ADDYSON —No es nada, solo... —¿Solo el rizador? Señorita, ya sé esa mentira así que vayamos al grano, ¿sí?— Su voz era airada y dura, lo que me hizo preguntarme si era la misma persona que me había engatusado. Se levantó y caminó hacia mí hasta situarse frente a mí con los ojos fijos en mi cuello. —Quién coño te ha hecho esto en el cuello, nena—. Su acento español era tan dominante y fuerte que me hizo apretar los muslos. Su mano serpenteó alrededor de mi cuello y lo sujetó desde atrás en su sitio antes de mojar su pulgar y limpiar la pobre excusa de maquillaje a prueba de agua. —Está púrpura, j***r, Addyson—, empezó y presionó solo para que yo diera un pequeño respingo. —¿Quién coño te ha hecho daño? Suspiré y coloqué mis brazos alrededor de su cuello lleno de venas mientras me pon