Capítulo 33

1533 Words
Maeve Con un suspiro, me arrastré fuera de la cama, sintiendo la frescura del suelo bajo mis pies mientras me dirigía hacia la cocina para preparar café. La casa estaba en silencio, un silencio que había aprendido a llenar con el sonido de mis propios pensamientos. Extraño a Kane, pensé mientras el café empezaba a burbujear en la cafetera. No quería molestarlo con mis mensajes, sabiendo que estaba lidiando con cosas mucho más importantes que mis pequeñas inquietudes. Pero la preocupación empezaba a anidar en mi estómago, haciéndome dudar de mi decisión de mantenerme al margen. Serví el café caliente en mi taza, el aroma familiar intentaba consolarme. ¿Y si algo malo le ha pasado? La pregunta giró en mi cabeza mientras revolvía la bebida. No, él es fuerte, a fin de cuentas es un pura sangre... Intentaba convencerme, pero la duda seguía ahí, punzante como una espina. Salí de casa con mi café en la mano y la mochila colgando cómodamente de un hombro. El sol brillaba con fuerza, prometiendo un día claro y lleno de posibilidades. Caminé por las calles ya familiares hacia la universidad, sintiendo un cosquilleo de anticipación de que hoy sería un buen día. Llegué a la clase justo cuando el timbre estaba por sonar. Al abrir la puerta del salón, el primer rostro que vi fue el de Kane, parado con una autoridad natural frente a la pizarra. Su sonrisa, al verme entrar, iluminó su rostro, pero una pequeña chispa de molestia me recorrió al recordar que no se había pasado por casa antes. Tomé asiento rápidamente, tratando de disimular la mezcla de emoción y resentimiento que sentía cuando el timbre de inicio de clases sonó. Saqué mis libros y cuadernos, preparándome con el café cerca, cuando un golpe abrupto en la puerta desvió la atención de todos. El rector asomó la cabeza por la puerta, ofreciendo una sonrisa cordial. —Buenos días a todos, profesor, disculpe la interrupción, —comenzó, haciendo una pausa para mirar alrededor del salón. —Me gustaría presentarles a un nuevo estudiante que se nos une este semestre. El chico entró con confianza, su cabello castaño ligeramente desordenado por el viento y sus ojos escudriñando cada rincón del salón. La mayoría de las miradas se centraron en él, algunas curiosas, otras evaluadoras, también provocativas, yo lo miré con los ojos como platos y la boca abierta. "Esto no es posible" me lamenté en mi mente viendo a Luca Pero la reacción de Kane capturó mi atención completamente; se quedó inmóvil, tan rígido que por un momento pensé que había dejado de respirar. —Hola a todos, espero llevarme bien con ustedes, —dijo Luca con un tono que buscaba ser encantador. Con una sonrisa carismática, se paseó por el aula y, al encontrarme, levantó la mano en un saludo efusivo. —¡Hola, Eve! ¡Qué coincidencia! —exclamó divertido. Kane, que hasta ese momento había sido la imagen de la calma convertida en estatua, se tensó visiblemente. Sus manos se cerraron en puños a su costado mientras observaba la escena. Luca caminó hacia mí con una sonrisa que no auguraba nada bueno. —¿Por qué no tomas asiento en la primera fila? Así podrás seguir mejor la clase. Luca rió suavemente, su mirada nunca apartándose de mí. —Oh, creo que encontraré mucho más interesante estar al lado de Maeve, si no le importa. El salón de clases vibraba con una tensión que cortaba el aire. Todos los estudiantes nos miraban, esperando la respuesta del profesor. —Insisto. —La voz de Kane era baja pero con un filo de advertencia que me hizo estremecer. —Lo siento, profesor, pero no es necesario. —Luca se sentó a mi lado, rozando intencionalmente mi brazo con el suyo mientras sonreía, desafiante. —Como dije, todo lo que necesito está justo aquí. Kane me lanzó una mirada que mezclaba preocupación y un fuego silencioso que prometía una conversación más tarde. Me encogí en mi asiento, sabiendo que esta clase sería cualquier cosa menos tranquila. Mientras Kane intentaba recomponerse para comenzar la clase, me incliné discretamente hacia Luca, mi voz apenas un susurro cortante. —¿Qué diablos haces aquí, Luca? Hace unos días querías matarme y ahora ¿qué, te haces el estudiante? Luca solo sonrió, esa sonrisa que sabía que me irritaba. Se inclinó también, su aliento cálido rozando mi oreja. —Simplemente quiero pasar más tiempo contigo, Maeve. Aunque hubiera sido útil saber que tu profesor