Capítulo 9.3

1588 Words
- Imagino que debes saber que estuve casada y que mi esposo falleció –el actor respondió afirmativamente-. Mis suegros son muy queridos para mí, ellos son como mis padres. Sé que, si empiezo una relación contigo, tendría que alejarme de ellos, ya que, al no existir Bryan, ellos ya no tienen que mantenerse cerca de mí; sin embargo, no quiero perder el contacto con ellos. Bryan era su único hijo, y ahora yo soy como una hija para ellos. No puedo hacerlos a un lado solo porque encontré a alguien que me hace feliz como su hijo una vez lo hizo –la expectativa en la mirada de Ann era notoria, ya que quería escuchar lo que Ryusei tenía que decir sobre el punto que ella tocó. - Una vez mi tío Kenji me dijo que no debía temer cuando una persona sale de mi vida porque eso significa que alguien más llegará para ocupar ese lugar que quedó vacío –los ojos de Ann brillaban tras escuchar las palabras de Ryusei porque entendía por dónde iba su comentario-. Bryan salió de tu vida porque yo debía llegar a ti. Asimismo, tus padres salieron de tu vida porque debían ocupar ese lugar tus exsuegros. Yo no tengo ningún inconveniente con que los sigas frecuentando. Es más, el día que seas mi esposa, las puertas de nuestro hogar estarán abiertas para ellos y así se mantendrán por siempre. - Increíble. Eres tan joven, pero tan maduro. Puedo aprender tantas cosas de ti –dijo Ann admirando a ese nuevo amor. - No pretendo que me veas como un hombre sabio, solo quiero que reconozcas que soy sincero y auténtico –y ante ese comentario, Ann beso por segunda vez a Ryusei, ya que habían llegado a un segundo acuerdo: Los Tanaka serán parte de la familia que un día construiremos. - Ahora, dime, ¿tienes algún acuerdo que desees plantear? –preguntó la Houston animada porque se estaban entendiendo muy bien. - En el pasado ocurrieron ciertos hechos que hacen complicado que mi familia acepta la relación de alguno de sus miembros varones con una mujer mayor –Ryusei iba con calma introduciendo lo que era para él el tema más delicado de pactar, más porque la alegría se alejó del rostro de su amada periodista para dar paso a la consternación. - Eso quiere decir que contra los primeros que debemos defender lo que sentimos es tu familia, ¿cierto? –dijo Ann con un sentido tono de derrota. - Si y no –el positivismo en la voz de Ryusei la desconcertó, así que decidió dejar atrás toda idea pesimista y escuchar atentamente al japonés-. Cuando hablo de mi familia no me refiero a todos Los Miura y a todos Los Sato, solo a mis padres, y en un grado menor a mis abuelos. Mi hermano menor, así como mis tíos, tías y primos no tienen ningún problema. - ¿Puedo conocer el motivo? –preguntó Ann y Ryusei se puso notoriamente incómodo. - Ann chan, no es que quiera ocultarte mi pasado, pero para mí es difícil hablar de ello porque el tema es muy sensible para mi madre, a quien amo muchísimo. Por ello quiero que ella, así como mi padre y abuelos acepten nuestra relación para yo poder contarte lo que sucedió e hizo que ellos adoptaran esa postura –el japonés estaba siendo sincero, ella lo sabía. - De acuerdo, no preguntaré hasta que de ti nazca la intención de contármelo todo –ante su respuesta, Ryusei le agradeció y dejó un beso sobre la mejilla de la Houston-. Entonces, ¿cómo quieres que nos comportemos considerando la postura de tu familia? - Quiero que mantengamos lejos de la prensa y el público en general que nos amamos y estamos en una relación –Ann abrió los ojos porque le estaba pidiendo mantener en secreto lo que aún no empezaban-. No malinterpretes las cosas, lo digo porque veo en tus ojos que estás suponiendo lo que no es. Yo no quiero un romance secreto contigo, quiero todo contigo y a vista de todos, pero no quiero tener que alejarme de mi familia porque no acepten nuestro amor. En un principio lo mantendremos dentro de nuestro círculo íntimo, o sea, lo sabrá Emma chan y mi agente, ya que él sabe todo de mí. A otra persona a quien comunicaré nuestra relación es a mi tío Kenji. - Mencionas mucho a tu tío Kenji, ¿por qué es tan importante para ti? - La relación de amistad que sostengo con él es muy fuerte. Mi tío Kenji es solo quince años mayor que yo al ser el hermano menor de mi madre. A él le comenté sobre ti hace dos años atrás, y me dio un consejo importante: que no haga