17. Confesiones

1052 Words
[ANAHÍ] Dos días después Evadir a Amadeo estos últimos dos días ha resultado todo una odisea, llegar más temprano a la oficina, cerrar el taller con llave, irme más tarde y utilizar la puerta trasera, y obviamente evitar el parque donde nos encontramos la otra noche y llegue a sentir que se saldría mi corazón del pecho cuando me propuso aquella cita. Si bien él me ha explicado los motivos de su compromiso, esto no cambia las cosas; él esta comprometido y además con una persona a quien le queda poco tiempo de vida. Lamentablemente todo ese esfuerzo hoy se ve hecho trizas ya que hoy no tengo otra opción más que verlo ya que es el bautizo de nuestro ahijado. Termino de colocarme el vestido color rosa pálido que he elegido para esta ocasión, tomo mi bolso, mi celular, y me dispongo a salir de mi departamento cuando al abrir la puerta me encuentro con Giulio —Estoy cansado de toda esta situación— Me dice de la nada y no entiendo que es lo que ocurre, lo único que sé es que al parecer estuvo toda la noche de fiesta porque el alcohol ha invadido todo su ser. —Giulio, no es momento… yo me tengo que ir y tú evidentemente has bebido más de la cuenta— Le digo e intento salir del departamento ignorándolo, pero él me sujeta de la cintura y me pega a su cuerpo en medio de este pasillo —¡Suéltame! — Le exijo. —Estoy harto de esperarte… llevo dos malditos años haciéndolo— Lo escucho decirme mientras que besa mi cuello y una de sus manos sube mi vestido. —¡Giulio suéltame! — Le repito y muevo mi cuerpo para que él me suelte, pero me sujeta con más fuerza. —Vas a ser mía y de nadie más— Me dice al oído. En un acto desesperado al ver la manera que me toca lo piso con mi tacón haciendo que él se queje del dolor y aprovecho su distracción para soltarme y salir corriendo hasta subirme al elevador. Mi corazón late a mil por hora, intento no llorar, pero es difícil, tengo mucha rabia… no hago más que salir del elevador y allí veo a Alessandro. —Anahí, ¿Qué ocurre? — Me pregunta mi padrino al verme llorando. —El estúpido de Giulio… esta arriba en el pasillo, está borracho… intento…— Trato de decir y él me abraza. —Tranquila hija… ve a la camioneta con los demás, yo me encargo de Giulio, hablare con sus padres— Me pide y asiento.  —Está bien— Respondo en un susurro e intento secar mis lagrimas mientras salgo del edificio, pero realmente me he asustado mucho.  Justo enfrente del edificio veo la camioneta y con mi cuerpo aún temblando, abro la puerta y subo encontrándome con toda la familia Mancini —Hija, ¿que ocurre? — Me pregunta Valentina. —Nada… Alex se esta encargando del problema— Me limito a decir e intento ignorar la mirada de Amadeo. —Amiga, ¿Qué paso? — Insiste Gianna.  —Giulio… llego borracho, estaba saliendo de mi departamento y se puso como loco, intento… pues ya sabes— Explico bajito, pero no lo suficiente para que Amadeo no me escuchara. —¡Yo lo mato!— Lo escucho gritar e intenta bajar de la camioneta, pero su madre lo sujeta del brazo. —Tú te quedas aquí, ya tu padre debe estar encargándose de él, y de seguro David también hablara con él cuando lleguen de su viaje. — Intercede Valentina y a los pocos minutos vemos a Alex subiendo a Giulio a un taxi para luego cerrar la puerta y una vez que el taxi se va, él viene y se sube a la camioneta con nosotros.  —Ya está, lo mande a su casa y espero que termines tu relación con ese chico, si te trata así siendo su novia, no quiero imaginar que ocurrirá después— Comenta. —A partir de hoy se ha terminado todo, no voy a estar con alguien así— Sentencio y Alex asiente. —Es lo mejor, hablare con su familia y con tu padre para que no cometa ninguna locura cuando regrese y se entere de todo esto— Me deja saber y yo tan solo puedo asentir.  […] En cuestión de unos 20 minutos que han resultado ser los más largos de mi vida debido a la manera que me miraba Amadeo, finalmente llegamos a la iglesia y tan solo comenzamos a prepararnos para la ceremonia mientras que los invitados van llegando de a poco. Estoy parada en un rincón de la iglesia esperando a que sea la hora de comenzar cuando lo veo acercarse a mi —¿Estás bien? — Me cuestiona Amadeo y asiento. —Si—  —Es un idiota… lo mato si te hace algo— Comenta. —Amadeo, ve con tu novia— Le digo firme. —Anahí… no puedo con la manera que me has evadido estos días— Murmura. —Deo, no me vuelvas loca… has lo que debas hacer con tu novia y déjame en paz por favor— Le pido seria. —An…— Me dice y se acerca un poco más a mi. —¿Qué? —  —Creo que estoy enamorado de ti— Me dice en un susurro obligándome a verlo a los ojos. —¿Qué? — Cuestiono bajito. —No puedo estar sin verte… sin saber de ti… sin el aroma de tu perfume… sé que no me crees, pero esto no lo sentí nunca— Me confiesa y siento que el tiempo se ha detenido aquí. —¡Necesitamos a los padrinos! — Nos grita Gianna desde el otro lado y yo tan solo asiento. —¿No me dirás nada? — Me pregunta Amadeo cuando comenzamos a caminar hacia allá. —No es el momento…— Murmuro. —Pero hablaremos— Sentencia. —Después— Accedo y no sé como estoy haciendo para actuar de esta manera tan racional.  —No te dejare ir hasta que hablemos— Advierte y tan solo asiento.     
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