Y, como entre uno y otra se hicieron dueños de aquella pobre pareja desvalida, como todo el mundo había hecho siempre, los recursos disponibles fueron en conjunto tan buenos como los mejores. El rasgo distintivo del tratamiento del doctor Haggage fue su firme resolución de que la señora Bangham estuviera a la altura de la situación. He aquí un ejemplo: —Señora Bangham —dijo cuando no llevaba allí ni veinte minutos—, vaya a buscar un poco de brandy porque, de otro modo, va usted a desmayarse. —Gracias, señor, pero no lo necesito —contestó la señora Bangham. —Señora Bangham —insistió el médico—, estoy atendiendo a esta dama profesionalmente y no admito discusión alguna. Vaya y traiga un poco de brandy porque de otro modo sé que no va usted a aguantar. —Obedezco, señor —dijo la señora Ban