Capítulo 6.2

1589 Words
- ¿Aceptaste salir con él solo porque podía asegurarte el visitar a tu hermana todos los años? –la joven Houston asintió algo apenada por el tono de voz y la cara de Bryan, quienes expresaban asombro y una alegría que ella no comprendía-. Entonces, nunca amaste a ese tipo –ella volvió a asentir ante el comentario de Bryan. - Cuando llegó a casa y se presentó solicitando el permiso de mi padre para cortejarme apenas acababa de cumplir dieciséis años, y aunque ya tenía pensado el plan de casarme con alguien que me pudiera ayudar a viajar a Londres todos los años, nunca pensé que sería el hijo de la familia más adinerada del pueblo quien me pediría ser su novia –la sinceridad en Ann era notoria, por lo que Bryan no dudó de ella-. Yo no lo quería, me gustaba un poquito porque era atractivo, pero no estaba enamorada de él. Cuando me dio mi primer beso no sentí nada especial como Alice describió el primer beso que Harold le dio, así que puedo decir que nunca amé a Arthur Clark. - Pensé que parte de tu sufrimiento era porque lo amabas –mencionó Bryan. - Para nada. Mi sufrimiento fue íntegramente porque no sabía cómo deshacerme de él sin que dañara a mi familia, además de la culpa que llegué a experimentar creyéndome responsable de la muerte de mi compañero de clase. Yo quise ayudarlo, Bryan, pero Arthur era tan retorcido que se imaginó una tragedia para su familia y prefirió acabar con el herido que socorrerlo. - Entonces, ¿no estás enamorada de Arthur Clark? –volvió a preguntar Bryan. - Ahora parece que a ti te hubiera dado algo que tapó tu cerebro –bromeó Ann haciendo que Bryan riera-. Ya te he dicho que no. Ese hombre solo me dio mucho miedo y causó dolor. - Es bueno saberlo –soltó Bryan sonriendo mientras empezaba nuevamente a caminar hacia la casa de Ann. El siguiente domingo, antes de terminar con el servicio, el reverendo comunicó que contaría con un nuevo misionero proveniente de Salem. Ann se sorprendió de ver a Bryan siendo presentado como aquel nuevo m*****o de la comunidad que ayudaría en la iglesia hasta que terminara su periodo de misión. Al concluir la ceremonia, la joven Houston corrió hacia donde estaba el joven al que consideraba su amigo y con una gran sonrisa lo saludó. Bryan respondió el saludo junto con una tierna mirada que llamó la atención de Ann, ya que nunca la habían mirado así, pero no se sintió incómoda, más bien le dio mucha alegría que ese joven, seis años mayor que ella, se quede en la iglesia de su pueblo para seguir conversando con él, aprendiendo más de él. Por lo sucedido con Arthur y tras la muerte de Peter, Madison no soportaba seguir viviendo más en Sisters, no después de que la gente se le quedara viendo con notorio desprecio al saber que la causa de toda la desgracia que llegó con su hijo al pueblo fue producto de la mala decisión de dejarlo solo en un internado, sin asegurarse de que estuviera bien. Además, la familia del muchacho que Arthur matara por atropellarlo premeditadamente no paraba de gritarle que era la madre de un asesino. Ante esta situación, le pidió a su hija Astrid vender todo lo que tenían en ese pueblo y que la ayudara a mudarse a Portland, de paso que estaba más cerca de Arthur para ir a visitarlo todas las semanas, ya que era lo único que podía hacer por él. Los Clark comunicaron por los diarios de Salem y Portland que estaban vendiendo los activos que tenían en Sisters, mientras que en el poblado nadie sabía que se irían para más no volver. A las dos semanas de las publicaciones que colocaron en los diarios, recibieron la propuesta de una empresa y Madison, que no quería esperar ni un día más para mudarse a Portland, aceptó lo que le ofrecían y todos los negocios que alguna vez fueron de Los Clark pasaron a manos de una empresa de la ciudad de Salem. La viuda de Peter Clark liquidó a todos los empleados que brindaban servicios en su gran casa, quienes no sabían qué sería de ellos al quedarse sin trabajo. Asimismo, ese mismo día que despidió al personal del servicio doméstico de su vivienda, informó a los empleados de los distintos negocios que había vendido todo y que si seguían o no laborando dependía de los nuevos dueños. Por una semana todo el pueblo estuvo esperando alguna noticia de los nuevos dueños, algo que los mantuvo en tensión porque no sabían qué ocurriría con ellos, hasta que llegó un equipo de abogados representantes de Tanaka Enterprises, los