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Zoran se estiró, esperando que el dolor lo apuñalase nada más hacerlo. Mantuvo los ojos cerrados mientras tanteaba sus sentidos, intentando determinar qué peligros podían rodearle. Se quedó inmóvil ante la ausencia del dolor habitual; hasta podía sentir a su simbiótico moviéndose por su cuerpo, reparando los daños. ¿Acaso había encontrado un cobijo? Frunció el ceño; no conseguía recordarlo. ¿Lo habían encontrado sus hermanos? Tampoco detectaba su presencia.
Hizo un repaso rápido: las costillas habían sanado, aunque seguían delicadas, al igual que los numerosos cortes y moratones. Se sentía limpio, pero no recordaba haberse bañado. Se percató de que estaba completamente desnudo y cubierto por algo suave y grueso. Ninguno de los olores que lo rodeaban formaba parte de los aromas de su ho
