Temprano a la mañana siguiente...
Luna, estaba apoyada en la cama, se despertó de repente, sólo para darse cuenta de que ya era el amanecer. Miró a su lado y su esposo no estaba.
Fue al baño y se aseo. Los recuerdos de esa noche se instalaron en su mente, había sido algo fascinante. Nunca pensó que su primera vez iba ser tan increíble. Bajó las escaleras y fue a lo que parecía la sala de estar, la casa era enorme, caminó hasta encontrar el comedor, vio una figura masculina sentado, así que ella se acercó, pero al estar cerca vio que no era su esposo. Este hombre al verla sonrió.
—Buenos días, tu debes ser Luna —dijo. Su voz era magnética, pero es muy ligera. Era muy atractivo—. Soy Liam, el mejor amigo de Adán—agregó.
Ella no sabía porque este hombre estaba en la casa tan temprano.
—Es un placer conocerte—respondió ella educadamente. Se sentó y cuando lo hizo una de las sirvientas entró y le sirvió el desayuno.
—Señora Betancourt, soy Helen. Estoy a sus ordenes en lo que necesite—se presentó.
—Gracias Helen—contestó ella amablemente.
—Me imagino que te preguntaras donde esta Adán y porque yo estoy aquí—comentó él—. El tuvo un asunto que atender y me pidió que te hiciera compañía—dijo tomando luego su café.
Luna solo asintió, no era de las personas que hacía mucha plática a las personas que no conocía, prefería estar al margen. Así que prefirió comenzar a desayunar y dejar que el silencio se apoderará de todo. Cuando ella quizo alcanzar el pan tostado, Liam se ofreció ayudarla, tomó una rebanada y se la dio, pero al momento de que Luna la tomará, la mano de Liam rozo la suya con una intención que Luna no le agrado y eso la puso nerviosa.
—Adán tenia razón, eres muy hermosa —le dijo con un tono de voz seductor.
Ella se puso nerviosa y evitó verlo a los ojos. Lo mejor para ella era irse de ahí, pero eso sería de mala educación y no quería que su esposo se enterará que había sido descortés con su mejor amigo.
—Gracias por tu cumplido —dijo ella por cortesía evitando siempre verlo a los ojos.
—Bueno, debo irme—comentó él poco después. Se puso de pie y tomó la mano de Luna la cual estaba sobre la mesa y dejó un beso en su dorso—. Fue un placer conocerte—agregó de una manera que ella claramente se dio cuenta que estaba coqueteandole.
Ella rápidamente quitó su mano.
—El placer fue mío. Que tengas un buen día —dijo ella dejando claro una distancia.
Luego de eso, Liam se fue. Para Luna esto había sido realmente incómodo. Después del desayuno, no sabía que hacer en la inmensa casa, extrañaba ir a la universidad, no sabía si su esposo le iba a permitir regresar. Muchas mujeres una vez casadas no regresaban, se enfocaban en otras actividades sociales. Tampoco disponía del número personal de Adán, así que le preguntó a Helen si ella lo tenía. Cuando lo obtuvo, lo llamó. Timbró dos veces y luego él respondió.
—Hola—escuchó su voz
—Soy yo, Luna—dijo ella con una sonrisa que él no podía ver.
—Estoy ocupado en estos momentos, luego hablamos—respondió él para luego colgar sin darle tiempo de decir algo más.
Luna se puso muy triste. Trató de distraerse leyendo un libro, caminando por el jardín, pero en su mente estaba la frialdad de su esposo en esa llamada.
Por la noche, ella lo estaba esperando en la habitación, era muy tarde ya, Adán no había llegado a cenar. Cuando vio que él ingresó, se acercó a él con la intención de saludarlo con un beso. Pero él se alejó. Le dijo que estaba muy cansado, se quitó la ropa y se acostó en la cama para luego dormir, ella se quedó parada viendo como su esposo era frío con ella, nunca pensó que después de una noche de bodas tan apasionante iba a terminar así. Ella caminó hacia su lado de la cama y también se recostó. Ambos se dieron la espaldas como los dos desconocidos que eran.
Los días pasaron y Adán tenía el mismo comportamiento, se iba temprano de la casa y llegaba tarde. Y si ella buscaba tener una muestra de cariño él la esquivaba.
***
Adán había organizado una pequeña fiesta de socios, solo algunos de sus allegados más cercanos junto a sus esposas estaban invitados. Cuando la gente se enteró que Adán había fingido estar en silla de ruedas fue algo impactante, sobre todo en las mujeres. Muchas se arrepintieron de no haberlo aceptado.
Luna se sentía fuera de lugar en esa fiesta organizada en la que ahora era su casa. Así que alejó y encontró el hueco de la escalera en el pasillo principal y bajó, respirando profundamente.
—¿No te gustan las multitudes?
Luna miró hacia arriba para ver a Liam.
—No exactamente —respondió ella— ¿Y a ti?
Él sonrió.
—Depende la compañía. En este caso necesitaba un respiro de todas esas mujeres— le guiñó un ojo y luego asintió hacia donde ella estaba sentada—¿Quieres algo de compañía?
—Por supuesto—dijo ella, no vio una razón por la que no. Liam era un hombre corpulento, y ella no tuvo más remedio que acercarse un poco más a la barandilla para que él pudiera pasar.
—Te ves bien esta noche.
—Gracias.
Él era el mejor amigo de Adán, no el de ella. No confiaba en él, aunque Liam nunca le había dado ninguna razón para no confiar en él.
—Sé que Adán puede ser un poco difícil, pero tienes que darle una oportunidad. Está bajo mucha presión.
Ella se volvió hacia él y luego sonrió.
A menos que fuera su amigo, no tenía intención de hablar con extraños sobre su matrimonio, especialmente con el que era su mejor amigo.
—No sé si te necesitan allí...—dijo ella.
—¿Tratando de deshacerte de mí?—él le dio un codazo en el hombro.
Luna frunció el ceño, pero en lugar de tratar de hacer un gran problema con lo que estaba pasando, forzó una sonrisa.
—No quiero ser responsable de, ya sabes, mantenerte alejado de los negocios. Sé lo importante que es para todos ustedes—respondió ella.
Liam nunca había sido demasiado amistoso con ella, ya ella no le gustaba que lo fuera ahora.
—De acuerdo me voy, luego te veo—dijo poniéndose de pie para luego marcharse.
Ella respiró aliviada. Habían sido días difíciles: un esposo frío y un mejor amigo que trataba de coquetear con ella era demasiado para procesar.
Nota: Actualizaciones diarias a partir del 1 de diciembre.