6— ¿Odio Mutuo?

890 Words
— ¿Dónde están tus amigas? Le pregunto mientras tomamos el mismo elevador que nos trajo hasta el piso 47. He intentado recordarlas, pero la verdad es que es imposible. Los recuerdos de anoche son tan borrosos que ya empiezo a sospechar que alguien ha puesto algo en mi bebida. —Samantha me ha enviado un mensaje que están en el hotel Bellagio, el restaurante al que iremos está allí. ¿Por qué no le dices a tus amigos que nos encuentren allá? Me propone y es la primera vez que no me da una orden... bien, vamos avanzando. —Vale. Mientras esperamos a llegar al lobby le envió el mensaje a Lolo a lo cual el responde de manera casi de manera automática con un "de acuerdo". Volvemos a caminar por el lobby del hotel, pero esta vez con un rumbo diferente. — ¡Hey Alex! Le dice al hombre que está detrás del escritorio de ayuda al cliente. —Señorita Echevarría. Buenos días. Dice poniéndose de pie. —Buen día, ¿Sabes si Edu tiene el coche listo? Le pregunta. ¿Ha dicho coche? No entiendo... ¡¿Por qué me ha hecho caminar toda la maldita mañana?! —Si, esta donde siempre. Le explica. —Gracias, nos vemos... Le dice amablemente y luego me mira. —Vamos. — ¿Por qué no usamos el coche esta mañana? Le pregunto bastante indignado. —Porque no quería que los empleados se enteraran de todo. Me dice como si fuera obvio. —Creo que con pedir que te alcanzaran el coche no sospecharían nada. Le comento. —Créeme que sí. Dice mientras atravesamos las enormes puertas automáticas de vidrio y salimos al área donde dejan a los huéspedes. — ¿Cuál es? Le pregunto viendo los diferentes autos que hay aquí. —Ese. Dice señalando la limusina color negra que hay y de verdad pienso que esta mujer se divierte haciendo estas cosas. — ¿A eso llamas coche tú? Le pregunto sarcásticamente. — ¿Qué querías que digiera? ¿Ven vamos a mi limo? ¿Para qué? ¿Para qué me sigas llamando egocéntrica? — ¡Vaya! Veo que te importa, aunque sea algo lo que pienso. Le digo mientras el hombre de pelo oscuro y bastante alto nos abre la puerta del "coche" según la descripción de esta mujer, para entrar. — ¡Si, claro! Como no te das idea... ¿acaso no te das cuenta? Estoy intentando impresionarte. Dice con un tono burlón. —Sí, claro que me doy cuenta... ¿y tú? ¿no te has dado cuentas que me traes loco? Le respondo de la misma manera. —Eso no sería extraño. Dice mirando a través del cristal. Miro alrededor y noto que la parte de atrás de la limosina está completamente aislada de donde estamos nosotros. —Mira si me habrás vuelto loco que no puedo ni recordar lo que sucedió anoche en aquella cama entre tú y yo... así de mala debes de ser en ella. Le respondo ya harto de su egocentrismo. —No te preocupes, que al parecer los dos la hemos pasado mal. Yo tampoco me acuerdo de nada. Responde borde y esta vez su mirada si se clava en la mía. Soy una persona paciente, pero esta mujer realmente me está sacando de quicio... no puede ser más insoportable, arrogante, ¿Quién se cree que es? —Es mejor que no recuerdes... de esta manera evitaremos que vuelva a suceder. Digo muy enfadado. —Es lo mejor. —Hemos llegado. Dice el chofer a través del parlante y sin ser caballeroso bajo de la limosina y cierro la puerta detrás de mí. Esta mujer no merece ni que le abra la puerta de ningún sitio. — ¡Gracias eh! Me dice de manera sarcástica cuando pasa por mi lado. — ¿han llegado tus amigos? Pregunta parada al lado de la puerta del hotel. Miro a mi alrededor en busca de ellos hasta que finalmente los veo. — ¡Antonio! Le grito haciéndole señas para que me vean. Me paro al lado de la insoportable de mi esposa y los espero. — ¡Hola tío, hasta que apareces! Dicen saludándome. —Lo sé... Vean, les presento a Jacqueline. Cada uno de ellos la saludan amablemente. —Un gusto chicos. —Igualmente guapa. Le dice Antonio y se bien por donde va. —Les comento que por culpa de ustedes esta mujer y yo terminamos casándonos anoche en una capilla. Gracias, amigos por dejarme cometer semejante locura eh. Les digo sin anestesia. — ¡¿Qué?! ¡¿Qué?! Preguntan casi gritando. —Así es, ahora vamos, porque las otras culpables... ósea sus amigas nos están esperando en el restaurante. Les digo y simplemente los cuatro seguimos los andares de esta rubia por el hotel. —Vaya suerte macho... casado con este monumento de mujer eh... Me comenta Lolo en un susurro para que ella no lo escuche. —Ese monumento de mujer como le llamas tú, es mi peor pesadilla. Le digo de la misma manera. —Pero ¿Por qué? Pregunta Antonio. —Porque es una niñita multimillonaria que es insoportable y saben que es lo peor... — ¿Qué? Preguntan los tres a la vez. —Que las noticias han volado y no nos podemos divorciar... tanto a ella como a mí nos arruinaría si lo hacemos... — ¿Eso quiere decir que...? Dice Porty. —Eso quiere decir que permaneceremos casado mínimo tres meses. Lolo muchísimas gracias por elegir este destino para tu despedida de soltero; termine casándome yo antes que tu eh... Les digo bastante serio. — ¡No es nuestra culpa que te tomaras todo lo que encontraste en el bar y que te comieras a besos a esa rubia! Me dice Lolo. — ¿Cómo que me la comiera a besos? —Chicos les presento a mis amigas. Dice interrumpiendo nuestra conversación. —Me lo cuentas luego. Le advierto a Lolo. Quizás él pueda darme un indicio de que diablos sucedió anoche.
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