JON

2307 Words
Tal como había ocurrido hacía un momento, llegamos a la entrada. Pero tan sólo veía a los soldados batallar del otro lado del rastrillo. —Galimatías, ¿Sabes dónde está el portal? — Pregunté. Nada a mi alrededor me daba algún indicio. Galimatías avanzó hasta llegar a un lado del rastrillo. Me bajé inmediatamente tocando el muro como loca, buscando algún portal. Pero Galimatías relinchaba y daba de brincos a un extremo del muro. Ninguno de los soldados hizo por ayudarme, aunque aún llevaba el enorme vestido de novia. Toqué uno de los escudos que se encontraban en un pabellón de tela a lo alto de un lado del muro, en ese preciso instante sentí mi mano hundirse. Se me escapó un leve quejido, traspasando un raro portal. Del otro lado, reconocí el mismo lugar donde Jon y yo nos habíamos visto la última vez cuando al leer aquella nota me trasladó a una casa ante un río.  El salón se veía igual, iluminado por el sol, pero esta vez parecía desolado. No veía a nadie por ningún lugar. Sin hacer ruido caminé lentamente hacia el otro extremo del salón, allí había un tipo de entrada, una enorme puerta estaba abierta y del otro lado se observaba un hermoso paisaje. Me asomé a la entrada sin encontrar a nadie. Dejé la casa sigilosamente. Me paseé por el derredor, sin notar nada ajeno en la naturaleza. Luego de un momento mi atención se fijó en un cristalino río que se hallaba no muy lejos de la casa justo al frente. Me incliné en el borde del río para acariciar el agua, pero distinguir una sombra en el fondo, me obligó a apartar la mano. Rápidamente esa gran silueta surgía a la superficie del agua, retrocedí espantada. Topé de espaldas contra un árbol ancho y sin dudarlo me escondí detrás del enorme tronco, asomando únicamente mi rostro. Del agua cristalina, salió la razón de mi búsqueda.  Se asomó lentamente, sacando primero la cabeza, y posteriormente su cuerpo. No me quedó duda, seguía siendo lo más escultural y perfecto que mis ojos vislumbraron. No estaba cubierto completamente como solía hacerlo. Maravillada no pude más que seguir contemplándole, por lo que fácilmente se dio cuenta que estaba allí, tras el tronco mirando. A diferencia de lo que hubiera imaginado, el asombro se movía en lo profundo de su mirada. Se quedó petrificado a la orilla del río, completamente desvestido. Algunos matorrales le cubrían dejando a mi imaginación lo que se escondía por debajo de su ombligo. Si hubiera sido capaz de moverme habría podido mirar más, pero no, me quedé inmóvil perdiéndome en sus enérgicos ojos azules. —¿Princesa? — Preguntó dubitativo cortando el silencio entre ambos. Seguí en completo arrobamiento, sin poder mencionar palabra. —Usted tendría que estar celebrando su compromiso. ¿Cómo logró encontrarme? Tomé valor desde lo más profundo de mi alma, y cerré los ojos para impulsar todo ese valor. Los abrí y su maravillosa figura aún seguía al frente. —Jon, no tenía idea, pero estoy aquí. Necesito, necesitamos que vuelva. No pude casarme y no creo que pueda Jon. —Frunció el ceño, mirándome fijamente. —No sé por qué se marchó, usted pertenece a Halvard, es su hogar. No puede irse, no puede dejarme. Respiró hondo relajando la mirada. —Princesa es algo que no está a discusión, Nigromante y yo hicimos un acuerdo y no puedo volver. Me moví tras la corteza para quedar firmemente ante él. —Sé Jon que usted es inquebrantable, pero Esteban está vivo, volvió para reclamarme como su esposa. Renuncié a Nigromante, por ende, él aún es inmortal. Él me ayudó por eso estoy aquí. Si usted no vuelve, el reino dejará de ser lo que solía. Mi padre fue raptado por Esteban, no tengo idea si aún está con vida. Se cruzó de brazos, inclinando la vista. Al cabo de un breve instante se volvió a mí con la vista fija. —No puedo atravesar el portal. Estoy muy lejos del reino, siento la presencia de Nigromante rondándome desde hace un rato, creí que eran ideas mías. pero al tenerla frente a mí, cada sospecha se confirma. Princesa, es complicado tener que explicárselo, pero si me permite me vestiré y podré decirle el porqué de mi negación. Asentí con la cabeza, muy apenada. Me volteé quedando de espaldas a él. De pronto lo vi frente a mí, y en verdad estaba tan sorprendida con su presencia que no me percaté que no estaba del todo desvestido. Al menos si estaba cubierto de la