Hubo un momento de silencio y entonces Vesta murmuró tartamudeando: —¿No le… dirá… al Príncipe, cuando lleguemos… a Djilas que… tuve miedo de las alturas o que… lloré hace un momento? —¿No quiere que él lo sepa? —No, por favor, no se lo… diga. Mi madre me advirtió que era de mal gusto demostrar nuestras emociones y que los miembros de la realeza deben ser siempre valientes, aun en aquellos casos en que los anarquistas les arrojan bombas a los carruajes, o disparan contra ellos. —¿Y qué me dice de otros tipos de emociones? ¿Intenta suprimirlos también? —¿Qué tipo de emociones? —La más importante: el amor, desde luego. Hubo un momento de silencio. —Mamá me advirtió — contestó Vesta con voz queda—, que no debo esperar… amor. —¡Y, sin embargo, usted lo espera!— dijo el Conde con suavi