“¡Vamos! ¡Ya casi está todo listo!” Fabio entró a la oficina de Alejandro, sumamente emocionado. Era el cumpleaños número treinta y cinco de Alejandro y Fabio se encargó de organizarle una fiesta por todo lo alto aquel viernes veinticinco de noviembre. “Te veo muy animado, Fabio. Me duele la cabeza.” “¿Justo hoy? ¿Es en serio? Es tu cumpleaños, Alejandro y he invitado a muchas personas especiales.” Alejandro levantó la cabeza, observó a su amigo con una sonrisa forzada y luego se puso de pie. “No tan especiales como crees.” Dijo Fabio, para que su amigo no creyera otra cosa. “Si tanto piensas en ella, ¿por qué no vas a ver cómo está?” “Porque me odia, Fabio. ¿De qué sirve que vaya? No tiene sentido. No quiero estar cerca de ella, no si seguirá viéndome de ese modo o haciéndola sentir m