Aparto su silla de la mesa que está ubicada en un rincón de esta terraza que tiene una vista espectacular al mar, y ella se sienta cuidadosamente para que su vestido no se suba más de la cuenta. La verdad debo agradecérselo, al fin y al cabo no soy de piedra.
—Gracias. Me dice con una media sonrisa.
—Un gusto rubia, ya sabes debo ser amable con mi angelical esposa. Le digo con una sonrisa.
—Tu angelical esposa puede convertirse en una fiera si sigues con ese sarcasmo. Me advierte haciendo que me ría.
—Vale... sabes, creo que tú y yo deberíamos tener una regla cada vez que salgamos juntos.
—¿Y esa regla seria? Pregunta con gran curiosidad.
—Nada, pero nada de alcohol. Le digo entre risas haciendo que ella también se ría.
—Entiendo tu punto, pero sabes creo que es tarde para poner reglas... Dice de una manera muy interesante.
—¿Por qué lo dices? Le pregunto con muchísima curiosidad inclinando mi cuerpo sobre la mesa.
—Veras rubio... lo peor que podíamos hacer ebrios ya lo hicimos; nos casamos, tuvimos sexo... creo. Aclara. —¿Qué cosa peor podríamos hacer?
—¿Tienes ganas de seguir tentando a la suerte?
—Para nada, pero me pregunto... Si tomamos champagne ¿Qué cosa podría ocurrir que ya no hayamos hecho?
Tengo muchísimas ganas de reírme de su pregunta a causa de las miles de cosas que se me cruzan por la cabeza... ¡Pablo, concéntrate! Me grita mi subconsciente.
—Veras rubia, se me pasan muchas cosas por la cabeza, pero... una que puedo decirte es que tengo miedo que nos tatuemos nuestros nombres. Le digo sin poder parar de reírme.
—¡Por favor no! Dice riéndose igual que yo.
—¿Entonces nos arriesgamos y tomamos champagne o nos quedamos con alguna bebida no alcohólica? Pregunto y luego miro el menú.
—¿Tu que sugieres?
—Sugiero que nos relajemos y nos escribamos una nota en el brazo que diga "Si le pedimos que nos tatúen, no lo hagan" por si acaso ya sabes... Le digo provocando que sonría.
—¿Entonces champagne?
—Sí, pero solo una botella. Aquella noche estoy seguro que tome algo que no era alcohol... creo que era gasolina o alguna droga o no se...
—Pienso igual, jamás me había emborrachado de esa manera.
—Creo que ambos estábamos muy felices celebrando, ¿no?
—Supongo...
—Buenas noches, mi nombre es Xavi y seré su mesero esta noche ¿Qué les puedo traer para beber? Nos pregunta interrumpiendo nuestra conversación.
Le muestro en el menú la champagne que hemos elegido y él se retira.
—Sabes, hablando de celebración... como te dije aquella noche estábamos celebrando la despedida de soltero de Lolo. El se casa el próximo sábado, pero en Madrid. Estaría bien si quisieras acompañarme. Le propongo haciendo que se sorprenda.
—¿De verdad quieres que vaya?
—Ya te dije, será mejor que nos llevemos bien y la pasemos lo mejor que podamos.
—Está bien, yo acepto pero con una condición. Dice con una media sonrisa.
—¿Y esa condición es?
—Que no te enfades conmigo por lo que he hecho.
Oh no... Esto me da miedo, ¿Qué ha hecho ahora?
—¿Y qué es lo que has hecho?
—Llame al agente de bienes raíces que la compañía tiene aquí en Madrid para que nos busque casa y me dijo que el tenia un cliente que tiene una propiedad aquí que solo usa para vacacionar y me la ha ofrecido en alquiler por algunos meses.
—Y con lo poco que te conozco me atrevo a decir que has aceptado. Le interrumpo.
—Sí. Es que las fotos que me han enviado son fabulosas, la casa esta amueblada... no hay que hacer nada y aparentemente queda cerca de tu casa. Me explica intentando convencerme.
—Rubia, eres terrible... ¿Algún día preguntaras si estoy de acuerdo?
—Es que me he enamorado de la casa.
—Espera... porque creo que tu y yo tenemos un concepto diferente de lo que es una casa... Me di cuenta de eso cuando fuimos a tu hotel en Las Vegas. Cuando tú dices casa ¿de cuantas habitaciones estamos hablando? Le pregunto y realmente sé que me puedo llegar a caer de espalda con su respuesta.
—Seis... Me dice con dudas.
—¡¿Seis habitaciones para dos personas?! ¿Eso te parece normal? Pregunto sabiendo que esto podía ocurrir.
—No sé si es normal o no, pero al menos no habrá problemas en la convivencia. Me dice con una amplia sonrisa haciéndose la inocente y por primera vez me convence de absolutamente todo.
—Vale, pero me dejaras pagar parte del alquiler. Le aclaro.
—No es necesario.
—Lo es. Le aseguro.
—Pero...
—Pero nada, yo no seré multimillonario como tú, pero créeme que tengo un buen nivel económico. Le explico.
—Es que no tienes porque, esa ha sido mi idea.
Al final pensare que es una persona considerada...
—Lo hare y no discutiremos mas. Le advierto y luego el mesero deja la botella de champagne y toma nuestra orden.
—Está bien, no discutiremos... no ahora que nos estamos llevando mejor. Me dice y luego toma un sorbo de champagne.
—Pero, yo también tengo una condición para aceptar mudarme ahí... en realidad dos. Le aclaro.
—¿Cuáles?
—La primera Terral... el debe ir con nosotros.
—¿Terral?
—Mi perro, no lo has visto porque te la has pasado en la habitación. Le explico.
—¡¿Tienes un perro?! Me pregunta emocionada.
—Sí, es un labrador.
—¡Me encanta! Primera condición aceptada... ¿y la segunda?
—¿Estas muy cansada o crees que podamos ir a bailar después de cenar? Le propongo.
No sé porque me han dado ganas de ir a bailar con ella, pero creo que será una buena idea.
—¿Bailar? Me pregunta confundida.
—Sí, ¿Estas cansada?
—No, no estoy cansada. He dormido un rato esta tarde.
—¿Entonces?
—Supongo que sí.
—Nos divertiremos, tú y yo necesitamos eso. Estos últimos días hemos estado muy presionados.
—Esta boda te ha traído muchos problemas, ¿no? Me pregunta con su copa en mano.
—Si... me han presionado por todas partes para que no se formara un gran escándalo, ya que mi disco sale en poco tiempo. Le explico.
—En escenarios diferentes, nuestras situaciones son similares. A mi también me han presionado para que me mantuviera casada contigo.
—¿Tu prometido se ha enfadado mucho? Me atrevo a preguntarle.
—Bueno, digamos que no es que iba a venir a felicitarnos...
—Claro que no, pero ¿siguen juntos?
—No lo sé... es que me dijo que nos tomáramos una pausa mientras que yo estaba aquí y la verdad es que no creo que me vaya a esperar.
—¿Crees que te engañara?
—Tú lo has dicho, no soy una modelo de Victoria Secret.
No puedo creer que me haya creído eso...
—Creí que habías entendido que intentaba molestarte.
—Es que tienes razón. No lo soy, además el puede tener a la mujer que quiera.
La escucho y me desconcierta, ¿de dónde ha salido esta mujer insegura?
—Rubia, tu también puedes tener al hombre que tú quieras y seguramente el te quiera para él.
—Es que el también se ha visto afectado con esto y tendrá que disimular que esta con otra mujer... sé muy bien que se enamorara... yo he sido muy difícil con él. Me confiesa y creo que ahora me siento mejor; no ha sido difícil conmigo solo.
—¿Por qué lo dices? ¿Has sido como lo eres conmigo? Le pregunto sonriente.
—No... contigo...eh... nada déjalo ahí.
—¡No, ahora me dices! Que ni piense en dejarme con esta curiosidad.
—Es que si bien fue por el alcohol... tu y yo... ya sabes...
—Tuvimos sexo. Termino de decir ya que veo que no se atreve.
—Sí, la primera noche...
Creo que no estoy entendiendo muy bien.
—¿Y?
—Es que después de todo lo que pase, me ha tomado un año poder estar con Damian. El puede estar con alguien que haga las cosas más fáciles para él, alguien que no esté tan mal como yo.
—¿Lo amas? Me atrevo a preguntarle y creo que esta pregunta me está doliendo un poco hacerla.
—Pablo, yo suponía que sí.
—¿Cómo que suponías?
—Es que al ver como eligió evitar el escándalo a casarse conmigo me hace dudar de que él me amara de verdad.
—Sabes, llegue a creer que eras realmente insoportable, que eras la personal más egoísta, orgullosa e inestable mentalmente que había conocido...
—Vaya, que bonitos halagos... gracias. Me dice sarcásticamente.
—De nada rubia, pero sabes bien que te los habías ganado. Le respondo sonriente. –Pero, te escucho hablar y me doy cuenta que eres la persona más insegura y con mas miedos que he conocido.
—Rubio, no trates de entenderme... No lo harás, soy una mujer con demasiados problemas. Me advierte.
Lo hare, ya verás como lograre entenderte, pero bueno... no has respondido ¿Nos olvidamos de todo bailando esta noche?
—Está bien, pero no nos olvidemos de absolutamente todo, ¿si?
—Sí, tranquila... Le aseguro.