CAPÍTULO V CAPÍTULO VEra evidente que todos disfrutaban de la fiesta, desde el más viejo de los bandoleros hasta el más pequeño de los niños, capaz de alimentarse por sí mismo. EVesta había tratado de no mirar cuando sirvieron el chivo, que había sido asado completo sobre una hoguera encendida a la entrada de la caverna. Se veía horrible, pensó, con la cabeza todavía adherida al cuerpo. Lo colocaron en el centro de una larga mesa y el jefe de los bandoleros sirvió a sus invitados, se sirvió a sí mismo y a su familia inmediata, y entonces los demás se acercaron con sus cuchillos, a cortar las porciones que querían". _ Vesta miró con horror la considerable cantidad de carne que le habían puesto en su plato. Afortunadamente, estaba sentada junto al Conde, que había quedado a la derecha d