entrepierna, pero lo que tenía puesto era muy fino y de un color claro que dejaba creer que estaba completamente expuesto. — ¿No creyó que estaba desnudo? — Preguntó apretando los labios, parecía contener la sonrisa. —Creo que eso pensé— Contesté sintiéndome muy estúpida. Sonrió ampliamente y esa preciosa sonrisa me hechizó. Caminó a grandes pasos hacia el salón. Tardó muy poco y apareció frente a mí, vestido de un modo muy diferente al que él solía, tenía una camisa blanca de lino entallada a su figura, pantalón café y botas altas del mismo color. Lo vi de pies a cabeza deteniéndome en su mirada. En cuanto mis ojos toparon en sus intensos ojos me hice la desentendida. —Sin duda alguna, me da gusto verla— Expresó viéndome del mismo modo en que lo había hecho yo. Me dejó muy sorprendida cada una de sus palabras. —Lo mismo digo, Jon. —Es la novia más bella que he visto. No supe que responder. Cada una de mis piernas estaba temblando. —Verá, estoy desterrado de Halvard. Aunque quisiera no puedo detallárselo, pero si vuelvo, querrán deshacerse de mí, y no quiero iniciar otra guerra. Al decir “Desterrado” sólo pude pensar en mi padre, fue una idea precisa en mi mente. —Creo que puedo entender quien lo hizo. Fue mi padre, ¿no es verdad? —Princesa, es tan natural que la proteja. —¡Ajá! ¡Cómo lo pensé! Entonces sí fue él. ¡No puedo creerlo! Jon eso es tan absurdo, y me parece más ridículo que usted lo haya aceptado. Pero mantuvo la serenidad, hablando despacio y tranquilamente. —No, no lo es. Yo habría hecho lo mismo. — ¿Por qué? —Porque la quiero bien, y no permitiría que alguien peligroso la frecuentara. Quedé boquiabierta con miles de emociones rondándome de pies a cabeza. Al notarme tan desconcertada, sonrió. —Es complicado, lo sé. Y siendo sincero esto es lo más difícil que he hecho, pero entienda que no sólo usted disimula en todo esto, yo pacté mi palabra no puedo deshacerlo. Sin embargo, puedo protegerla y será así hasta que yo deje de existir… Sujetó mi mano y yo apreté la suya, aunque un poco sorprendida. —Estoy con usted en esto, hasta el fin. — Agregó convincentemente. ¿Era acaso mi muerte algo inevitable o la suya, para que él hubiera dicho lo que había dicho? No quería cuestionarle nada, tan sólo me perdí un momento en su mirada para posteriormente abrazarlo enérgicamente. Él correspondió a mi abrazo. — ¿Lista? —Sí— Contesté guardándome en mi memoria la sensación mágica de poder sentir su cuerpo tibio aferrándose a mí. —Bien, debe vestirse de otro modo. En el salón al lado de las cortinas hay una pequeña puerta, del otro lado hay una vieja cómoda con algo de ropa, sé que no es de mujer, pero ayudará a confundirla mientras estemos en batalla. Dese prisa. — Ordenó amablemente, soltándome lenta y delicadamente. Obedecí yendo como flecha, y efectivamente había mucha ropa de hombre, tomé rápidamente algunas prendas. Pero por más que intenté no pude quitarme el vestido. Quería pedirle ayuda, porque con forzarlo corría con el riesgo de arruinarlo y no quería hacerlo. — ¿Jon? — Pregunté a grandes voces, llamándolo. —Sí la escucho— Contestó rápidamente. — ¿Podría ayudarme? Es que, es imposible quitarme el vestido yo sola. —¿Quiere que entre? —Sí, por favor Jon. Accedió. Rápidamente lo miré pasar a la pequeña habitación. —Bien, debe darse la vuelta, los cierres están en su espalda. Me volteé y frente a mi había un espejo, pude ver su rostro endurecido, y sus manos intentando desvestirme. Una sensación inexplicable me recorrió en cuanto sentí que me descubría. Jamás habría imaginado el modo en que me quitaría ese maravilloso vestido. Sostuve el frente del vestido en cuanto sentí que se había aflojado. —Ya está Princesa. Me volví a él para darle las gracias, pero pude ver cierta fragilidad en su idílica mirada. Parecía nervioso con la vista fija en mí. Me le quedé viendo de un modo, que lo hizo reaccionar de inmediato. —Le pido disculpas… Sus palabras me hicieron sentir muy confundida. — ¿Disculpas? —Sí, no es tan malo si pido disculpas antes— Dijo sonriendo amablemente. No comprendí nada. Salió de la habitación rápidamente. Sonreía como boba cambiándome lo más rápido que podía. Al salir de la habitación recorrí el salón hasta salir, él estaba recostado en el ancho árbol esperándome. Antes de llegar muy cerca de él, eché una vista a mi apariencia y