completamente lacio caía delicadamente sobre su pecho. La cinta que apretaba la prenda a su pecho se había desanudado y el viento movía los pliegues, permitiendo mirar al descubierto su torso y abdomen. Suspiré al notar la marca tatuada en tinte oscuro sobre su hombro y parte de su pecho al lado izquierdo. —Vuelve a encontrarse con el monstruo que le fascina asecharla. Sonreí entusiasmada. —¿Entonces, no lo imagino? Lo negó con la cabeza, elevé la mano con deseo de tocarlo para saber si en verdad era real lo que veía tan bellamente ante mí. Pero sostuvo esa mano dándole un beso. Sentí todo en mi enternecerse, aunque ciertos anhelos alocados se alzaban sobre cualquier otro pensamiento. —Si eso es verdad, debe saber que es el monstruo más encantador y sensual que he conocido. Sonrió inclinando la mirada, sin soltar mi mano. —¡Qué dulce es! Espero que lo sostenga luego de qué me porte muy mal. Tomó delicadamente mi mano posándola sobre su pecho justo donde se localiza el corazón, pero no pude notar algo ajeno al músculo sólido y su suave piel tibia. —No lo creo, si usted es quien dice la palabra mal no tengo nada de preocuparme, en todo caso no me quejaría y le guardaría el secreto. Parecía satisfecho con mis palabras, su mirada siguió fija sobre la mía, mientras veía que seguía saboreándose los labios. —¿Le gustaría seguir danzando conmigo? Asentí con una sonrisa. —Juntos todo es mejor Jon, incluso bailar. Espero moverme tan bien como usted lo hace. —Este lugar se ajusta a sus deseos, así que sólo debe hacer eso: desear. —Deseo danzar como las damas que aparecieron a su lado. Pronto sentí cierta calidez sobre mi pecho, y me di cuenta que se debía al talismán. Las marcas sobre Jon también irradiaron una luz tenue. No sentí ningún nerviosismo de pronto, como esas enigmáticas mujeres pude danzar mientras Jon con una sonrisa me observaba. Parecía asombrado como también complacido con lo que podía hacer. “Deseo que esa prenda no me oculte la vista perfecta de su belleza” Pensé. Jon sonrió ampliamente asintiendo. Al cabo de un momento él volvió a mi lado bailando también sin que lo cubriera la blanca prenda de cintos desanudados. Me pareció que en esa danza, podíamos comunicar más que movimientos, quedé convencida que podíamos expresar todo cuanto sentíamos o bien pensábamos. No hubo momento en el cual dejáramos de vernos, expresando lo que se movía en el corazón. Entre risas nos detuvimos, mirándonos fijamente en profunda atracción. Casi al mismo tiempo nos tomamos de la mano, y sin pronunciar palabra coincidimos en descansar sobre la alfombra, quedando uno frente al otro de rodillas. Acarició mis cabellos con delicadeza y el rocé inocente de sus dedos tocando mi cuello me provocó estremecimientos, alzando mi corazón en sus pálpitos al mismo cielo. “Deseo un beso suyo” Asintió besando una de mis mejillas muy lentamente. Hasta entonces me atreví a mover el rostro y me encontré con sus labios, del mismo modo lo besé fue un roce suave y lento. Él cerró los ojos, percibí sus manos posarse sobre mis mejillas, para luego extender ese beso como nunca pensé, entre resoplos y suspiros casi al mismo tiempo nos apartamos. —Estoy sometido voluntariamente a sus deseos… —Dijo volviendo a dar un dulce beso a mis labios, parpadeé extasiada—Y no sabe cuánto me complace. Acaricié sus manos fuertes que me tocaban, sintiendo que mi corazón se enloquecía de gozo. Volví a dar un beso y esta vez se logró sobre la comisura de sus labios en el lado derecho. —Deseo que no pueda encubrirme nada cuanto siente y