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Capítulo VI El padre de Marshalsea Hace treinta años, a unas pocas puertas de la iglesia de Saint George, en el barrio de Southwark, al lado izquierdo del camino que iba hacia el sur, estaba la cárcel de Marshalsea. Llevaba allí muchos años y aún estaría unos cuantos más, pero ahora ha desaparecido y no por ello el mundo es un lugar peor. Era una mole oblonga de aspecto cuartelario, dividida en casas miserables unidas unas a otras por la parte trasera, de modo que no tenía habitaciones posteriores; rodeada por un estrecho patio adoquinado y cercada por altos muros debidamente rematados por pinchos. Era una cárcel angosta y reducida para deudores, y tenía dentro otra más angosta y reducida para contrabandistas. Infractores de las leyes fiscales y defraudadores de aranceles e impuestos de