Noemí.
La hemos pasado hermoso. Matías es súper detallista y siempre está al pendiente de mi. Estoy parada en la puerta de lo que fue mi dormitorio y no puedo evitar que la nostalgia me gane. Todo sigue igual, solo falta la cama.
Siento sus pasos detrás de mi y finjo una sonrisa, porque no le voy a contar esa parte de mi historia. Más allá de que me hago controles y demás, trato de ni pensar en esos tiempos.
Me abraza por detrás y nos quedamos viendo la habitación unos minutos. Mi cuerpo recostado a la puerta, sus piernas a ambos lados de las mías y su mentón en mi cuello. Matías gira su rostro y me da un beso.
-Ven, voy a mostrarte algo.- tira de mi e ingresamos en lo que fue el estudio de mamá.
Me asombra lo que veo y encuentro justificación para ese cuerpo que tiene.
-Hiciste un gimnasio. Que increíble. -digo genuinamente impresionada.
-Fue lo único que remodele cuando lo compré. -me cuenta muy orgulloso.
-¿Porque un gimnasio?- curioseo.
-Porque después que mi ex me dijo que estaba gordo, me obsesioné con mantenerme en línea.
Puedo notar que es una verdadera perra. El tipo está que se parte.
-No estás gordo, deja de obsesionarte así.
-Ahora no, pero cuando era más joven, si.
-No te creo, quiero evidencias. -Le digo bromeando con él y señalándolo con mi dedo.
-Ja ja, todas las fotos están en casa de mis padres. Aquí solo tengo de después que me mude de allí.
-Cuando vallas tienes que traerme. - exijo.
- Eso no va a pasar, Noemí- su cara es seria mientras lo dice.
-¿Por?
-Porque el pasado allí se queda. Vamos a poner una película y a pedir comida, si quieres.
Noto que evita hablar de su familia.
-Ok. - es lo único que digo, pero no puedo exigir saber más de lo que quiera contar.
Nuestro fin de semana se va en sexo, hablar de cosas banales y dormir.
Cuando quiero acordar, me doy cuenta de que faltan apenas unas horas para que llegue mi amiga y nunca limpie la piscina. Si no lo hago, va a sospechar.
-Me voy a casa, así organizo todo antes de que llegue Alfon. -Le digo con mucho pesar.
-¿Necesitas ayuda?- se ofrece de inmediato
-No gracias. No es la gran cosa, pero quiero prepararle algo de comer.
-Bueno. Si necesitas algo, me llamas.- aclara.
-Ok.
Nos besamos mientras me acompaña a la puerta y me voy derecho a casa a aspirar la piscina.
Ella llega tarde en la noche, pero quiero preparar todo para la U y limpiar todo lo que dejé tirado para ir a "aprender" algo nuevo.
Entre lavar, secar, lavar la vajilla, doblar y guardar la ropa, tender mi cama y regar el jardín ya es de noche muy oscura.
Alfonsina llega a eso de las 11 de la noche y parece que un tren le pasó por encima.
-Amiga, ¿Cómo estás?
-Desarmada, Noe- y la pobre suspira- Solo a mi se me ocurre hacer un viaje para estar el mismo tiempo en un avión que en casa.
-Pero disfrutaste.- afirmó más que preguntar.
-Si obvio, pero te juro que si no es fin de semana largo, no voy nunca más.
Se le nota en la cara el cansancio y me da pena.
La llevo a comer, y nos acostamos a descansar.
Comienza otra semana completa de trabajo, trabajo y estudios. En la tarde, Matías pasa por casa cuando Alfon esta en la U, sino voy yo a la suya, hasta que Alfon avisa que viene saliendo para casa y yo regreso.
Con mi amiga, siempre hemos mantenido la costumbre de avisarnos a que hora vamos o volvemos, porque la otra siempre está atenta de que llegue con bien.
Voy a convencerla de aprender a manejar para que no tenga que gastar tanto en taxi a la noche.
El viernes llega y se que mañana también lo harán mis padres, pero hoy tenemos una misión más importante. Ir a las Vegas por unos documentos y el vendito video, que según nuestro socio, ya está listo.
Alfon nos acompaña porque no tiene clases, hoy. Tenemos que ser discretos todo el vuelo y también allá.
En el avión nos subimos juntas y vamos hablando de la U y un chico que le gusta mucho. Tal parece que el también de ella. Como buena amiga, no me queda de otra que darle ánimos. Al menos que lo invite a tomar un helado.
-No estoy segura de que quiera, Noe.
-Si no lo intentas, te quedarás con las ganas. Sino invitalo a ver una peli en casa.
-Se lo voy a proponer a ver que dice.
-Esa es mi valiente amiga- y la abrazo.
-¿Qué tal tu?- me pregunta de pronto y yo no sé ni qué decirle.
-¿Algún chico que te guste?
-Nadie que me guste por ahora- levantó mi hombro en señal de que no me interesa y pienso que hay un hombre, no un chico. Pero me niego a decirlo en voz alta.
-Siempre niña buena, eh?- Me dice con una sonrisa.
Siempre bromeamos con lo mismo, porque por lo general evito tratar con muchos hombres.
-Por siempre amiga.
Pensándolo bien, ni en la U trato con hombres. Mi relación es con los hombres de mi familia, el resto simplemente no me interesan, a menos no hasta que conocí a Matías.
El resto del viaje se nos va hablando de su visita a casa, la familia y demás.
Al bajar del avión y salir del aeropuerto, vemos a un chófer esperándonos y nos subimos los tres.
Matías va adelante y nosotras atrás.
El señor Holt nos recibe muy bien como la vez anterior. Lo que no esperábamos era al diablo, o también conocido como señor Dublin.
-Que lindo ver a la pareja nuevamente. Y con compañía.
-Mi hermana- le dice Matías con mucha seriedad.
Mi amiga me tira para atrás.
-¿Puedes explicarme que fue eso?- me dice sería.
-La mentira que le tenemos que decir para que nos deje en paz.- contesto igual de sería.