Mientras tanto, la pelinegra había llegado a la casa de la señora Patty, quien a pesar de todo era una extraña la cual había conocido en horas. Pero su tristeza y las ganas de desahogarse con alguien, sumado a que esa señora pelirroja inspiraba confianza, la llevaron a abrirle su corazón a ella y encontrar algo de refugio porque se sentía muy sola. Rosa sabía que si iría a la mansión, nadie la apoyaría y todos iban a estar del lado de Henry catalogándola a ella como la esposa malvada y desagradecida. Aunque si tenía el apoyo de la condesa Agnes, debido a su edad no quería molestarla diciéndole las infidelidades de su adorado bisnieto, y tampoco quería decirle que le había pedido el divorcio; ya que, en su familia los Wallas, la disolución del matrimonio era algo considerado imposible. No