piensa. Pido que sea completamente sincero. Sonrió ampliamente una vez más. —Es muy perspicaz, eso me excita… Rompí a reír a carcajadas. Él sonrió también, pero lo hizo sensualmente mordiéndose los labios. —¡Vaya Jon! ¡Cuánto suele callar! —No tiene idea de cuánto. —Me gustaría saber si no le incomodan mis deseos arrebatados, ya sabe me refiero a los constantes inconvenientes… Lo negó con la cabeza. —Jon en algún momento antes de que me casará… ¿Deseó algo más conmigo? Apretó los labios, y noté que quiso evitarlo, pero no pudo. Desvió la mirada por breve, para luego con una tímida sonrisa darme el placer de poder escuchar su voz. —Sí. —Detállelo, por favor… Hubo un breve silencio, luego fijó su atención en mí. —Deseé su cuerpo en más de una ocasión, también sus besos, pero sobre todo su amor. Deseé matar a Esteban en más de un par de veces. No puedo ni siquiera explicar la inmensa satisfacción que eso me causó. Sonreí muy contenta. —Deseo que me confiese todo cuanto ahora desea… —Princesa eso sería demasiado para ambos. Lo negué con la cabeza. —Por supuesto que no. Quiero oírlo por favor… Usted dijo que cualquier cosa que deseará le complacería. Noté un leve rubor en sus mejillas, desviando la mirada, tímidamente volvió a fijarse en mis ojos, luego movió la cabeza en señal de asentimiento. —Le propongo lo que debió ser hace mucho, aunque es prohibido entre ambos aún. Hagamos el amor bajo las estrellas, nos uniremos antes de que cualquiera se atreva a volver interferir. Casi se me salen los ojos de sus órbitas, seguía observándolo estupefacta. Pero al cabo de un instante ambos soltamos carcajadas. —Jon, que fuerte suena eso dicho de sus propios labios. Pero me encantó. Siguió riendo un momento, luego posó su vista dulcemente en mis labios. —No debería haber miedo ni desconfianzas entre ambos. Espero no alarmarla con mi sinceridad, pero estoy fuera de sí mismo muy lejos del centro que acostumbro pisar. —Es encantador que se sea así. ¿Es normal que cada vez que habla así sienta que algo dentro de mí se derrite? Casi al mismo tiempo suspiramos, elevé una de mis manos para tocar su cabello oscuro. —Sentimos lo mismo entonces. Con cada pregunta sólo anhelo con más vehemencia lo evidente. Me siento un completo estúpido, un estúpido ansiando lo prohibido. Me aproximé sin evitar sonreír, pasando delicadamente mis labios por sus mejillas sin dejar de verlo fijamente. —Explique sin pudor lo que eso significa. —Pedí mirándolo con avidez. —Me consumo de pasión y la única criatura que deseo en verdad complacer no me puede pertenecer. ¡Vaya ironía! Uno de mis dedos acarició el contorno de su nariz para luego posarse sobre uno de sus hombros jugueteando al tocar su piel. —Entonces deseo que eso cambie justo ahora. La condena ya está establecida para los dos si anhelamos lo prohibido. ¿No lo cree? Sonrió, aproximó sus labios de nuevo. Me aferré a él besándolo con las ansias y el gusto entero de mi corazón. Se apartó respirando hondo, pero mirándome con ternura. —No lo permitirá, lo sé. ¿Renunciará Jon? —A usted jamás. —Conminó con seriedad. —Deseo que no se niegue a nada de lo que sentimos. Quiero morderlo… Alzó una de sus cejas con agrado. —De acuerdo, pero quiero que duela del mismo modo que cuando la vea despertar. Marque mi piel para que no olvide que sus labios me han tocado a mí primero. Mi respiración se sacudió, especialmente al sentir una de sus manos fuertes que casi cubrió mi garganta al posarla con delicadeza, luego la deslizó sentí que se detuvo bajo la clavícula. —Deseo besar todo cuanto