POV Arton
Luego de que todos se hubieran ido, me había quedado pensativo en la oficina, definitivamente el matrimonio estaba descartado en este asunto.
Así que como ellos, me dispuse a abandonar el lugar e irme a casa, mas camino al ascensor, escuché unos murmullos muy bajos. Mi madre siempre decía que tenía muy buena audición, y ahora creo que no exageraba.
Reconocí de inmediato la voz de mi abuelo, se encontraba bastante fastidiado, ¿a qué se debía? Pues la respuesta era evidente. La negación y rechazo de Eva a seguir siendo parte de los Sartini.
—Al parecer no hay otra salida, pon los papeles de la empresa en subasta, Sartini cerrará para siempre.
¿Con quién hablaba el abuelo? Seguí escuchando otro poco, y me enteré de que hablaba con el celular.
El abuelo no exageraba al decir que la empresa estaba prácticamente quebrada, pero… ¿Venderla? Eso no era una solución, simplemente se estaba deshaciendo del problema.
—No puedo permitir esto —dije apretando el puño—. Parece que no me queda otra opción.
…
Y ahora estaba aquí, Eva había aceptado, y aunque este matrimonio sería solo temporal con un embarazo falso, me permitía poder darle un poco más de vida a la empresa.
Ella estaba de acuerdo, así que prácticamente no sería un engaño, aceptó las condiciones y mientras la esperaba en la sala de su casa, vi desde la ventana a un espécimen raro que deambulaba en el patio.
Mis ojos fueron atraídos por tan fascinante criatura, por lo que sin darme cuenta, ya me hallaba al frente.
Contrario a cualquier animal salvaje que hubiera escapado o atacado, este solo se quedó en el lugar, procediendo a oler mi aroma.
Entonces, Eva apareció detrás de nosotros, y sorprendentemente el animal no saltó para atacarla, parecía muy educado y domesticado, lo cual era sorprendente.
—¿Entonces este es tu amiguito? —pregunto, luego de que ella lo llamara por su nombre.
—Amarok está conmigo desde que era muy pequeño, estaba tan herido y lastimado que creí que perecería, pero se aferró a la vida, ¿verdad amigo? —ella le sonrió y se apegó al animal, para frotar su cabeza con la de él.
El lobo bostezó y luego giró un poco, para alcanzar su hocico con la mejilla de Eva a quien lamió.
Era muy sorprendente, que por un breve instante, me quedé mirando sin poder decir una sola palabra.
Ella reía como si fuera una niña, mientras el lobo no dejaba de lamerla.
—Basta Amarok… ja, ja, ja, Basta por favor… —carcajeaba con tanta felicidad en su rostro.
En la noche, bajo el cielo estrellado con la luna siendo espectador, no pude evitar mirar que ella tenía una muy bonita sonrisa. Sus labios se dibujaban perfectamente, sus ojos verdes resplandecían con tanta vida, sus mejillas eran rosadas y delicadas, era como ver a dos pétalos de rosas.
—¿Qué demonios estoy mirando? —me cuestioné en la mente, luego de haber estado como un completo idiota mirando esos detalles de en ella.
—Eva, tengo que irme —le digo, después de aclarar mi voz para que me prestara atención.
—Oh claro —ella se levantó, luego de darle una última caricia a su compañero animal—. Gracias por visitarme Amarok, ahora debo atender al señor.
Tan pronto el lobo se ocultó entre las sombras, Eva me pidió seguirla, al entrar ella me hizo entrega de los documentos que yo necesitaba para agilizar este matrimonio temporal.
—Será mejor mantener esto en secreto, hasta que todo termine, mañana te llamaré para indicarte lo siguiente —fui claro y conciso, y ella lo aceptó.
…
Salí de su casa, y ya cuando estaba en mi auto, me pasé la mano sobre el rostro.
—¿Qué demonios fue eso? —no podía creer que me hubiera quedado como un completo imbécil mirándola mientras jugueteaba.
Todo este maldito problema estaba haciendo que mi mente no funcionara bien.
Sacudí mi cabeza al igual que mis pensamientos, y de inmediato encendí el motor, para luego pisar el acelerador. Ya era de noche, apenas había luz por estos lados, parecía algo absurdo que ella viviera en un lugar donde no fuera tan transitado, ya que esto complicaba a que su dirección fuera fácil de localizar.
Mientras iba manejando, veo que un auto que regresaba, no puedo distinguir a la persona que manejaba, pues traía las ventanas polarizadas.
Era obvio, la casa donde vivía era bastante grande, así que, era poco probable que viviera sola.
