Luna se sentó para cenar con su padre y su esposo. Pero Adán aún no estaba presente. —¿Cómo está Emilio?— le preguntó su padre. —Bueno...en los últimas semanas han sido duros para él. —Lo sé, pero debe aprender a adaptarse. Se que lo querías adoptar cuando lo conociste, pero eras muy joven y lo sigues siendo y por experiencia personal, criar a un niño no es fácil. Además, ahora tienes un esposo propio que te necesita—respondió. Luna desde niña nunca había pedido nada. Ella nunca había causado un problema. Había sido la hija perfecta para él y lo único que queria era adoptar a Emilio y ahora que estaba casada sabia que jamás cumplira su sueño. Se agarró al borde de la silla, trató de calmarse, de eliminar la tensión que se acumulaba en su cuerpo, pero seguía amenazando con salir. P