Vamos dentro de la camioneta, y el parlanchín que tengo a mi lado no deja de hacerme miles de preguntas. Está nervioso, ansioso ¡Me dan ganas de lanzarlo de la camioneta, carajo! —Stephan, solo será un paseo, ¿acaso tienes alguna fobia? —¡Nooo! —grita—. Es solo que no puedo con tanta emoción, es todo. Nunca había salido sin mi papá, mucho menos fuera de la casa. «Vaya, Bastián sí que es un viejo amargado» —Te pediré algo, pequeño “rapuncelo” que nunca ha salido de la torre… —¿Qué? —Shii —coloco mi dedo índice en sus labios—. Necesitamos comportarnos en esta salida, ¿comprendes? Si nos emocionamos demasiado, tu padre, “el malvado brujo de la torre” no nos dejará volver a salir nuevamente de casa solos, ¿si me explico? —Perfectamente, Zoe. «Gracias a Dios» —¡Stephan, por favor, bája