Capítulo 34

1365 Words
Maeve —¿No puedo darle el beneficio de la duda a Luca, al menos hasta que demuestre lo contrario? —propuse, buscando en su mirada algún signo de comprensión. Kane suspiró, pasando una mano por su cabello en un gesto de frustración. Después de un momento, asintió ligeramente. —Está bien. Pero estaré vigilando de cerca. Y si hace algo fuera de lugar, no dudaré en actuar —afirmó, y su determinación me hizo sentir una mezcla de alivio y preocupación. —Gracias, Kane. Eso es todo lo que te pido. —Me acerqué y lo abracé, agradecida por su protección, pero preocupada por lo que el futuro podría deparar con Luca cerca. —Entonces, ¿por qué no pasaste a verme antes de clases? —le pregunté, intentando sonar casual pero con un ligero reproche flotando entre nosotros. —Apenas llegué a tiempo para la clase, mi reina. Pero te aseguro que te lo compensaré más tarde —su voz, baja y prometedora, envió un cosquilleo a través de mi columna. Antes de que pudiera responder, nuestros labios se encontraron en un beso rápido, un pequeño robo de tiempo en medio del ajetreo académico. La promesa en su beso era clara, y la expectativa de lo que vendría más tarde añadió un brillo a mis ojos. El sonido del timbre interrumpió nuestro momento, señalando el cambio de clases. —Eso espero, profesor Knight —murmuré, dándole un tono coqueto a mis palabras. Después de dejar el salón, no había rastro de Luca, lo que de alguna manera me dejaba respirar más tranquila. No tenía idea de dónde se había metido, pero su ausencia era un pequeño alivio en un día ya bastante cargado. Al llegar a la cafetería, mis amigas ya estaban allí, agitando las manos para que me uniera a ellas. —¡Maeve, aquí! —gritó Clau, haciendo un hueco entre ella y Sarah. —¿Y bien, qué van a hacer esta tarde? —pregunté mientras me sentaba, deslizando mi bandeja en la mesa. —Eso depende, ¿tienes planes? —preguntó Sarah, inclinándose hacia adelante con un brillo travieso en los ojos. Asentí, sintiendo cómo el calor subía a mis mejillas. —Tengo una cita —confesé, jugueteando con el tenedor. —¿Con algún profesor sexy? —Clau soltó una risita, su voz cargada de picardía. Mi rostro se encendió aún más, pero asentí de nuevo. Las risas y los chillidos ahogados de mis amigas llenaron el aire. —¡Dios mío, Maeve! Deberías darnos detalles, ¿es Kane, verdad? —Sarah hizo un gesto de abanicarse, añadiendo un comentario picante que solo hizo que me sonrojara aún más. La tarde pasó volando y antes de darme cuenta, ya estaba de regreso en mi apartamento. Dejé caer mi mochila con un golpe sordo junto a la puerta y me dirigí directamente al baño. La idea de una ducha caliente era demasiado tentadora después de un día largo. La idea de Kane uniéndose a mí bajo el agua caliente avivó un calor que nada tenía que ver con la ducha. Imaginé sus manos fuertes recorriendo mi piel empapada, sus labios trazando cada gota de agua que se deslizaba por mi cuerpo. La sola fantasía aceleró mi pulso y dejó un rastro de mariposas en mi estómago. Al salir, me envolví en una toalla grande y esponjosa, frotándome el cabello mientras la humedad del baño empapaba el aire. Atravesé el umbral hacia mi habitación, y justo cuando estaba buscando algo cómodo y bonito para ponerme, una corriente inexplicable de aire me hizo estremecer. No estaba sola. Giré en dirección a la entrada del baño y me quedé paralizada al ver a Luca apoyado casualmente contra el marco de la puerta. Su sonrisa era desenfadada, pero sus ojos tenían un brillo que no me gustaba. —¿Luca? —mi voz salió más débil de lo que quería. —¿Cómo... cómo entraste aquí? —Oh, sabes, tengo mis maneras —dijo, encogiéndose de hombros como si irrumpir en mi apartamento fuera la cosa más natural del mundo. —Y pensé que sería agradable sorprenderte. Tragué saliva, apretando la toalla contra mí. —No es agradable, Luca. De hecho, es bastante aterrador. Deberías irte. Él