Melissa
¿Conoces esa sensación de que el mundo acaba de detenerse y que las únicas personas que podemos movernos somos yo y mi nuevo profesor atractivo?
Eso es lo que siento en este momento. Estoy en estado de shock, no podía imaginarme tener esa sensación de querer tirarme en esos brazos, ni yo mismo lo entiendo. Todo me resulta confuso y verlo venir hacia mí no me ayuda en nada.
Estoy atrapado en tu mirada. Todo está tan nublado en mi mente, quiero arrojarme a tu cuerpo firme y al mismo tiempo huir de todo.
— Buenos días, puedes pasar — dice mi nueva profesora. Mi señora de corazones apasionados, este hombre es muy, muy caliente. Oh Padre mío, qué pensamientos tan impuros tengo hacia él. - ¿Estás bien?
"Sí, lo soy", logro tartamudear. Voy a mi escritorio y veo que Gabi me mira de forma extraña. - ¿Qué fue? — pregunto y ambos miramos a la profesora regresar al pizarrón.
— Qué pasó, déjeme decirle, doña Mel. ¿No fue eso extraño? — comenta y sinceramente no sé de qué está hablando, así que lo dejo ahí.
Me acomodo en mi asiento y lo veo moverse por la habitación como si estuviera aquí… no sé cómo decirlo… como si fuera de su propiedad, tal vez sea eso.
¿Y cómo estoy? Puedo decir que estoy babeando por este hombre. Es curioso que nunca me hayan interesado los hombres mayores. Me obsesiono con el hombre que habla con autoridad, explicando su manera de enseñar, y me pierdo en pensamientos impuros... Me gustaría poner mis manos en su cabello n***o y despeinarlo, al mismo tiempo oler el perfume. llamado “olor a hombre”. Estoy perdida en mis pensamientos cuando Gabi me sacude.
— Eso duele, Gabi — exclamo suavemente al ver que la profesora caliente está escribiendo algo en la pizarra.
— Mel, presta atención y seca la baba que te sale de la boca — dice suavemente.
— Estoy prestando atención — susurro y escucho a la ardiente profesora llamarme la atención.
— Señoras, no están prestando atención a lo que estoy escribiendo en la pizarra — dice, en tono arrogante. Bueno, la profesora caliente sale del campo y entra la profesora ruda y maleducada... preciosa. Necesito controlarme, este hombre me está volviendo loca.
Mi amigo y yo nos disculpamos y antes de que se ponga malo presto atención a lo que está pasando lo que más quiero es salir corriendo de aquí e ir a mi habitación y esconderme allí para tratar de poner algo de orden en mi cabeza. Vaya, no puedo creer que estuviera sintiendo algo por ese ogro hijo de puta.
-Extrañar. — Me llama el profesor y me asusto, estaba distraída por su culpa.
— Sí, lo siento — respondo sin mirarlo directamente. Miro a mi alrededor con timidez y veo que todos me miran de forma extraña.
— ¿Estás prestando atención en clase? — pregunta en tono arrogante.
— Sí profesor, estaba prestando atención — respondo y regresa nuevamente al pizarrón.
Tomo el bolígrafo e intento anotar todo en la pizarra y registrar en mi cabeza todo lo que me explica. Un rato después suena la campana del entretiempo. Empaco mis cosas y salgo del salón antes de que la maestra venga detrás de mí y me pregunte qué estaba pasando. Aunque él no preguntaría nada. Es nuevo aquí y ciertamente no debería haber encontrado extraño mi comportamiento. Sólo me llamó la atención porque estaba distraído.
— Bueno, Mel, ¿qué pasó? — pregunta Gabi, sobresaltándome. — Mel, ¿estás bien?
—Nada, Gabi, solo estoy un poco distraída. Estoy bien, puedes estar tranquila —le aseguro, intentando, sin éxito, demostrarle que estoy bien.
— Mel, tomemos un refrigerio —dice Gabi y me arrastra hacia el patio. Aunque no quiero me dejo llevar, así hablamos de diferentes cosas y no mencionaré nada del profesor.
— Gabi, ¿qué te pareció la profesora? — Pregunto de repente y quiero patearme por hacer ese tipo de preguntas.
