LUCAS —El hermano está aquí—. Sebastián rió entre dientes antes de desaparecer por el pasillo. ¿Por qué coño iba a estar aquí? Exhalé un pesado suspiro y miré a una confundida pero aún hermosa Addyson. Tenía las cejas fruncidas y los labios carnosos y rosados torcidos en un pequeño ceño fruncido. —¿Mateo?— preguntó Addyson un poco desconcertada. —¿Por qué iba a estar Mateo aquí? Me encogí de hombros, ahora pesados. —Ni siquiera lo sé—. Quería darme la palmadita en la cara. —Tiene a mi mujer, ¿qué más quiere? Mi hija—. Fruncí el ceño sarcásticamente antes de salir furiosa de mi despacho con Addyson siguiéndome de cerca. —¡Mira a mi sobrinita! Mi sobrinita favorita—. Oí arrullar la voz de Mateo, suponiendo que hablaba con Esme en el salón. Seguí la dirección de la conmoción para enco