Salgo del tribunal sin mirar atrás, pero, sé que Raegan está siguiéndome junto con Inara.
─¿Dónde viviremos? ¿Mi casa o la tuya? ─Inquiere el gatito llevándome a detener mis pasos. Giro mi rostro entornando mis ojos que lo quieren fundir.
─¿Qué clase de pregunta es esa? No viviremos juntos ─recalco─. Dile, Inara, que no es necesario ─pido hacia la castaña.
─Bueno…la verdad, sí lo es. Pero, se podría llegar a un acuerdo así cuando el oficial les visite verá que está poniendo de su parte ante las condiciones del Juez ─dice de repente y me sujeto el cabello gruñendo.
─¡Esto no puede ser posible! ─Exclamo girándome de nuevo para irme.
─¿Es normal que mi esposa esté desquiciada? ─Cuestiona Raegan y me detiene sujetando mi mano─. Ratoncita, cualquiera hubiera rogado por estar casada co