nuevos propietarios de los negocios que un día fueron de Los Clark. A Ann y a toda su familia le llamó la atención que la cabeza de ese grupo sea el abogado que la asesoró y evitó que fuera involucrada como cómplice de Arthur Clark. En una reunión general que sostuvieron los abogados con toda la comunidad en el salón de actos de la escuela, anunciaron que su propósito de llegar a Sisters era aportar al crecimiento de ese poblado sin poner en riesgo los valores que cada familia inculcaba a sus hijos, y que por ello nadie perdería su empleo, pero que sí habría una restructuración, ya que tenían planeado hacer un centro comercial en donde se reúnan varios de los negocios ya existentes y abrir otros nuevos para el progreso de la comunidad. Todos se alegraron de escuchar que la nueva empresa respetaría los trabajos de aquellos que laboraron por años para Los Clark, y a Alfred le dio la esperanza de encontrar un nuevo empleo para mantener a su familia. La sorpresa llegó para Los Houston cuando ese abogado que salvó de la cárcel a la hija menor, al siguiente día estaba en la puerta de la casa familiar preguntando por Alfred. El abogado indicó que los Señores Tanaka querían contar con él para el proyecto del nuevo centro comercial, ya que les pareció injusto que fuera despedido por motivos ajenos a la calidad de su trabajo. El puesto que le ofrecieron fue de Asistente de Gerencia del nuevo centro comercial, trabajo que iniciaría de inmediato porque debía fungir como una especie de supervisor durante el tiempo que duren los trabajos de construcción del recinto de esparcimiento. Él se encargaría de dar la bienvenida al profesional que tendría a cargo la Gerencia, que por decisión de los Señores Tanaka no sería un m*****o de la comunidad de Sisters. El salario y los beneficios que recibiría eran por mucho mejores que los que alguna vez obtuvo al trabajar con Los Clark, por lo que Alfred no pudo evitar llorar de alegría al recibir tremenda oportunidad de mejorar su vida y la de su familia de manos de desconocidos. Ann estaba tan feliz de las bendiciones que estaba recibiendo su familia que corrió a la iglesia para agradecerle a Dios y contarle la buena nueva a Bryan, a quien consideraba su mejor amigo por todo lo que le había ayudado hasta ese momento. Después de orar, se acercó a la zona de oficinas del recinto religioso, encontrando a su amigo realizando el trabajo administrativo. Al ver a la joven Houston parada en la puerta de la oficina que ocupaba, el misionero dejó lo que hacía y salió un momento para conversar con la jovencita a quien él también empezaba a apreciar. - He venido a verte solo un ratito porque tengo algo que contarte –Bryan sonreía mientras esperaba que Ann le contara la novedad que tenía para él-. Mi padre acaba de recibir una oferta de trabajo muy buena, con un salario que nunca en su vida ha tenido. Eso nos ayudará mucho porque podremos ahorrar lo suficiente para viajar a ver a Alice cuando ya esté residiendo en Londres. Quizás no podamos ir todos los años, pero al menos sí cada dos –la inocente sonrisa de Ann brillaba y eso hacía feliz a Bryan. - Te dije que era más fácil conseguir un trabajo que paz para la consciencia cuando se mantiene en secreto los pecados ajenos. - Gracias, Bryan –soltó de improviso Ann y tomó entre sus manos una de las del misionero-. No sé si tú sientas lo mismo, pero he llegado a quererte como un gran amigo. Llegaste a mi vida en el momento preciso, cuando necesitaba ser escuchada y socorrida. Si no me hubieras aconsejado y ayudado, aún estaría sufriendo las amenazas de Arthur y los crímenes que cometió no habrían sido castigados. Creo que eres un ángel que Dios me envió al escuchar mi súplica –Bryan miraba las manos de Ann que sostenían la suya a la vez que una enamorada sonrisa aparecía en su rostro. - Gracias por quererme como un amigo, eso es muy importante para mí –la jovencita sonrió sin darse cuenta aún de los sentimientos que estaban despertando en Bryan por ella-. Y ya que somos más que dos conocidos que se ayudan por cuestiones de humanidad, hay algo que debo confesarte porque no quiero que luego te enteres por terceros y creas que no confié en ti –la duda ensombreció la sonrisa de Ann, ya que no tenía ni la menor idea sobre el secreto que guardaba su amigo-. Tanaka Enterprise es la empresa de mis padres. Mi nombre es Bryan Tanaka.
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