Entonces una idea cruzó por mi mente, ¿Acaso ella tendría un novio? Porque la idea no era nada absurda, ya que después de tanto tiempo era imposible poder creer que una mujer pudiera estar sola tanto tiempo, es decir, aún había estado casada con Scott, pero eso no le impedía poder seguir con su vida, lo cual no tenía nada de malo, pero sin querer, al pensar en eso, apreté fuertemente el timón con mis dedos.
—Parezco imbécil —fue lo último que dije antes de desaparecer de este lugar.
—————
POV Eva
Al ser la noche, no fue difícil intuir que la abuela ya estaba dormida en su recámara, por lo que pensaba hacer lo mismo, sin embargo cuando miré la hora en mi celular, me percaté de que Julen estaba demorando demasiado, así que decidí llamarlo, sin embargo, apenas transcurrió unos segundos, escuché el característico sonido de su celular muy cerca, exactamente fuera de la puerta y justo en ese instante él ingresó con algunas bolsas entre sus manos.
—Julen, por Dios ya me estaba preocupando, ¿estás bien? ¿Te pasó algo? Dime.
—Todo está bien, mi girasol. Es solo es que luego de terminar pasé por una tienda de comestibles, recordé que hay algunas cosas en la despensa que están por terminar, así que no me costaba nada realizar las compras.
—Oh Julen, No debiste haberte molestado.
—Bueno no estoy precisamente molesto, pero sí algo agotado y muy interesado en saber quién era la persona que salía de este lugar.
—¿Te refieres al auto que acaba de irse, verdad?
—¿Acaso recibes otras visitas mientras yo no me encuentro, Eva?
—Tranquilo, se trata de Arton.
—¿Arton?, ¿y qué hace aquí?
¿Ahora cómo le explicaba a Julen sobre el matrimonio?
—Ehhh bueno… Voy a casarme.
—Ah, bueno yo creí que… Espera, ¿qué?
Su rostro demostraba todas las expresiones que yo había hecho antes en la oficina de los Sartini.
—Por favor, no grites. No quiero que la abuela aún se entere, se lo explicaré yo misma, pero con más calma, ahora mismo debe estar descansando, así que, te suplico que guardes el secreto.
—Pero Eva, ¿Cómo se supone que calle algo como esto? ¿Acaso has perdido la cabeza? ¿cómo te vas a casar con el? Es como repetir la misma historia que viviste con Scott.
—Por supuesto que no, Julen, porque cuando me casé con él, lo hice con muchas ilusiones y esperanzas, sin embargo está vez estoy completamente enterada de todo.
—¿A qué te refieres?
—A que solo será un matrimonio temporal, no voy a permanecer casada con él eternamente, ambos hemos conversado y llegamos a ese acuerdo con el fin de que cada uno obtenga un beneficio, yo tendré mi libertad por completo, y él salvará a su empresa. Por eso necesito ahora más que nunca tu apoyo. En aquel entonces yo estaba sola, y no tenía quien recurrir, pero ahora te tengo a ti y a la abuela, sin embargo, ella es una mujer mayor, y tú eres lo más importante para mí.
—Y tú para mí cabeza de girasol —me responde llevando su gran mano sobre mi cabeza para frotarla como ya es su costumbre —.Muy bien, cuenta con mi apoyo. No vas a estar sola.
—Gracias Julen, eres el mejor.
Ambos éramos realmente muy unidos, así como hermanos, me alegraba poder contar con alguien como él cerca.
…
Al amanecer ya estaba lista para salir de casa, rumbo a la ver a las chicas que hacían la confección de la ultima linea de vestidos de novia.
—Estaré esperando con el auto afuera, Eva —me anuncia Julen pasando por el pasillo.
—Gracias, bajo en uno minuto —contesto, terminando de acomodar los mechones de mi cabello, pero mientras me veo en el espejo sigo notando esa marca. Por más que aplico maquillaje, siempre resalta—. Ya he probado de todo, y aún así sigue ahí. Traté de ajustar bien mi cabellera para que curbriera esa parte de mi rostro, solo esperaba que el viento no fuera tan molesto el día de hoy.
Me despedí de la abuela, y en un parpadeo ya estaba abordando el auto.
—Después de que te quedes en las oficinas, tengo que ir a ver la entrega de tela, Julen.
—Lo sé, ya tengo agendada la hora de llegada. El material llegará alrdedor de las nueve, así que creo que no hay impedimento para ir contigo.
—En ese caso me da tiempo de ir a las oficinas, afortundamente todos creen que soy una empleada más, no deseo que se sientan intimidados por mi presencia.
