Me quedo esperando a que me diga algo, pero él, en vez de decirme una palabra, se acerca para darme un beso en mis labios. Por instinto, y justa razón, me echo hacia atrás evitándolo. Gesto que causa que él me mire con una ceja alzada.
—Hola, Zack. No creí verte por aquí.
—Dejaste de responder mis mensajes, y mis llamadas.
—¿Acaso me estabas siguiendo? —pregunto cruzándome de brazos.
—No necesito hacer eso, no soy un enfermo, Zoe. Solo fue casualidad. La verdad, no consideré encontrarte aquí cuando llegué. No eres una mujer que pasa desapercibida, te vi con tus amigos, pero tampoco quise ser imprudente interrumpiendo tu momento agradable. Si no te has comunicado conmigo desde nuestra última llamada, pensé que querías tu espacio, es todo.
Lo miro sintiéndome como una perra sin corazón.