también era... ya sabes. —Sus ojos brillaron con diversión y algo de malicia. Antes de que pudiera responder, Sophia desde el otro lado del aula levantó la voz, claramente irritada. —Profesor Knight, ¿vamos a comenzar la clase hoy o no? La atención de todos se volvió hacia ella, y luego, inevitablemente, hacia Kane, quien aún nos observaba con una intensidad que hacía que el aire alrededor se sintiera más pesado. Kane finalmente arrastró su mirada hacia Sophia, asintiendo levemente sin ocultar su irritación. —Sí, por supuesto. Vamos a empezar. —Su voz era firme, pero la tensión en su mandíbula decía más de lo que sus palabras podían ocultar. Mientras comenzaba la clase, pude sentir la mirada de Kane regresando a nosotros de vez en cuando. Cuando la clase finalmente terminó, todos comenzaron a levantarse y recoger sus cosas. Kane aprovechó el momento para fijar su mirada en mí, su expresión seria. —Señorita Ryder, necesito hablar con usted sobre una tarea. Por favor, quédate un momento. Su tono era profesional, pero sus ojos no ocultaban la preocupación que sentía por la situación. Luca se puso de pie junto a mí, sonriendo como si estuviera en su propio mundo divertido. —No creo que sea necesario que me vaya, así también escucho sobre la tarea, —dijo con una sonrisa provocativa. Kane frunció el ceño, su paciencia claramente agotada. —Me gustaría que me dejara a solas con la señorita Ryder —ordenó Kane entre dientes con su voz fría. Luca ignoró la petición y, en su lugar, se acercó más a mí, y con un gesto atrevido y juguetón, me plantó un beso en la mejilla. La reacción de Kane fue instantánea. Se movió con una velocidad que apenas pude seguir con la vista y empujó a Luca en el pecho, separándolo de mí con fuerza. —¡Fuera de aquí ahora! —la voz de Kane era un gruñido peligroso. Luca retrocedió un paso, levantando las manos en señal de rendición, pero su sonrisa tonta no desaparecía de su rostro. —Está bien, está bien, iré afuera. —dijo con un tono ligero, casi burlón. Con una última mirada cómplice hacia mí, se dirigió hacia la puerta. Una vez que Luca cerró la puerta detrás de él, me giré hacia Kane, que aún estaba visiblemente tenso. Su mirada estaba fija en mí, un brillo de preocupación y frustración brillando en sus ojos. —Maeve, necesito saber qué mierda está pasando exactamente. ¿Por qué tienes un vampiro acosándote? —su voz era baja, casi un susurro, pero la intensidad de su tono me hizo temblar. Suspiré, sabiendo que esta conversación era inevitable. Me recosté contra el escritorio, cruzando los brazos. —¿Recuerdas el día que me dejaste plantada en el restaurante? —comencé, y vi cómo su mandíbula se tensaba al recordarlo. —Bueno, estaba cruzando en el parque, tratando de no sentirme tan... abandonada, y entonces apareció Luca. Kane frunció el ceño, claramente molesto con la mención de que me había dejado sola, que tal vez esto haya sido consecuencia de no presentarse esa noche. —Él apareció en mi apartamento justo después de que te fueras... Intentó... bueno, intentó morderme. Me defendí y supongo que eso le causó gracia o algo así, porque decidió que quería seguirme y 'ser mi amigo'. Pero es inofensivo... —Maeve, un vampiro nunca es indefenso. Si es un vampiro, es peligroso... —dijo llevando sus manos a su cabeza como si todas mis palabras le estuvieran dando un dolor de cabeza insoportable. Le devolví la mirada con un leve arqueo de ceja, un gesto seductor que sabía que lo distraería un poco. —¿Y qué hay de ti? —pregunté con un tono juguetón, intentando aligerar el ambiente. —Tú también eres un vampiro, ¿no es así? ¿Debo temerte? Pero él no sonrió. Su expresión se mantuvo seria, casi dolorosa. —No es una broma, Maeve. No puedes comparar lo nuestro con esto. —Su tono se suavizó, pero la severidad nunca desapareció de su voz. —Él es un peligro, y necesito que lo entiendas. —Pero Kane, —dije, acercándome a él y colocando una mano sobre su brazo. —Tú también eres un vampiro. Y confío en ti. Él suspiró y me miró con una mezcla de frustración y cariño, un conflicto de emociones que solo yo parecía provocarle. —No digo que yo no sea peligroso, Maeve. Pero nunca te haría daño, y tú lo sabes. Pero él... no sabemos sus verdaderas intenciones, y hasta que no las sepamos, necesito que te mantengas alejada de él. ¿Puedes prometerme eso?
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