10. Lo Que Fuimos

1439 Words
[AMADEO] Al salir del taller después de aquel momento donde mis sentidos han sido puestos a prueba por aquella imagen de ver a Anahí vestida de novia, las palabras entre los dos parecen haber desaparecido. Ella tan solo juega con su cabello como una clara demostración de nervios mientras caminamos hacia el estacionamiento de la empresa —Todavía recuerdo cuando entrabamos al taller y tu madre tenia que estar buscándote entre las telas, te juro que no puedo creer que ahora seas una de las mejores diseñadoras, realmente estoy muy orgulloso de ti— Le confieso mientras cruzamos la puerta de la entrada principal de la empresa. —Muchas gracias, fueron años para llegar a esto, pero lo estoy consiguiendo, ¿y tú? ¿te harás cargo de todo? — Me pregunta mientras que me mira y nuestras miradas de cruzan por un instante. —Es la idea, mi padre quiere que comience de a poco a hacerme cargo de todo y continúe con el legado familiar— Explico. —¿Y tu quieres o es más bien una obligación? — Indaga cuando ya llegamos a mi auto y le abro la puerta. Hago una breve pausa en mi respuesta y me doy la vuelta para subirme del lado del conductor y una vez dentro la miro mientras que me coloco el cinturón de seguridad —Me gusta trabajar en la empresa, creo que aun me queda mucho con que familiarizarme, pero estoy seguro de que podre hacerlo— Le respondo y me sonríe tímidamente —¿A que restaurante te gustaría ir? — Indago. An me mira como intentando hacer una elección y simplemente encoje sus hombros —Por mi una pizza estaría bien, cualquier cosa esta bien por mi— Me dice haciéndome sonreír ya que estoy acostumbrado a pagar por cenas mucho más caras cuando salgo con Antonella. —¿Nuestra pizzería favorita? — Le propongo haciendo que una enorme sonrisa se dibuje en su rostro. —¿Todavía la recuerdas? — Me pregunta sorprendida y asiento. —Claro que si… vamos allí entonces— Dispongo y pongo el coche en marcha. —Hace tanto tiempo de eso…— Murmura. —Nuestros padres sabían donde encontrarnos después de clases— Comento divertido y se sonríe. —Creo que el dueño del lugar los ha llamado algunas veces— Añade entre risas. —No lo dudo, mínimo nos veía 4 días a la semana allí— Recuerdo sonriente y por un instante el silencio reina dentro de este lugar y al parecer esto es algo que a ella le incomoda. —¿Puedo? — Pregunta llevando sus dedos al control del estéreo del auto. —Claro…— Respondo de inmediato y ella rápidamente enciende la radio. No sé si es un juego del destino o una simple casualidad, pero la voz de Tiziano Ferro suena en la radio con una de las canciones que se era de sus favoritas “acceto miracoli”, ella de inmediato comienza a cantar y yo tan solo la miro.    Cosa ti lascio di me? E di te io cosa prendo? Prendo un tatuaggio prendo quella sera prendo questa lacrima e cosa mi lasci di te? E di come tu cosa prendi? Scegli una canzone scegli il mio silenzio scelgo di non rivederti…— (Dime qué quieres de mí, y de ti yo qué me llevo este tatuaje. Me llevo esta tarde todas estas lágrimas. Di qué me dejas de ti, y tú dime qué te dejo. Elige una canción elige mi silencio. Yo me quedo con no verte) canta y yo tan solo me pierdo en cada uno de sus gestos mientras que el techo del auto va bajando dejando que el viento juegue con su cabello y ella sonría ante este gesto.     —¿Sigue siendo de tus favoritas? — Me atrevo a preguntarle y ella me mira sonriente.  —Siempre… significa mucho para mi— Murmura. —¿Puedo preguntar por qué? — Inquiero y niego. —No tienes porque saber todos mis secretos— Me responde de inmediato e inevitablemente muerdo mis labios. —Antes lo sabía todo de ti— Rebato. —Cuando era una niña— Se defiende. —Esta claro que ya no eres una niña… pero así todo, me encantaría saber todos tus secretos— Explico y ella niega. —Eso no ocurrirá, lo siento— Dice y sube el volumen de la música dejándome muy claro que esta conversación se ha terminado aquí. No puedo dejar de pensar en cuantos secretos serán los que ella guarde… 《¿Qué cosas esconderá Anahí Del Valle?》  En cuestión de unos cuantos minutos estaciono frente al restaurante y como todo un caballero bajo primero para después ir a abrirle la puerta y ayudarle a bajar a ella —Señorita— Digo mientras toma mi mano y baja del coche.   —Muchas gracias. — Responde sonriente y me suelta para que comencemos a caminar.   —Tengo tantos recuerdos de este lugar…— Murmuro. —Lo sé, me pasa igual…— Contesta y una vez que llegamos a la entrada le abro la puerta para que entre y detrás de ella entro yo.  La host del lugar rápidamente nos da la bienvenida y nos lleva una mesa para dos —Este lugar sigue igual— Comento observando todas las fotografías que cuelgan en las paredes, y es que este sitio se caracteriza por tener fotos de muchos de sus clientes como parte de la decoración. De repente mi mirada se centra en un cuadro que hay en una de las columnas y como consecuencia me desvió del camino —¡An! — La llamo. —¿Qué? — —¡Ven! ¡Mira esto! — Le digo y disculpándose con la mujer que nos llevaba a nuestra mesa, ella se acerca a mi. —¿Qué ocurre? — Cuestiona y le señalo la foto donde estamos los dos —¡No! ¡Mira esto! — Exclama entre risas nerviosas. —El ultimo día de clases, ¿no? — Pregunto. —Uno de ellos— Responde y se sonríe. —¿Tendrías que? ¿12? ¿13? — Indago. —12… y estaba de pésimo humor, lo recuerdo perfecto, nunca olvidare ese pantalón…— Comenta y tengo que mirarla. —¿Por qué? — Inquiero perdido en su mirada. Ella esquiva mi mirada y juega con sus labios —Mi primer “accidente de chicas” … ya sabes… con solo recordarlo muero de vergüenza— Dice y cubre su rostro mientras se ríe de ella misma. —Ese secreto no me lo dijiste…— Digo divertido y me fulmina con la mirada. —¿Acaso crees que te lo diría? — Se queja y encojo mis hombros. —Yo te conté de aquel incidente al amanecer cuando ya sabes…— Le recuerdo y con solo recordar lo asustado que desperté cuando encontré mi ropa mojada me rio de mi mismo. —¡Deo! — Se queja y me da un golpe en el hombro haciéndome reír. —¿Qué? Éramos cómplices… y los cómplices son así— Me defiendo. —Aun recuerdo mi cara cuando me lo contestes… era muy pequeña para entender lo que me decías— Comenta tímida. —La cuestión aquí es que tu no fuiste una buena cómplice… no me contaste aquello— Le digo mientras vamos hacia la mesa. —Supongo que era más tímida que tú— Explica. —¿Y ahora? — Indago mientras nos sentamos y la mujer nos entrega las cartas y se va. —¿Qué? —  —¿Eres más tímida que yo? — Presiono y esquiva mi mirada mientras que encoje sus hombros. —Puede ser…— Responde y lee la carta. —Por ejemplo, ¿me contarías de tu primera vez? — Pregunto y de repente ella comienza a toser —¿An? ¿Estás bien? — Indago y me veo obligado a levantarme de la silla e ir a golpear suavemente su espalda. —Gracias— Dice mientras se recupera y la miro extrañado. —¿Qué ocurre? ¿Te molesto? —  —Si… no te voy a contar de mi intimidad, asique mejor cambiemos de tema— Propone haciéndome sonreír. —Esta bien… cambiemos de tema entonces— Accedo y de esta manera nuestra conversación se va a temas más comunes que no la ponen tan incomoda, al menos por ahora… porque estoy dispuesto a saberlo todo de ella. 
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