me apruebe ver. —Emití en un suspiro repasando su cuerpo con la vista. —Concedo. Se movió para permitirme observarlo mejor. Me aproximé con nerviosismo tan sólo posé mis labios bajo su garganta y mi cuerpo comenzó a temblar. Él cerró los ojos. Me sentí de pronto sudorosa por el nerviosismo con la respiración alzada como los pálpitos de mi ansioso corazón. —No tema, ternura mía… Permita con libertad que su cuerpo se derrita sobre mi piel, así no será necesario que experimente padecimiento ni que me lo ofrende… Resoplé, pero me atreví a posar delicadamente otro beso un poco más abajo que el primero sobre su piel, casi al instante me estremecí agarrotándome. —Siento que mi cuerpo se impregna de una carga de energía, me recorre completamente. Es raro, exquisito como alucinante. ¿Qué ocurre conmigo? —Confesé sorprendida, tal era la fuerza y la energía en mi interior que sentía enloquecer con las extrañas sensaciones recorriéndome. Por lo que espiraba con dificultad. Jon abrió los ojos, y me perdí en su mirada. —Pidió que se manifieste con vehemencia mi deseo sobre usted. Eso siente. No pude más que emitir un par de estertorosas respiraciones, por lo que lo rodeé de ambos brazos alrededor del cuello, estrechándolo a mí mientras mi rostro descansaba sobre uno de sus hombros con mis labios muy cerca del pabellón de uno de sus oídos. Sentía indescriptiblemente cosquillas en mi cuerpo, mientras mis pensamientos se enloquecían sucumbiéndome. —Su piel está tibia… —Susurré con voz opaca y débil, sintiendo que los latidos de mi corazón se volvían cada vez más lentos. Anhelaba continuar con tanto, pero mi cuerpo parecía llevarme la contraria totalmente. —Es a causa de su suave cuerpo reposando sobre el mío… —Jon es asombroso lo que se impregna en todo mi cuerpo, alcanza mi mente y mi espíritu. —Admití en un quejido. Me cargó con facilidad, quedé a horcajadas sobre él. Me sentía como un bebé en sus brazos. Él acariciaba mi espalda, permitiendo que descansara sobre sus hombros. —¿Por qué no puedo seguir? Deseo complacer lo que me pidió y disfrutar mucho eso prohibido que anhelamos. Respiró hondo abrazándome con ternura. —Todavía no está lista, Princesa. No consentiré nada más. Lamento haberme permitido ser tan sincero. —Jon… Lamento ser tan inútil, no quiero despertar sin que se cumpla lo que dijimos. —Descuide ya habrá otra oportunidad. Lamento desearla y tener que dejarla ir. —¿Ir? ¿A dónde? Sabe Jon, lamento con el alma haberlo obligado a corresponderme, como también a ser sincero. Tuve el valor de mover la cabeza para verlo a los ojos, ambos sonreímos casi al mismo tiempo. Sus hermosos ojos azules profundamente enigmáticos me permitían contemplar una ventana al paraíso. —Me ha encantado, no lo lamente. —Confesó él. Sonreí de nuevo acariciando sus labios con uno de mis dedos con lentitud y dificultad, me faltaban las fuerzas de pronto. —¿Volverá intentar lo prohibido conmigo, Jon? —Es muy posible que olvide todo en cuanto despierte. Eso no sería justo para ambos, pero ha sido encantador como siempre. —¿Por qué? ¿De qué habla? Deseo que no permita que… De pronto sentí todo inestable, no pude evitar que la oscuridad me atrajera. No sentí nada más por largo rato. Abrí los ojos, sintiendo terrible angustia, pero en cuanto la somnolencia se disipó no logré recordar nada. Pronto fui consciente de que al dormir no había estado sola. Me moví, recordando de golpe que Nigromante había estado conmigo, pero no estaba a mi lado. Aterrada me puse de pie.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD