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Melissa espanhol

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Blurb

Melissa

¿Qué harías si entraras a un salón de clases y te encontraras cara a cara con un hombre alto, moreno y guapo, vestido con traje y corbata?

Bueno, esto me está pasando a mí. Me llevo un susto. Cuando voltea y me ve caminando hacia el salón de clases, me mira con esos ojos oscuros llenos de deseo y me hace querer inmediatamente correr a sus brazos y refugiarme en ellos. Mierda, ¿quién es este hombre? Este hombre es mi maestro y sólo tiene un problema: ¡Creo que me enamoré! ¿Qué tengo que hacer?

Eduardo

Desde el momento en que la vi por primera vez ¡quedé encantada! Ella apareció frente a mí como un ángel prohibido. Su nombre es Melissa y solo hay una cosa: ¡es mi alumna! ¿Qué tengo que hacer? Me encontré enamorada de una diablita con cara de ángel y lo único que más deseo es tenerla en mis brazos. Mi dulce y maravillosa pelirroja, te enseñaré, como tu amante y maestra, una lección que nunca olvidarás.

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Capítulo 1
Melissa Mi día no empieza muy bien. Me despierta un bendito despertador. Qué pena, madrugar no es mi fuerte, creo. Sé que probablemente no entiendas nada, pero con el tiempo lo entenderás. Tengo diecisiete años, estoy en el último año de secundaria y, gracias a Dios, estoy a punto de graduarme. Vivo con mi madre, Elisa. Mi padre murió cuando yo era pequeña, víctima de un accidente. Mi madre no es alguien que hable de su vida y lo respeto. Pero ella siempre me dice que estaban enamorados, hasta que una noche él terminó teniendo un accidente, dejándome a mi madre viuda y a mí huérfana. Después de la muerte de mi padre, mi madre ya no era la misma, nunca salía con citas ni siquiera salía con sus amigos, especialmente con la madre de Gabi. Sabes, me gusta pensar que mi príncipe azul me espera afuera, un día nos conoceremos, nos enamoraremos, nos casaremos y viviremos felices para siempre. Los pensamientos que tengo sobre conocer al Príncipe Azul... hablar sobre el matrimonio... estoy realmente loco. Miro alrededor de mi habitación y veo que es como siempre quise, claro que no todo es rosa como le gusta a la mayoría de las chicas. No, la mía las paredes están pintadas del color del cielo, con nubes. Mi cama, donde estoy ahora, es una cama doble, siempre he sido muy espaciosa. En ese momento, me da pereza levantarme, pero me armo de valor y me levanto lentamente. Vaya, tenía tantas ganas de quedarme en mi cama que parece que me llama: “Ven, Mel, acuéstate aquí. Estoy muy feliz, esperándote, mira estas láminas, que ricas…” Oh, cama malvada, creo. Y con una última mirada a ella, voy directo al baño y me doy una ducha larga y caliente para ver si me despierto. Soy la pereza personificada. Cuando termino vuelvo a mi habitación a ver qué me voy a poner, claro que tiene que ser el uniforme. Lo confieso, es ridículo tener que usar esa camiseta negra con el emblema de la escuela. Lo bueno es que podemos elegir el pantalón. Siempre uso jeans. Cuando me visto, me miro al espejo y veo que tengo un cuerpazo. No es que sea Miss Universo, pero creo que vale la pena el gasto. Tengo un cuerpo normal para cualquier adolescente y siempre paso por ese efecto acordeón, subiendo de peso y perdiendo peso enseguida. Pero no soy esa clase de chica que se preocupa por mantenerse delgada, como una modelo, no. Como de todo. Soy bajita, pelirroja y tengo algunas pecas en la cara. Como debe ser toda pelirroja, vengo con unos ojos verdes grandes y expresivos. Me peino el pelo largo y lo ato, dejando algunos rizos sueltos, lo que me hace parecer a la vez una niña y una mujer fatal. Me maquillo muy ligero, voy al colegio y no a una fiesta. Aunque pronto será nuestra graduación, quiero decir... Ojalá pudiera, todavía estamos en el inicio de clases. La canción So What de Pink suena en mi habitación y sé que es mi teléfono celular el que suena. Cuando levanto el dispositivo veo que es mi amiga Gabriela. ¿Conoces a esa persona con la que puedes contar para todo? Pues entonces es ella. —Habla, Gabi. — Respondo, muy directo. —Hola Mel. Estoy afuera esperándote — advierte Gabi. Voy a la ventana de mi habitación y la veo parada allí, mirando por la ventana. Cuando me ve, agita la mano y yo