nada para apurar al destino, que, si era un hecho que tú y yo nos conozcamos a profundidad y seamos pareja, lo nuestro pasaría tarde o temprano. Ahora que estamos en este punto, en el que hemos confesado lo que sentimos, mi tío cumplirá la promesa que me hizo hace dos años: apoyarnos por completo para que mi familia acepte nuestra relación. - Pero si es el hijo menor, tu tío no debe tener mucha presencia en las decisiones de tu familia –comentó Ann pensando que lo obvio era lo real. - Mi tío es la cabeza de la Familia Sato al ser el Director General y Presidente de la Junta de Accionistas del Conglomerado Sa-Na, la fusión de las empresas de Los Sato y la de Los Nagata. La opinión de mi tío pesa en mi familia, y mucho. - ¿Conglomerado Sa-Na? ¿Kenji Sato? El nombre de tu tío me parece conocido –mencionó Ann. En eso la memoria sacó a flote el recuerdo de la vez que quiso ayudar a unas familias que acogían en sus hogares a niños huérfanos o en abandono que estaban a punto de perder sus viviendas por hipotecas que no pudieron cancelar a tiempo-. Ya recuerdo, fue tu tío quien me ayudó a que los bancos me dejaran pagar las hipotecas de unas familias que perderían sus hogares. ¿Cómo él se enteró que necesitaba ayuda? –Ann estaba muy sorprendida y Ryusei no pudo callar más. - Ann chan, yo escuché por la puerta entreabierta de tu camerino el problema que tenías con los bancos para que acepten tu dinero en pago de las hipotecas y que dejen sin efecto el procedimiento ordinario, que implicaba que primero debían hacerse el embargo y desalojo para que luego la propiedad pase a remate. Solo tenía el apellido de tu abogado, pero eso fue suficiente. Llamé a mi tío, y él ubicó de inmediato a tu abogado; habló con él para enterarse del caso y le pidió que mantuviera en reserva su participación; luego llamó al Presidente de la Reserva Federal, a quien conoce por ser exalumno del postgrado de la Universidad de Stanford, y fue este quien pidió a los bancos que se saltaran el procedimiento estipulado por ley para que pagues las hipotecas, recuperando las propiedades sin que las familias pasen por dificultades –Ann estaba más que feliz de escuchar que gracias a la oportuna intromisión de Ryusei pudo ayudar a esas cinco familias. - No me equivoqué al pensar en ti como un héroe –Ryusei la miró extrañado por su comentario-. Cuando evitaste que ese auto que pasó a gran velocidad me golpeara, te vi como mi héroe, pero en verdad lo eres desde hace dos años atrás. Si no hubiera sido por ti, esas familias hubieran pasado por muy malos momentos al tener que sufrir el desalojo. Claro que los hubiera ayudado a trasladarse a un hotel mientras lograba recuperar las propiedades, pero yo quería evitar que los niños se queden con ese triste recuerdo. Gracias, Ryusei, me ayudaste a ayudar –y un beso que nació suave y tierno, que luego se volvió apasionado, fue la recompensa que el japonés recibió de su amada periodista. - Voy a comenzar a espiarte más seguido porque si por cada intromisión exitosa me vas a besar así, ten por seguro que moveré cielo y tierra para ayudarte en tus propósitos con tal que me des tus besos llenos de pasión –Ann estaba sonrojada al escuchar a Ryusei hablando con la respiración alterada al haber quedado muy excitado ante la íntima proximidad, cada vez más pasional, de la rubia. - No vas a tener necesidad de ser un espía, yo misma te involucraré en mis misiones de ayuda humanitaria. Dos trabajan mejor, así podremos llegar a más personas que necesitan recibir apoyo de alguna manera –que ella sea así de humana era otro detalle que lo enamoraba más. - Entonces, ¿tenemos un tercer acuerdo? –preguntó Ryusei tratando de contener las ganas que tenía de comerse a besos a su amada rubia. - Lo tenemos –y Ann, sin pensar en las consecuencias, se lanzó sobre Ryusei para besarlo con toda la pasión que en ese momento tenía para entregarle. El tercer acuerdo: mantener en secreto la relación que empezaron esa noche hasta que la familia del japonés acepte el amor que se tenían, sería el último que pactarían, por lo que el resto de la velada se dedicaron a conocer sus labios y soñar con el futuro, uno que ambos vislumbraban juntos, aunque para ello tuvieran que enfrentar a muchos que no querían verlos crecer como pareja.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD