Matías.
Mis días antes de que llegarán se basaron en mantener todo al corriente. Disfrute alguna amiga y preparé el papeleo para la inversión en el hotel casino. El dueño está bastante emocionado y puedo entenderlo, vamos a invertir un millón de dólares en su negocio. Eso nos deja con el 20 porciento de las acciones. Se supone que cuando venga la niña, tengo que explicarle lo que vamos a hacer, el capital, las acciones correspondientes y las ganancias a corto y largo plazo.
Solo espero que sea mínima mente inteligente. La otra muchacha va a pasar solo en las tutorias conmigo, ya que al final se anotó en dos carreras al mismo tiempo.
Tengo casi todo listo y solo espero su aviso de la fecha de llegada.
Estoy terminado de entrenar cuando me avisa que ya aterrizaron. En unos minutos me baño, me visto presentable y salgo rumbo a su casa. Manejo considerablemente rápido ansioso por llegar a tiempo.
Tal parece que llegué antes, porque ellos aún no han llegado.
Desde mis aplicaciones, entro a la bolsa para tomar algún riesgo que otro. La adrenalina que te da invertir, abriendo qué puede irme bien o mal, no la comparo con nada. Estas todo el tiempo en suspenso, atento a que las cifras suban para poder retirar tu dinero.
De pronto siento un par de coches acercase, retiro el dinero que logré ganar y presto total atención a ellos.
Los señores Ferreira bajan primero. No puedo creer lo que veo. Eso no es una niña para nada. Los veo caminar hacia mi y doy gracias a dios por las gafas que me puse.
Ella es un poco más baja que la mamá y viste muy sencillo, pero su cuerpo, que cuerpo.
Seguro voy derecho al infierno por verla así.
-Dejame que te presente a mi hija Noemí- dice Ferreira y necesito volver a mis cabales.
-Un gusto volver a verla señorita Fereira.
-El gusto es mio- me contesta timida y me extiende su mano.
Todo mi cuerpo se pone en alerta con su toque. No puedes reaccionar así con una tomada de mano, amigo.
Cuando nuestros ojos hacen contacto, puedo ver su rostro tomar un color carmesí que me ha hechizado. Sus labios son de tamaño moderado y muero por tomar ese pelo castaño largo con mi manos.
Tengo que ser buen chico y seguir a mi amigo y socio mientras platicamos del negocio. Meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón para evitar que se note la maldita ereccion que me causó esa niña.
Me centro hablar sobre el negocio y que sepa que los papeles están listos. Ya escaneé una copia, se la envié por correo, asi mismo le entrego el USB con las de respaldo. Ya es un hábito que tenemos. En vez de ir a la oficina, le entrego todo en un dispositivo o traigo lo necesario para mostrarle aquí.
Un día me dijo que había renunciado a la carrera de doctor para estar mas cerca de sus hijos, por lo que no soporta encerrarse en oficinas.
Supongo que algo más familiar le inspira más confianza.
Lo comprendo, no es muy agradable estar de 7 a 12 horas al día en un lugar de tres por tres. Lo que más disfruto es poder salir del lugar y variar mi rutina. Cuando su niña pasa, el la llama y le hace saber que tiene que ir conmigo a esa reunión. Le explica lo que va a pasar y lo que espera de ella.
-Si papi.
Le contestó, si papi. Que me diga a mi si papi que va a ver como le va a la condenada. Es una maldita tentación.
Cuando casa uno tiene el contacto del otro, trato de ser escueto en mi despedida y prácticamente huyó del lugar.
Subo a mi auto y conduzco a casa. Pongo música para evitar pensar.
El camino es corto por lo que llegó y decido subir los seis pisos por las escaleras.
No soy un niño. Esto no me puede estar pasando.
Entro a casa y cierro la puerta detrás de mi. Los labios de esa niña diciendo si papi, tan dulce, me vuelan el cerebro.
Cierro los ojos para no pensar, pero veo ese cuerpo moviéndose hacia mi, lento pero seguro. Su cuerpo contorneado metido en ese pantalón justo a la cadera y ancho ocultando sus piernas, ese top blanco que deja ver casi hasta su ombligo y esa campesina fina tratando de taparlo todo. Puedo jurar que su cintura entra entre mis dos manos. Si lo que pretendía con esa ropa era disimular el cuerpo que se carga, estuvo lejos de lograrlo.
Me tiene cautivado una niña. Tiene como ¿Cuantos años menos? 12 años menos si las matemáticas no me fallan, porque a esta altura, hasta de las matemáticas dudo.
Ojos que no ven corazón que no sienten.
Mis manos bajan a mi pantalón y maldigo esta vida por ponerme estas pruebas. Con mi mano recorro mi m*****o de arriba a abajo. Ejerzo un poco de presión para ayúdame y su imagen va en mi mente.
El gusto es mío. Me dijo el gusto es mío y yo pienso en que si me lo pide por supuesto le doy el gusto. Me dejo ir maldiciendo lo que es capaz de hacer con solo un toque y me acuesto a dormír.
Esto va a ser mi secreto. Será algo que pase una vez, sola mi mente y yo, luego a concentrarme en el trabajo.
Mañana hay mucho trabajo por hacer. Entre otras cosas, verla para explicarle de la reunión. Hay mucho en juego.
Mientras pienso que dos días estaremos en el mismo espacio, primero con sus padres en la vuelta y luego completamente solos, me voy quedando totalmente dormido.
Al otro día se que empieza la locura.
Dos días seguidos hablando de lo mismo. Al menos se ve que sabe lo que hace. Su padre me sigue, pero es más fácil dirigirla a la velocidad de Noemí.
Esas dos veces fueron suficientes para que comprenda todo. Solo queda ir allí y demostrarlo.