Noemí.
-No digo lo contrario Matías. Solo quiero hacerlo bien. ¿Puedes entenderme?- mis propias lágrimas se acumulan, pero no las dejo caer
-La verdad es que no. No entiendo porque terminar para volver a empezar.
-Porque siento que decepcionó a mi familia. Merezco la oportunidad de hacerlo bien y que me puedas entender Matías. Solo ponte en mi lugar.
-Me he puesto en tu lugar un montón de veces Noemí. Te dije que si hablábamos con tu tío teníamos que contarle todo ¿y que hiciste? Todo a medias para ocultarme. No quiero ser un sucio secreto.
Esta realmente herido, pero no puedo hacer lo que desea. Mi mente piensa en algo para mantener esto que tenemos y a la vez que no nos descubran.
-Podemos vernos acá cuando esté Alfon, cariño. Luego solo dejamos que el tiempo corra y salga la anulación y luego hablamos con mis padres si es lo que quieres- le ruego en un último acto de no terminar esto.
-¿Y que vas a hacer si nos descubren? Porque puede pasar. Ese tipo- señala a cualquier lugar en su espalda- ese tipo aceptó nuestro desafío y va a hacer lo posible por demostrar que nuestro matrimonio no es falso.
Sus palabras chocan contra mi con violencia. No lo había pensado así.
-Entonces hay que cortar con todo de raíz. Al mal paso hay que darle prisa- le contesto medio aturdida.
-¿Es lo que quieres? ¿Eso te hace feliz? ¿alejarnos?- sus lágrimas caen y las mías también.
-No me hacen feliz, pero es lo que hay Matías. - levanto mis manos para que vea lo obvio.
-Yo te amo ¿sabes?- doy un paso atrás con sus palabras- Si solo fueras un poco más valiente, pero veo que eres más feliz huyendo de tus sentimientos.
-No huyó de nada. Quiero salir de este lío. No puedes ser egoísta y pedirme que decepcione a mis padres con esto- mi rabia burbujea fuera de mi cuerpo.
-Yo creo que no estás preparada para afrontar lo que se viene. Esta bien tener miedo, amor. Pero no dejar que te doblegue. Me voy a casa.
Se da la vuelta y se retira. Sus palabras me duelen. Su lejanía me duele, pero estoy convencida que esto es lo mejor que puede pasar. No estoy preparada para lo que me pide. Tiene razón en eso y no puedo pedirle que se quede a esperarme.
-Lamento que esto termine asi- las palabras y el abrazo de mi tío hacen más profundo mi llanto. - Hay que ser valientes para aceptar lo que nos pasa, cariño.
El me llama cariño y no se cuando volverá a hacerlo.
Me duermo agotada de llorar. Durante esa semana no asisto a clases ni a la oficina. Mi amiga me mira con pena cada vez que se acerca a traerme los pendientes de la U.
Mi tío se fue, no sin antes darme todo el sermón.
Aprovecho y me tomo el tiempo de ir a la clínica Orion a revisar mi cuerpo. Tengo la costumbre de hacerlo cada seis meses, por mis padres y por mi.
En algunas ocasiones voy con miedo a que la enfermedad regresen y me regreso aliviada cuando todo sale en orden.
Nunca hablamos de esto con Matías. Supongo que no lo notó o jamás se entero. Por mi nunca lo hará.
La semana que viene entro en periodo de exámenes y no puedo faltar a la U. Comienzo a juntar los pedazos que quedan de mi y de convencerme que todo está bien.
Por suerte esa semana llega tan rápido como se va. Mis notas son buenas y las vacaciones están a la vuelta de la esquina. Pensaba ir a casa, pero a mi madre se le ocurrió que era buena idea venir unos días de paseo con todos mis hermanos.
Milagros y Salvador están felices, sin embargo Germán no.
Ya hace dos días que están acá. He echo todo lo posible para camuflar mis sentimientos.
-Voy a ver a Matías. Quiero aprovechar a saber como va todo. - dice papi.
-Ya te dije que va todo fenomenal, papa- ruedo mis ojos.
-Igualmente. Hay que aprovechar y nos tomamos un café. Sigue siendo mi amigo, princesa.
Esas pocas palabras y se va.
Yo camino hacia la piscina donde está mamá y mis hermanos.
-¿Te hiciste los controles cariño?- ahí viene mamá gallina.
-Si, ma. Salió todo normal. El doctor dijo que todo va bien.
-Me alegro mucho, mi vida. ¿Tu como estás? Te noto rara- me levanta el mentón para mirar mis ojos.
-Cansada tal vez. Fueron semanas duras los exámenes. Por suerte aprobé todo el semestre. - Le contestó con una sonrisa para tranquilizarla.
-¿Algún chico que te guste? - se interesa con una mueca graciosa.
-No ma. Hay un par que están interesados pero no lo se.
-Si no les das una oportunidad nunca lo sabrás, mi cielo. Deberías aceptar salir con alguno de ellos al menos.
-Quizá lo haga cuando termine el receso. - Le confirmo para que se quede tranquila.
Me quedo pensando en ello y tal vez no es mala idea. Yo terminé lo que teníamos con Matías y es una buena forma de comenzar.
Tengo que dejarlo ser, porque necesito esa anulación. De pronto escucho los pasos de papá y me giro para ver al hombre de mi vida, moverse como si fuera un modelo. Sus ojos marrones bajo esa hilera de pestañas me derriten. Su mirada siempre es cálida para sus hijos y su esposa. A menos que este enojado. Ahí sólo quiero esconderme debajo de la cama.
Viene serio en esta ocasión. Parece que algo le preocupa y no puedo comprender que es hasta que abre su boca.
-Invite a Matías para cenar con nosotros y se negó rotundamente -levanta sus hombros.
-Dado las últimas palabras que escucho de ti, no creo que quiera venir a escuchar otras tantas, amor.
-Tu sabes que no lo digo enserio. Lo aprecio mucho, amor. Solo que mi nena es mi nena. No puedo con ello. - se justifica.
La conversación es entre ellos. Yo no emito comentarios.