Noemí.
Anoche caí rendida en mi cama. Pasé mucho rato pensando en lo que hicimos y luego me dormí.
Una llamada me despierta y puedo ver que son papá y mamá.
-Hola princesa. ¿Cómo estás? - sus sonrisas me Dan felicidad y sonrió yo también.
-Bien, papi. Buen día, mami. - puedo ver que me llega un mensaje de Matías, lo leo y no puedo evitar reírme.
-¿Qué tiene a mi princesa tan feliz? - pregunta papi y de verdad pienso que no quiere saber.
-Solo estoy feliz de verlos. Quería ir con Alfon, pero no conseguí pasaje.
-Nos dijo apenas llegó, tranquila, mi vida- me calma mami- Queríamos saber que tal la empresa y todo lo demás.
-Bien, mami. La universidad es re linda y variada y en la empresa somos pocos pero buenos.
-Ja ja ja - ellos se ríen de los refranes de tío Darien- ¿que tal las clases con Matías, princesa?- agrega papi.
Excelentes papi, pienso para mi mientras me siento para disimular, me ha enseñado muchísimo en menos de una semana.
-Bien. Nos toma en cuenta y nos hace sentir útiles- es lo único que puedo decir.
-Bueno, mejor así entonces. ¿Leíste lo que te mandamos con Matías?
'No solo lo leí, lo volvimos a hacer, madre.'
-Si ma. Se fue con el firmado a eso de las 8. Yo me acosté a leer después de un baño y caí rendida. - contesto con una sonrisa.
Del todo mentira tampoco es, si leí. Solo que el baño fue antes y durante la visita.
-Muy bien, princesa. Esa es mi nena. Te dejamos para que te levantes y desayunes. Te amamos.
-Yo los amo más. - les tiro besos y mitad de un corazón con mi mano libre.
Cuando cuelgan hago un pase por el baño y me voy a desayunar. Puedo sentir sus manos por todo mi cuerpo, pasando una y otra vez.
Es increíble que después de leer muchas novelas románticas, me guste que el no sea así de delicado. Quizá pruebo de lo otro y me guste más, aunque no lo sé. Pero tengo el presentimiento que siempre será así con Matías.
Estoy desayunando sola y pienso que tal vez podría ir a visitarlo y ver como está el apartamento en el que me crié.
Le escribo para saber si esta ocupado pero no contesta. Debe de seguir durmiendo y una maldad pasa por mi mente. ¿Qué tal si lo despierto?
Mientras me doy una ducha para despertarme por completo, me rio de mi propia idea.
Conduzco mi auto y llego de inmediato.
Al tocar su timbre pienso que tal vez valla a demorar, pero me sorprendo cuando abre de inmediato y lo veo sin remera. Sus ojos me detallan un momento y lo beso sin dudar.
Me toma sin delicadeza y me lleva al cuarto principal.
Me quita toda la ropa y les puedo jurar que quedé ciega cuando llevó su boca a mi intimidad. Me retuerzo tanto que no se si quiero apartarme o tener más contacto. Pensar en todo lo que sale de ahí me da cosita, pero el no me permite apartarme y presiona con sus dos manos en mi estómago. Al cielo y al infierno fuí mientras estuvo ahí.
Se para, camina a su mesa mientras se quita toda la ropa, se coloca la protección y vuelve atacando mi boca y llenandome por completo. Ciega, ciega de placer, estoy.
No puedo explicar los gestos que hago hasta que el toma mis caderas y me hace apoyar mis brazos y piernas en la cama.
Oh cielos. En un instante lo tengo dándome como cajón que no cierra, mientras mi torso está contra el colchón.
Esto debe de haber sentido Anastacia con el bendito Cristian Grey.
Cuando siento que no puedo más, mi espalda da de lleno contra su pecho y gira mi rostro para besarme.
Mis manos vuelan a su cabello donde se sostienen hasta que nos dejamos ir.
Matías permanece en cuclillas, apoyado en sus talones, mientras sujeta mi cuerpo flácida contra el.
Siento que no puedo respirar. Es muy intenso.
Una de sus manos se apoya en el colchón y nos recuesta aún sin salir de mi.
Permanecemos acostados hasta que veo una biblioteca familiar y me doy cuenta de la habitación en la que estoy.
-Era la habitación de mi mama- interrumpo el silencio
-¿Qué?
-Que esta era la habitación de mi mamá.
Su rostro se esconde en mi espalda como si ella nos estuviera viendo.
-Vamos, no puede ser tan malo. -Le digo.
-Es horrible saber que estuvimos así donde durmió tu mamá. - contesta atrayendo más a su pecho.
Yo me quedo perdida observando el dormitorio y acariciando los vellos de sus brazos mientras el tiene un brazo bajo mi cuello, totalmente extendido, y el otro en mis costillas, donde sus yemas hacen un caminito.
En un instante abro los ojos y los dos estamos en otra posición. Matías boca arriba, con uno de sus brazos debajo de mi cuerpo y el otro semi flexionado tocando mi cintura. Mi propio cuerpo está sobre el suyo y mis piernas enroscadas en las suyas.
-Matías- le hablo.
-Mmm
-Matías, tengo que ir al baño.
Abre unos de sus ojos y mira nuestros cuerpos.
-No. - y se gira para abrazarme y atraer me más a él.
-Dale, Matías. No me aguanto. - me quejo.
De mala gana, cabe aclarar, me deja salir después de unos minutos.
No puedo creer como nos quedamos dormidos.
Uso su baño y voy a la cocina a ver que tiene para almorzar, porque de verdad me dio hambre.
Encuentro huevos, pollo y un poco de arroz.
Preparo los ingredientes mientras prendo la cafetera. Necesito despabilarme.
A los pocos minutos, llega Matías y observa lo que estoy haciendo.
-Te ayudo. - habla.
-Sirve los cafes que yo hago esto.
-Se supone que eres mi invitada.
-No te preocupes. Me gusta hacerlo. - y levanto uno de mis hombros en señal de que no miento y me da lo mismo hacerlo o no.
-Esta bien. Cuéntame de ti. - me dice antes de darme un beso.