- Oh, hombre, no lo sé. Para mí es como todos nuestros profesores, ¿por qué? — pregunta curiosa.
- No sé. Algo en él, bueno... debe ser una tontería mía — concluyo, ya cambiando de tema. — Déjame preguntarte, ¿vamos al centro comercial?
- Por supuesto. ¿Cuando?
— Hoy tengo ganas de comer ese helado de McDonald's.
—Vamos después del almuerzo —dice Gabi y yo acepto.
— Quería coger un libro para leer.
— ¿Qué libro? — pregunta mientras muerde un trozo de su merienda.
-No sé. Creo que es de terror —– bromeo, haciendo reír a Gabi. Pero su risa muere y sus ojos se abren, como si estuviera viendo un fantasma. — Gabi, ¿qué pasó? ¿Estás bien?
— Hola maestra — dice y cuando miro hacia atrás y veo que es la maestra
deleitar
— Hola chicas, ¿cómo están? — Nos saluda el guapo ogro de mi maestro.
— Bueno, profesor — responde Gabi y luego me mira. ¿Y qué voy a responder? Mire maestra, no me siento bien porque está usted a mi lado. No creo que sería una buena idea si dijera eso.
— Y señorita Melissa, ¿cómo está? — pregunta dando una sonrisa.
El tipo de sexy que me hace pensar que morí y fui al cielo. No, creo que me fui al infierno sólo de pensar en él como hombre. —Melissa, ¿estás bien?
- Ah, lo soy. Estaba distraído... quiero decir, avergonzado.
—¿En qué estabas pensando? — pregunta y mira directamente a mi boca, como si quisiera devorarla. Aunque ese pensamiento no es bueno para mí.
—Nada, maestra, cosas del colegio — respondo rápidamente. — ¿Qué opinas de la escuela? — Decido que lo mejor es cambiar de tema.
—Esta es una buena escuela. Pero dime, ¿es este tu último año aquí? — pregunta, con una mirada curiosa.
— Sí, este es mi último año.
Gracias a Dios.
— ¿Tiene la intención de hacer un curso o ir directamente a la universidad? — Está haciendo todo lo posible para iniciar una conversación.
— Todavía no lo sé, profesor — respondo con sinceridad.
— ¿Y usted, señorita Gabriela? — Aparta la mirada de la mía cuando le pregunta a Gabi.
—Yo tampoco lo sé, profesor. —– Noto que tarda un poco en responder. Todos estábamos en silencio y no sabía qué más decir cuando finalmente habló.
— Bueno, las voy a dejar chicas y voy a ir a hablar con las maestras — dice y me mira un rato. Luego se dirige hacia una de las profesoras que, en mi opinión, es hermosa.
— Mel, ¿qué cara es esa?
—Qué tipo. - No estoy de acuerdo.
— Ese tuyo parece que estás intentando estrangular a alguien — bromea y yo me río.
— Tu impresión — digo. Pronto suena el timbre y nos dirigimos de regreso al salón de clases. La próxima asignatura será la que más me gusta, biología. Nuestro profesor, por cierto, también es un gato, lástima que no me sacudió de la misma manera que me mueve Eduardo Santana.
Nos reímos mucho de su forma de dirigir las clases, siempre explicando lo más claramente posible y con algunas bromas para que recordemos alguna parte importante. Nos dio trabajo que hacer y nos dijo que dentro de una semana tendríamos una prueba.
Así que aprobé todas las clases y ahora presté atención a todo, no tenía una profesora sexy que me distrajera. Suena el cartel de salida, cogemos nuestras cosas y nos dirigimos a mi casa. Tan pronto como llegamos, les dijimos a nuestras madres que íbamos al centro comercial.
Nos dimos una ducha y nos preparamos con ganas de ver una sesión de cine. Lo que más quiero es distraerme y sacarme de la cabeza a cierto profesor ogro.
Frente al cine miramos todas las películas que proyectan y yo hago la cola en la taquilla mientras Gabi va a comprar palomitas. p**o las entradas y al salir me cruzo con alguien.
— Lo siento, jovencito —– pregunto, sin mirar.
—No fue nada, Melissa.
Bien, ahora estás jodido para siempre. Pues ya os podéis imaginar quién es. Él mismo, el ogro sexy de mi profesor.