la ropa me quedaba muy floja, pero me sentía muy cómoda. En cuanto Jon me vio se echó a reír. —Creo que ya estoy lista. —¡Qué bien! Ahora sé que le queda mi ropa. Sonreí abiertamente. —Sabe, me gustaría no tener que volver. Sería muy agradable quedarme aquí, es un hermoso lugar. — ¿Lo dice en serio? — Preguntó manteniendo esa mirada dulce y atenta hacia mí. —Sí, por supuesto. Se dibujó una sonrisa preciosa en sus labios. —No es mala idea. Le mostraré algo— Dijo yendo a toda prisa hacia el salón. Apreté el paso para seguirlo. Sin duda me pareció más un lugar muy espacioso para entrenar. Llegamos hasta donde había aparecido cuando toqué aquel escudo en la tela, allí estaba el portal de regreso. Acercó una de sus manos, pero no pasó nada. Simplemente acarició la roca sólida. —Inténtelo usted— Ordenó cortésmente. Hice tal como me ordenó, pero mi mano comenzó atravesar el muro. —Pero Jon, no puedo volver sin usted. Sonrió, parecía divertirle de algún modo mi preocupación. —Por eso le pedí disculpas, no hay otra forma de ingresar al portal al menos que estemos juntos, y la única forma es que el portal sienta la misma energía en ambos, éste es diferente no sólo se trata de pasar unidos. — ¿Cómo lo lograremos Jon? Eso es imposible. —No, no lo es. En verdad perdóneme— Contestó aproximándose a mí de un modo que me dejó fría inmediatamente. Con su rostro a una mínima distancia del mío, sujetó sus manos con las mías entrelazándolas. —Recuerde, usted puede hacerme sentir lo que quiera, yo podré percibir su misma energía así atravesaremos el portal. Estoy listo, cuando usted quiera princesa— Dijo acercando sus labios a los míos. Tenía los ojos cerrados frente a mí con su rostro a una mínima distancia del mío. Sin dudarlo más, sellé sus labios con los míos, seguidamente un calor comenzó a envolverme. Jon sintonizaba conmigo en todo sentido de la expresión, empezó con un levé roce de labios porque temía besarlo apasionadamente, seguramente me reprendiera y no aceptaría volver, pero fue él quien comenzó a besarme del modo que siempre tanto soñé. Ambos apretábamos las palmas de nuestras manos, especialmente yo.  ¿Cómo podía haberse convertido una guerra en el momento más romántico en mi vida? Razón que pude entender. Comprendí porque Nigromante me había enviado a mí. Seguía aferrada a sus labios y a sus manos, sin querer soltarlo. Evidentemente Jon se las había arreglado muy bien para que atravesáramos el portal, lo supe en cuanto escuché gritos y estallidos por doquier. No quería abrir los ojos, pero tenía tanta curiosidad por ver qué hacía Jon. Abrí los ojos sin apartar mis labios de los suyos. Jon continuaba con los ojos cerrados correspondiendo cada cosa que sentía y hacía. Fue fácil comprender que lo siguiente fuera mirar sus ojos abiertos. Inmediatamente Jon movió sus párpados sin apartarse de mí. Intercambiábamos miradas. Al mismo tiempo ambos retiramos nuestros labios uno del otro. —Funcionó— Mencioné con voz temblorosa. —Sí, totalmente— Contestó denotando gran asombro en su magistral mirada. —Por un momento creí que no vendrías Jon. Su voz nos hizo volver en sí, ambos nos volvimos a él. Nigromante estaba frente a nosotros viéndonos dichosamente. Seguramente había presenciado los besos que aún sentía en mis labios, alucinando mi corazón. — ¿Tienes idea de donde pueda estar Esteban? — Preguntó Jon desacomodando sus manos de las mías delicadamente. —Sí, tengo una vaga idea, debes darte prisa, encontré la manera de reabrir el portal por donde se marchó. —Y, por cierto, olvidaste que no podía regresar… Nigromante abrió los ojos a más no poder, pero luego sonrió ampliamente. —Es cierto. ¿Cómo lo hiciste? Jon también sonrió. —Ya sabes, siempre hay un modo. —Tendrás que decirme cómo pudiste burlar la seguridad de mi portal. —Te lo diré y con detalles, pero primero, lo primero.  Alexia vendrá conmigo, tendré que darle la Espada en cuanto la tenga para que evites que el castillo sea invadido. —Pero date prisa, no podré hacerlo por mucho. Jon asintió con la cabeza, y me extendió la mano. Mi peor momento se había convertido en mi más grande bendición. Jon estaba junto a mí y de un modo soñado. ***** Te agradezco de todo corazón la espera. Sin duda, ya damos oficialmente inicio a esta aventura. Un fuerte abrazo! 
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