37. Superarme.

1031 Words
Matías. Ya han pasado dos semanas desde que Noemí terminó lo que teníamos. No lo superó, pero debo reconocer que la comprendo. Ella quiere la admiración de sus padres. Yo ni la quiero ni la necesito porque mis padres no significan nada para mi. La primera semana, luego de regresar de Las Vegas y terminar, ella no fue ni a la universidad ni a la oficina. Por un lado fue lo mejor. No se si pueda tolerar tenerla tan cerca y no tomarla entre mis brazos y raptarla. Ahora, por el receso, la oficina está cerrada, pero yo no dejo de trabajar y lo hago desde el comedor de casa. No soportó estar mucho tiempo en los espacios que compartíamos cuando venía. Sus ausencia me duele mucho. Le confesé que la amo. Me da risa porque en realidad parezco un adolescente desesperado, pero no pude evitarlo. Mi timbre suena y la esperanza de que sea ella me roban una sonrisa. -¡Voy!- grito mientras reparo mi aspecto en un espejo. Abro la puerta con una sonrisa que se congela ahí mismo. -Buenas, mi buen amigo. ¿Cómo estás?- Brandon me tiende su mano. -¿Como esta señor Ferreira?- su visita me sorprende y quedo estático. - Pase, pase- lo invito cuando logro reaccionar. -Mejor que tu por lo que puedo ver ¿eh?-levanta una ceja curioso. Su hija rompió conmigo, casi digo. -Atareado nada más. - contestó en cambio. -Ya te veo. ¿Cómo va todo con las inversiones? -Todo bien, venga y le muestro. Nos acercamos a mi computadora y voy detallando todos los movimientos que hemos echo. -Son increíbles. Mi hija me dijo que no ha estado yendo a la oficina ¿todo bien?- interroga. -Si. Estaban preparando sus materias y dejé que eligieran si querían ir o no. No sirve de nada que vallan a la oficina si no pueden aprobar. - finjo estar convencido de ello. La realidad es que ella me esquiva todo lo que puede. -Esta bien. A ti no te veo bien ¿necesitas algo, Matías? -No señor, Gracias. - a su hija sería un buen inicio, pero ella no quiere. -Te quería invitar a cenar. Estamos todos en casa, mi esposa y los niños. -No. Gracias. Está bien- lo esquivo. -¿Algún motivo?- se endereza para mirarme. -Solo que estoy ocupado, nada más. En otra ocasión será. Ruego que no sea capaz de leerme como Mauricio porque sé que va a romperme la cara por algo que ya no existe. Sus ojos se entrecierran para analizarme. -¿No estarás enfadado por lo que escuchaste la última vez, cierto? Pienso de que habla, hasta que lo recuerdo con claridad. Miró mis manos como niño pequeño regañado, finjo una sonrisa y lo niego rotundamente. -No, claro que no. -No te creo, Matías. Voy a aprovechar para disculparme si te hizo sentir mal, pero sabes que no creo eso de ti. Lo miro a los ojos con dudas. Si la memoria no me falla, me llamó don nadie y que no era importante. -Realmente no conozco tu historia. Jamás quisiste hablar de ello- continúa a pesar de mi silencio- Puedo notar que eres un buen hombre. Haz luchado toda tu vida por lograr lo poco o mucho que tienes y cualquier padre estaría orgulloso de que fueras su yerno, solo que para mi- ahí caen los peros, pienso mientras hace una pausa- Para mi es difícil reconocer que mi hija crece y puede querer su vida lejos de mi. Me perdí 8 años de su vida ¿sabes? -Lo contó la historia de casualidad en una comida- respondo, aunque en realidad lo hizo su tío. -Pues bien. Desde ese día he tratado de estar lo más cerca de ella que me permite. Con mi esposa discutimos mucho por eso- palmera mi hombro- pero ya lo entenderás cuando tengas tus propios hijos. ¿De veras estás bien? -Si, no se preocupe- pongo la mejor sonrisa que puede salirme. -Yo creo que alguna chica dañó tu corazón. Así me veía cuando Less abandonó nuestro país y yo me enojé porque lo hizo con mi hija. -No, no. Quedé tranquilo que esta todo bien. -Bueno, entonces me voy a cenar con mis chicas- dice abandonando su asiento- si te arrepientes sabes donde encontrarnos. -Esta bien- caminamos a la puerta y nos despedimos. Al cerrarla simplemente me derrumbó. Hasta ese hombre que dice ser mi amigo ve lo que me pasa ¿Cómo lo oculto del resto? Los días pasan deprisa y en un abrir y cerrar de ojos, ya las clases retoman y pasa una semana más hasta que la vuelvo a ver. Mi corazón late fuerte en mi pecho. Su pelo ondea con el viento y una sonrisa brilla entre sus hermosos labios. Mis manos pican por tocarla mientras la veo cruzar a la vereda del frente de donde me encuentro. Estoy en un café frente a la plaza de su universidad. Vine a reunirme con un posible inversor y quedé solo cuando se fue. Que bueno que decidí terminar mi almuerzo, desde aquí la veo con claridad. El viento mueve su ropa, rodando su cintura con el aire fresco. El cemento gris es opacado por su caminar ágil y tranquilo y las copas de los árboles verdes, hacen competencia por su atención. Por un momento se detiene mirando a todos lados. Quizá espera a su amiga, porque hoy le dí libre. Siempre le pregunto como esta y me dice que la ve bien y tranquila, pero no me lo creo. No puedo creer que los casi cuatro meses que compartimos no hayan significado nada para ella. Estoy realmente convencido. Saca su celular y recibe una llamada que le roba sonrisas. Por un momento me veo tentado a salir y me paro de mi lugar para seguir viéndola por la ventana, hasta llegar a la puerta. Un auto se detiene frente a ella y baja un tipo que nunca he visto. Mi corazón se hace trizas cuando veo que la saluda con un beso en esos labios que me basaban a mi. Parece que el único que sintió fui yo. Ella ya me superó.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD