Horas después...
Golpeo a su puerta para que nos vayamos a cenar y la espero con la mayor paciencia posible, recordando los consejos de mi hermana.
—¡Ya voy! Me grita del otro lado de la puerta.
—Vale...
Si las mujeres normales demoran en arreglarse, ¿las mujeres como ellas cuanto tardaran? Coloco mi espalda sobre la pared del pasillo y sigo esperándola...
—Discúlpame. Dice después de abrir la puerta de la habitación.
La observo de pies a cabeza y no sé muy bien cómo reaccionar... Luce... vestido color blanco súper corto, un escote que creo que está diseñado para matar y... como diría Lolo "macho estas en problemas." Es insoportable, pero madre mía que es bellísima.
—No hay problema.
Claro que no hay problema... ¿o sí? Creo que el que está en problemas soy yo...
—¿Vamos? Pregunta saliendo de la habitación y cerrando la puerta dejándome ver toda su espalda y... nada mejor concentrare mi vista en su espalda.
—Eh si...
—¿Todo en orden? Pregunta mientras vamos caminando hacia la escalera.
—Sí, si...
No. No hay nada en orden ¿Por qué te has vestido así? Eso es lo que quisiera preguntarle, pero no lo hare.
—¡Disfruten! Nos dice mi hermana y sé que se está burlando de mi.
—Gracias Casi. Le respondo antes de salir de la casa.
Al llegar al auto le abro la puerta del lado del pasajero para que ella suba y luego doy la vuelta y me subo del lado del conductor.
—Me gusta tu auto. Dice mirando a su alrededor.
—¿De verdad? ¿O es una broma? No es una limusina... Le aclaro.
—De verdad... y sí, me di cuenta que no es una limusina. Dice en un tono burlón.
—Bueno, gracias entonces. ¿Y tú? ¿Qué auto tienes? ¿O siempre tienes chofer? Le pregunto mientras que arranco.
—Me llamaras arrogante si te respondo. Dice con su mirada clavada en mí.
—¿Eso qué quiere decir? ¿Qué tienes un auto muy pero muy caro, o que tienes más de uno? Pregunto asustado.
—¿Tu cual opción crees que es?
—Jackie, de verdad que me estoy asustando... ¿Tienes más de un auto? Le pregunto apartando mi mirada de la carretera por un instante. Ella asiente. —¿Cuántos?
—Solo te diré que mi padre y yo coleccionamos autos... Mas el que yo, pero bueno...
—¡Es broma! Ella niega con su cabeza. –Lo tuyo no es normal... ¿Qué se hace con tanto dinero? ¿Llenas la piscina con los billetes y nadas ahí, o qué?
—Bueno, es una opción. Responde entre risas.
—¿Lo has hecho?
—No... pero conozco gente que lo haría eh...
—Me imagino... Aun sigo sin entender porque aceptaste mi propuesta.
—Ya te lo explique. ¿Lo vuelvo a hacer pero con dibujos? Me pregunta de manera sarcástica.
—No, hare de cuenta que tiene sentido y seguiremos adelante. ¿Entonces? ¿Cuándo es que conduces todos esos autos?
—Dependiendo el día... ya te dije son mas de mi padre que míos.
—¿Y tu madre? ¿Ella no los conduce? Le pregunto con muchísima curiosidad. El silencio se hace presente y no sé qué sucede. —¿Dije algo malo?
—No, solo que no la conocí. Ella falleció al darme a luz. Me dice y otra vez hace que mi corazón se estruje.
—Lo siento, no debí preguntar...
—No es tu culpa...
—¿Te sientes bien?
—¿Por qué lo dices? ¿Por tu pregunta? Si, no es la primera vez que me preguntan por mi madre.
—Es bueno saberlo, pero me refería a que estas siendo muy amable conmigo y no sé si deba asustarme.
—Está bien, sé que no he sido la persona más amable del mundo contigo...
—Ni cerca... Le interrumpo
—Bueno, tampoco me eches toda la culpa, que tu tampoco has sido el hombre más amable del mundo conmigo ¿Qué cantas reggaetón y por eso me tratas así? Me pregunta haciéndome reír.
—No, no canto reggaetón y no estoy ni cerca de hacerlo... por ahora... creo... no sé, en algunos años te respondo eso. Uno nunca sabe... Y si te trate mal es porque solo te estaba regresando tus agresiones.
—¿Agresiones? Si es que han sido tan solo bromas. Dice mientras yo aparco el auto.
—¿Bromas? Si esas han sido tus bromas no quiero saber como serás cuando agredes a alguien.
—Vale, no he sido amable contigo... pero ya te lo he explicado...
—¿Y a que se debe este cambio? Le pregunto antes de que bajemos del auto.
—No voy a poder estar tres meses comportándome de esa manera.
—Bien, ¿ves? Cuando queremos podemos coincidir en algo.
—Sí, pero no te confundas eh... que sea amable no quiere decir nada más que eso.
—Lo sé... ya me lo advertiste y yo te dije que sería imposible que me enamore de ti.
—Perfecto, me gusta que tengas las cosas tan claras. Dice con una sonrisa.
—Por si acaso te lo diré yo también.
—¿Qué cosa? Me pregunta confundida.
—Que no te enamores de mi rubia. Sé que soy irresistible, pero vamos... tú no eres mi tipo. Le entre risas.
—Y yo te diré lo que tú me dijiste a mi... Eso es imposible. Bueno, rubio ¿vamos a cenar? Me pregunta imitando mi manera de llamarla.
—Vamos rubia, dejarme que abra tu puerta... después de todo en los papeles si estamos casados. Digo antes de bajar del auto haciendo que ella se ría.