—Es curioso como ni tus empleados saben quien eres, no saben si trabajan para una mujer o un hombre.
—Bueno, creo que… —no llegué ni a terminar de decir lo que tenía en mente, porque mi celular me interrumpió.
—¿De quién se trata? —pregunta Julen.
—Es Arton —respondo—. Sabía que llamaría, pero… ¿tan pronto?
Decidí contestar, y lo que él dijo me dejó sin palabras.
—¿Ahora? Pero es muy pronto, ni siquiera… Oh… Está bien, iré en unos minutos —colgué, y a apenas guardé silencio, Julen se mostró interezado en saber.
—¿Qué pasó?
—Quiere anunciar el compromiso ahora mismo. Julen…
—Está bien, no te preocupes, te llevaré y yo me encargaré del resto.
…
Llegamos a la mansión Sartini, Arton había sido muy claro, pero aún tenía mis dudas.
—Tranquila, confía en ti —antes de despedirse, Julen me da un fuerte abrazo y realmente lo necesitaba.
Toco la puerta, y soy atendida por una de las empleadas.
—Bienvenida, señorita. La esperan —me indica.
Ella me lleva a la sala, donde Arton está frente a toda su familia.
—¿Qué hace ella aquí? —me señala Scott.
—Bien, ahora estamos completos. Eva, por favot ven aquí —Arton me tiende su mano, esperando que lo acepte.
Sé que voy a arrepentirme de esto, pero ya no hay marcha atras.
La mirada de todos es de sorpresa, y más aún cuando Arton posa su mano en mi cintura.
—Lo hemos pensado bien, y… Eva y yo vamos a casarnos.
—¿¡Qué!? —exclama Scott, sin ocultar su desaprobación, pero su abuelo no le permite decir una sola palabra más.
—¡Esa es una excelente noticia! Sabía que recapacitarían. Hoy estoy muy feliz, pues después de tanto tiempo, toda mi familia está junta, ¿verdad Harper?
Ella se soroja y sonríe.
—Abuelo… Aún no es tiempo de decirlo.
No entendía, pero de repente todo cobró sentido, cuando una voz que me desagradaba fue acercándose.
—El más feliz soy yo, abuelo. Apenas Harper me lo dijo, regresé en el primer avión.
Simeón, el esposo de Harper, estaba de regreso.
—Brinda con nosostros, Eva. Brindemos por la familia, que pronto crecerá.
—Espere, ¿acaso?
Harper se puso de pie, y con una gran sonrisa ella se miró y asintió, llevando sus manos a su vientre.
Durante el brindís no pude decir nada, estaba muy sorprendida, hasta que Arton quien no se había separado de mí, me susurra al oído.
—Ya vuelvo, espera aquí y no te muevas.
Me quedé sola, y realmente me sentía incomoda, de modo que fingí necesitar ir al baño.
Mas me demoré a proposito, para no tener que regresar pronto, finalmente pensé en regresar, pero al pasar por la cocina, escuché a Simeón hablando por su celular.
—Harper nunca desconfiaría de mí, puedes reunir todas las pruebas que tengas y ella no
dudará de mí, así que por tu bien, más te vale mantenerte lejos de mis asuntos.
¿Con quien hablaba así? ¿Y por qué decía tales cosas?
Retrocedí para irme, pero sin querer mi tacón hizo ruído, y él se dió cuenta de mi presencia.
—¿Qué haces tú ahí?
—Regresaba del baño.
—No trates de verme la cara, a parte de horrenda, eres una entrometida.
—¿Quién es horrenda? —Arton posó su mano mano en mis hombros.
Los labios de Simeón quedaron sellados.
—Te he hecho una pregunta, responde Simeón.
—Lo siento Arton, yo no quise…
—No quisiste, pero lo hiciste, así que disculpate.
—Arton.
—No voy a repetir las cosas dos veces. Disculpate con mi prometida, porque no me importa que sea un día de celebración para ti.
Bajando la cabeza, Simeón me pidió perdón.
—Y escucha bien, vuelves a faltarle el respeto a mi prometida, y será lo último que digas en tu vida.
Simeón guardó silencio y se marchó.
—Te dije que no te movieras, ¿por qué eres tan desobediente?
—Necesitaba ir al baño, el cabello se me desacomodó y la marca de mi…
—¿Cúal marca? ¿Esa que traes en el rostro? No sé por qué la ocultas, yo no le veo nada de malo, el cabello recogido te hace ver mucho más bella.
—¿Bella? —me quedé sin palabras al oirle decir que yo era bella.
—Eh… Yo no dije… Ya vamos, que me haces decir puras tonterias.