Capítulo 50

1461 Words
Maeve Al caminar por el pasillo de la universidad, la atmósfera siempre vibrante y llena de voces se silenció brevemente cuando Sarah se nos acercó con un aire de urgencia. —¿Escucharon? —dijo con los ojos agrandados. —Jonas, Trevor y Sophia han desaparecido. Un escalofrío involuntario recorrió mi espalda al oír esos nombres, y una tensión inmediata se apoderó de mí. Por un momento, las voces y risas de ellos en las imágenes del vídeo hicieron eco de mi mente. —Escuché los rumores de que se fueron a acampar, —comentó Clau con una sonrisa sarcástica. —Por mí, podrían perderse y no volver. Aunque sus palabras intentaban ser ligeras, no lograron disipar la pesadez que se había asentado en mi pecho. Seguí caminando por el pasillo, cada paso resonando más fuerte de lo habitual en mis oídos, como si cada eco me recordara lo que había ocurrido. —Eve, ¿estás bien? —Sarah me detuvo, su preocupación evidente mientras colocaba una mano en mi brazo. —Sí, no, yo no escuché nada, —balbuceé, mi voz un poco más alta de lo normal. La mentira se sintió áspera en mi lengua, pero no estaba preparada para contarles la verdad, y menos en un pasillo lleno de gente. Al entrar en el aula, notamos la ausencia del profesor, lo que era inusual, ellos siempre llegaban antes, principalmente el profesor Martin. Nos sentamos en nuestros lugares de siempre, el habitual murmullo de conversaciones previas a la clase escuchándose como una cortina de fondo. Las chicas intercambiaron miradas, dándose cuenta de que algo en mí estaba mal. La preocupación se dibujaba en sus rostros, pero yo me encontraba luchando por mantener una fachada de normalidad. El silencio se prolongó, cada segundo extendiéndose como una eternidad. Me sentía atrapada bajo la mirada inquisitiva de mis amigas, esperando una explicación que no estaba lista para dar. Por dentro, batallaba con el conocimiento de lo que realmente había ocurrido con Jonas, Trevor y Sophia, y el deseo de proteger a mis amigas de esa oscura realidad. La puerta del salón se abrió de golpe. Todos los murmullos cesaron de inmediato; los ojos de todos, incluyendo los míos, se dirigieron hacia la entrada. Un hombre de unos cuarenta y tantos años, con cabello claro peinado hacia atrás y ojos azules intensos, entró con un aire de confianza que llenó la sala. Se movía con una gracia controlada, escaneando la sala como si evaluara a cada estudiante con apenas una mirada. Había algo en su presencia que me hizo enderezarme en mi asiento. Cerró la puerta detrás de él y se dirigió hacia el frente del aula con pasos decididos. Colocó una pequeña maleta sobre el escritorio antes de dirigirse a nosotros. —Buenos días a todos. Soy el profesor Ethan Rogers, —anunció con una voz clara y resonante que capturó la atención de todos. —Estoy aquí como remplazo del profesor Martin. Hoy y durante el resto del semestre, continuaremos explorando la representación de seres sobrenaturales en el cine. Su introducción fue directa y al punto, sin rodeos. Tomó un rotulador y comenzó a escribir en la pizarra mientras hablaba, delineando los objetivos de la clase. —Vamos a analizar cómo la cinematografía no solo refleja nuestros miedos y deseos más profundos, sino que también moldea nuestra percepción de lo imposible y lo místico. ¿Qué tanto nos influencian estas representaciones en nuestra comprensión de lo que podría ser considerado sobrenatural o incluso imposible? La clase cobró vida con su discurso, cada una de sus palabras parecía estar cuidadosamente seleccionada para desafiar nuestras percepciones y empujarnos a pensar más allá de lo obvio. A pesar de mis propios monstruos internos, me encontré intrigada por su enfoque y por la forma en que sus ojos azules parecían brillar con fervor cuando hablaba. A medida que la clase avanzaba, el profesor se sumergió en detalles sobre diferentes seres sobrenaturales. Comenzó hablando de los hombres lobo, su mitología y cómo se representaban en el cine como símbolos de la lucha interna entre la naturaleza humana y animal. Luego, pasó a las sirenas, discutiendo su papel en las historias marinas y la dualidad entre su belleza engañosa y su tendencia a atraer a los marineros hacia su perdición. Hasta ese momento, seguía completamente absorta en la charla, tomando notas rápidas y participando en la discusión. Pero cuando el tema cambió a los vampiros, un nudo se formó en mi estómago. —Ahora, pasemos a uno de los seres sobrenaturales más usados y versátiles en la historia del cine: los vampiros, —anunció con poco entusiasmo, su mirada se paseó por la clase, como si esperara una reacción particular. —Los vampiros, a diferencia de otros seres, son retratados como criaturas de gran belleza y seducción, —continuó, caminando lentamente por el frente del aula, su voz cargando un desdén que no había utilizado con otros temas. —Pero no se dejen engañar por su encanto superficial. Son depredadores por naturaleza, traicioneros y desagradables. Alimentan nuestros miedos más profundos: la pérdida de control, la invasión de nuestra voluntad, y la corrupción de nuestras almas. Algunos estudiantes asintieron, tomando notas, mientras que otros parecían igualmente cautivados por la descripción gráfica del profesor. Sin embargo, cada palabra que él pronunciaba sobre los vampiros resonaba en mí de una manera profundamente personal y dolorosa, haciendo que la incomodidad creciera dentro de mí. —Los vampiros son parásitos, no solo en su necesidad de sangre humana para sobrevivir, sino en cómo se infiltran en nuestras sociedades, —agregó con una severidad que rozaba el desprecio. —Debemos reconocerlos no como seres románticos o trágicos, sino como las amenazas que verdaderamente son. Levanté la mano, y cuando el profesor asintió para que hablara, me levanté de mi asiento, necesitando defender lo que sabía que era una visión unidimensional y errónea. —Profesor, —comencé, mi voz firme a pesar del temblor interno que sentía. —¿No cree que la representación de los vampiros como meramente malévolos y traicioneros simplifica demasiado la complejidad de su mitología? ¿Podría ser posible que, como en cualquier especie, haya variabilidad en sus caracteres y comportamientos? El profesor me miró, sorprendido por mi interrupción y tal vez por la pasión evidente en mi voz. —Es un punto interesante, señorita, —respondió después de una pausa, su tono medido. —Sin embargo, la evidencia histórica y literaria tiende a mostrar un patrón consistente en su comportamiento depredador. Debemos preguntarnos si es seguro ignorar tales advertencias por unas pocas excepciones anecdóticas. Me senté, aún inquieta, sintiendo las miradas de mis compañeros de clase. Aunque la discusión sobre seres sobrenaturales continuó, mi mente se quedó fija en la conversación sobre los vampiros, preocupada por las simplificaciones y estereotipos que el profesor Rogers estaba promoviendo. Cuando la clase finalmente terminó, me quedé sentada en mi silla, aún inquieta por la discusión que había tenido lugar. Justo cuando estaba recogiendo mis cosas para irme, escuché la voz del profesor llamándome desde el frente del aula. —Señorita, ¿podría acercarse un momento? —su tono era formal, pero había un brillo de curiosidad en sus ojos que no había notado durante la clase. No estaba segura de qué esperar, pero estaba lista para defender mi punto de vista si era necesario. —Profesor... —comencé, pero él levantó una mano, pidiéndome que esperara. —Quería hablar sobre su intervención de hoy, —dijo, organizando unos papeles en su escritorio antes de mirarme directamente. —Fue un punto de vista interesante el que planteó sobre los vampiros. Me gustaría que explorara más esa línea de pensamiento. Sus palabras me tomaron por sorpresa. No esperaba que quisiera profundizar en un tema que parecía contradecir sus propias creencias. —¿De verdad, profesor? —pregunté, intentando ocultar mi incredulidad. —Sí, de verdad, —respondió con una sonrisa leve. —Aunque no comparta completamente su visión, creo que es importante que todos los puntos de vista se consideren en una discusión académica. Tendrá la oportunidad de elaborar sus argumentos. Luego sacó un pequeño montón de papeles de un cajón y los extendió hacia mí. —Aquí tiene algunos materiales de lectura que podrían ayudarla a preparar una presentación para la próxima clase. Sería beneficioso para todos escuchar una perspectiva alternativa sobre los vampiros, basada en la investigación y no solo en la percepción popular. —Gracias, profesor Rogers. Haré mi mejor esfuerzo, —dije tomando los papeles que me entregaba. —Estoy seguro de que sí, —afirmó él, asintiendo con aprobación. —Y, por favor, siéntase libre de venir a discutir cualquier idea o problema que tenga mientras prepara su presentación. —Gracias, lo haré, —respondí saliendo del aula.
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