respondo de la misma manera. — ¿Por qué no entras a casa, Gabi? —No, Mel. Si entro, nos involucramos, charlamos y nos olvidamos de la vida. Quiero ir pronto a la escuela para ver si mi día termina pronto — dice entre dientes. Bueno, viste que no soy el único que se queja de la escuela. Me alejo de la ventana y agarro mi mochila con forma de calavera. —Ya voy, amigo —digo. — Ok, te espero, pero no pasará mucho tiempo — Acepto y apago el celular. Voy a encontrarme con mi madre, quien mira con desaprobación cuando ve mi cabello. Para ella, mi cabello tiene que estar suelto y no recogido como está. —Mamá, llego tarde — digo rápidamente antes de que se le ocurra el cuento de que tengo que prepararme mejor. —Ya veo, Mel. Al menos tómate un jugo —pide. Voy a la cocina y tomo el jugo que ella hizo con mucho cariño, lo bebo rápidamente mientras la escucho decir: — Mel, deberías despertarte más temprano. Nunca he visto a una chica dormir tanto como tú; te quejas y tengo que estar de acuerdo. — Mamá, necesito dormir, todavía estoy creciendo y ya sabes cómo las hormonas en esta etapa nos dan sueño — Justifico y veo la cara de perplejidad de mi madre. — ¿Gabi no quiere entrar? — No. La invité, pero dijo que llegaríamos aún más tarde — respondo. Veo a mi madre tomar un biberón y llenarlo de jugo. — Llévaselo a ella — dice y me entrega la botella. — Asegúrate de comer algo adecuadamente. ahí, ¡eh! — Gracias mamá, puedes dejarlo. Le doy un beso rápido y le hago saber que estaré en casa para almorzar. Esta es una de las cosas que más me gusta hacer. Me encanta pasar tiempo con ella y, por supuesto, con mi amiga Gabi. Me despido nuevamente de mi madre y salgo de casa. Encuentro a Gabi caminando de un lado a otro. Seguro que ya estás nervioso porque tardé tanto. antes del mes En cuanto abro la boca, ella me ve y dice: — Joder, Mel, ¿cuánto tiempo duró eso? ¿Estabas produciendo para tu príncipe azul? — pregunta en tono mordaz. —¿Qué animal te mordió, Gabi? — pregunto, encontrándome ya extraño que hable así. Aunque luce así cuando tiene síndrome premenstrual. — Tengo síndrome premenstrual, ¿puedes creerlo? — comenta y yo simplemente estoy de acuerdo. Le entrego la botella y ella me mira sin entender nada. — Mi madre te envió esta botellita de jugo de naranja. —Dale las gracias más tarde, Mel. Lo siento, pero me siento fatal cuando tengo síndrome premenstrual —dice un poco avergonzada. Sé lo que es, pero en mi caso, incluso terminaré en el hospital con mucho dolor. Mi madre me llevó al ginecólogo cuando cumplí quince años y me recomendó tomar anticonceptivos para ayudar a aliviar el dolor. Gracias a Dios mejoraron y sé que no puedo quedarme sin tomarlos. — -Yo lo digo. Vámonos, porque el tiempo pasa rápido y, si no nos damos prisa, hoy no podremos entrar al colegio —concluyo y aceleramos el paso hacia la parada del autobús. Incluso podríamos caminar, pero no demorarnos. Nos dijeron que tendremos un nuevo maestro a partir de hoy y no quiero llegar tarde el primer día. — Gabi, ¿cómo crees que debería ser esta maestra? pregunto, curioso. — Como mínimo debe ser bajito, gordito y feo — dice riendo. Esta maestra tomará el lugar de nuestra maestra, quien decidió andar en moto con su esposo y se cayeron, ella terminó lastimándose la rodilla y no podrá andar por mucho tiempo. — Debe serlo, me encantaría que fuera menos molesto que nuestra profesora Adriana — comento. — Ojalá — asiente Gabi. Pronto veo la escuela y nos hago una señal para que bajemos. Seguimos el resto del camino riendo, realmente soy un payaso, me río de todo, hasta de las películas de terror. Justo en la puerta saludo a algunos amigos de otras habitaciones. Gabi se pone delante de mí y termino quedándome atrás. En el pasillo veo a un hombre que, en mi opinión, se puede llamar un hombre con H mayúscula. Alto, moreno y luce increíblemente hermoso, el traje y la corbata añaden un encanto adicional. ¿Pero entró al aula? Eso me parece extraño. Unos pasos más y entro a la misma habitación. Cuando se da vuelta, me mira con esos ojos oscuros llenos de deseo y me dan ganas de correr a sus brazos, donde estaría acurrucada en ellos para siempre. Sacudo la cabeza, alejando los pensamientos. Mierda, ¿quién es este hombre? ¿Es el nuevo maestro? Creo que me enamoré.

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