se enderezó, su sonrisa vacilando un poco mientras daba un paso hacia adelante. —Vamos, Eve, solo estaba bromeando. No tienes que ponerte tan nerviosa. Retrocedí instintivamente. —No estoy bromeando, Luca. No es correcto que entres aquí sin permiso. —Solo quería ver cómo estabas, Eve. Pareces... refrescante. —Él se encogió de hombros, su sonrisa ensanchándose aún más. Tragué saliva, sintiendo la toalla como la única barrera entre su mirada inquisitiva y mi piel desnuda. Luca siempre había sido impredecible, pero esto era demasiado, incluso para él. —Necesitas irte, —dije, intentando mantener la calma. Mi mano se aferró más firmemente a la toalla, asegurándome de que no revelara más de lo debido. —Tal vez debería, —admitió con un tono de voz que sugería todo menos conformidad. —Pero primero, dime, ¿puedo morderte? —Eso no es lo que normalmente dice alguien que solo quiere ser amigos, Luca. Él soltó una risa suave, avanzando un paso hacia mí. —Ah, pero ¿quién dice que no podemos ser amigos con... beneficios? Eso definitivamente haría que nuestras reuniones fueran más interesantes. —Vamos, Luca. Ni siquiera pienses en eso. Estamos en niveles completamente diferentes aquí. Con una inclinación juguetona de cabeza, como si realmente estuviera considerando mis palabras, él propuso algo más audaz. —Bueno, entonces, ¿qué tal si solo probamos? Una pequeña mordida, nada serio. Ya sabes que puede ser bastante... placentero. Frunce el ceño ante su audacia y no pude evitar mostrar mi descontento. —¿Estás realmente tratando de convencerme de dejarte morderme con esa línea? Él rió de nuevo, claramente no desanimado, mientras pasaba una mano por su cabello. —¿Y si te dijera que es una manera de fortalecer nuestra amistad? Un poco de confianza, digamos. Solté una risa involuntaria, negando con la cabeza. —Luca, la única confianza que estás construyendo ahora es en mi capacidad para rechazarte más rápido. Sigue soñando, pero no aquí y no conmigo. Hizo una mueca de decepción, como si realmente estuviera dolido por mis palabras, antes de intentar cambiar de táctica. La temperatura en la habitación pareció descender unos grados cuando Kane apareció detrás de mí, su presencia dominante llenando el espacio. Su voz baja y peligrosa rompió el silencio. —¿Qué haces aquí? Luca, sin perder su arrogancia, intentó justificar su presencia con una sonrisa burlona. —Vamos, profesor, dame una chance. Ya tenía a Maeve entre mis garras. —La mirada que Kane le dirigió a Luca podría haber helado el fuego. —Vamos, profesor, todos aquí sabemos que no puede estar con una estudiante, así que mejor nos deja a nosotros para... No terminó la frase. En un abrir y cerrar de ojos, fue empujado con brutalidad contra la pared, Kane sujetándolo por el cuello. Corrí hacia ellos, el corazón latiéndome desesperadamente en el pecho. —¡Kane, suéltalo, por favor! —grité, tocando el brazo tenso de Kane. Él me miró, la furia en sus ojos luchando contra la preocupación. —¿Por qué lo defiendes? Luca, aún atrapado y jadeando por el aire, consiguió decir con dificultad, —No podría estar más enganchado con ella después de defenderme así. Kane apretó su agarre, su mirada oscura como una tormenta. Colocando mi mano sobre la suya, le supliqué de nuevo, mirándolo directamente a los ojos. —Por favor, mi amor, suéltalo. Esas palabras parecieron alcanzarlo, un destello de humanidad pasando por su mirada. Con un gruñido, soltó a Luca, quien cayó al suelo tosiendo y respirando con dificultad. Kane se inclinó hacia Luca, su voz baja pero letal. —Vete ahora, antes de que decida matarte. Luca se recuperó, una sonrisa burlona aún en sus labios mientras se ponía en pie y, sin otra palabra, abandonaba el apartamento. Respiré hondo, mirando a Kane con una mezcla de agradecimiento y preocupación. Él me miró, la furia dándole paso a un cuidado más suave.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD