¿AMOR U OBSESIÓN?

1737 Words
Seguí a la señora Flor, la nana, hasta la habitación de Héctor, pero ya no podía aguantar más las intensas ganas de llorar y sin querer hacerlo sollocé mientras dos lágrimas recorrían mis mejillas. La señora Flor, me miró fijamente y aunque traté de ocultar mi rostro agachando mi cabeza, ella pude darse cuenta. —Disculpe si la señora Noemi, la indispuso con sus comentarios, ella es un poco, clasista, pero no es mala persona, solo se preocupa demasiado por las apariencias —dijo con cierta gentileza y empatía en su voz. —No se preocupe, estoy bien —le contesté secando mis lágrimas. Ni siquiera tenía intenciones o ganas de mirar la habitación, la mirada de la señora Flor, era tan compasiva y no sé porqué pero mis sentimientos salieron a flote y empecé a llorar. —¿Puedo darle un abrazo señora? —me preguntó y después de asentir con timidez, la señora Flor, me abrazó con tanto cariño que sentí como si estuviese en los brazos de mi madre. Sé que no conozco a esta mujer, pero se ve tan amable, y yo me siento tan sola que no pude evitar refugiarme en sus brazos. No entiendo como voy soportar el hecho de tener que ser esposa de alguien que no amo y solo me causa desprecio. Justo ahora me siento confundida, y no puedo evitar hacerme cientos de preguntas en mi cabeza; ¿Es abuso si ahora que soy su esposa él quiere tener relaciones y yo me niego? ¿Algún día dejará de importarme o me acostumbraré a estar a su lado? ¿Y que pasaría si me huyo? ¿De verdad matarían a mi madre? Empuñó mis ojos tratando de calmar las voces en mi cabeza, dejo de abrazar a la señora Flor, y seco mis lágrimas. —Muchas gracias, señora Flor. —No es necesario que me diga así, a mi me gustaría que me dijera, Nana —expresó. —Bueno, pero con la condición de que no me hables de usted y solo me digas Scarlett —le dije tratando de sonreír. —Con gusto —contestó con una gentil sonrisa. Tomé su mano izquierda... —Muchas gracias, de verdad necesitaba un abrazo, nana —expresé. —Aquí estarán disponibles para cuando los necesites —contestó y le sonríe. —Gracias —dije y miré un poco a mi alrededor buscando mis cosas— Nana, ¿Sabés en dónde dejaron mis maletas? —En el armario de la izquierda, el de la derecha es del señor. —Gracias Nana... —¿Te gustó la habitación? —preguntó, y sin muchas ganas le dí un vistazo rápido a la habitación; la cual tenía un sofisticado y elegante estilo de realeaza y el color rojo resaltaba más que todo en la cama, ya que las sábanas eran rojas con bordados brillantes— El Señor mandó redecorarla con su color favorito —informó. —Si, me gusta mucho el rojo... —dije casi en voz baja mientras miraba pensativa la habitación. «¿Por qué Héctor, sabe estás cosas sobre mi? ¿Acaso fue mi padre quien le dijo qué el rojo es mi color favorito?» pensé con cierta inquietud. —Pero no te vez muy felíz, Scarlett —dijo mirándome fijamente. —Es que, extraño a mi madre, solo es eso —contesté evitando mirarla, aunque lo que dije no era una mentira del todo. —Tranquila, estoy segura que podrás visitarla pronto —dijo y yo asentí mientras le sonría amargamente. «Héctor, jamás me lo permitirá» pensé. —Siento que eres buena persona y presiento que algo muy malo te está pasando; pero espero que puedas resolverlo y yo estaré aquí para lo que necesites —dijo con gentileza. —Muchas gracias, nana —le contesté tratando de sonreírle. Ella me da un último abrazo y sale de la habitación. Suelto un largo suspiro, miro una vez más la habitación y suspiro otra vez; voy al armario para buscar una de mis pijamas y al encontrar una de ellas recuerdo que Héctor, me dijo que no le gustaban. —Porsupuesto que no le gustan, porque son de pantalón y quiero verme todo el tiempo lucir sensual; y no tuviera problema sino me dieras tanto asco Héctor —susurré en voz baja. Busqué una de las pijamas que Héctor, me compró antes de venir y escogí la que más cubría mi cuerpo. Después me metí a la cama y al pasar unos minutos me quedé dormida. No sé cuánto tiempo pasó pero abrí rápidamente mis ojos al sentir que alguien tocaba mis piernas, y al ver que era Héctor, quien lo hacía, inmediatamente me senté en la cama recorriendo mis piernas hasta que mis rodillas tocaron mi pecho y las abracé con ambos brazos. —Que bueno que despertaste, porque quiero hacerte mía —dijo mientras me daba esa mirada llena deseó, la cual hacía que el color de sus ojos fuese más oscuro. —Por favor no, dijiste que no me forzarías —le dije asustada, y la expresión de Héctor, se convirtió en una de enojo. —No sabes lo difícil que es aguantar el deseo de querer tocarte, acariciar tu piel y besarte —pronunció con intensidad. —Héctor, por favor... —le supliqué. Héctor, solo se alejó un poco, se quitó la camisa de un solo tirón, haciendo que los botones de esta cayeran al piso y luego de quitarsela, la tiró al piso. —Soy perfectamente capaz de tener cuanto sexo quiera y cuando quiera; soy mil veces mejor que cualquier novio joven que hayas tenido, ¿Acaso crees que no podré complacerte? —preguntó lleno de rabia e impotencia mientras yo solo podía mirarlo completamente asustada y con mis ojos llorosos. —Por favor —mi voz se entre cortó. Suspira, —Está bien —dijo dándose por vencido, sin embargo yo seguía temblando y mirándolo asustada; me sentía totalmente perdida, ya que no sabía que hacer, y era ridículo darle las gracias a Héctor, por no obligarme a estar con él— No me mires así, no soy un monstruo o por lo menos no quiero serlo —pronunció. Luego se quitó el pantalón y se acostó a mi lado— Será muy difícil que te acepten pero yo soy quien quiero estar contigo, no ellos, así que su opinión no importa, ni debe importarte —agregó mientras yo lo observa en silencio. «Parecía un hombre complemente diferente cuando tenía a su hija pequeña en brazos, pero la personalidad que me muestra a mi es demaciado diferente, incluso su mirada me causa temor. ¿Cómo puede manejar dos personalidades tan diferentes?, ¿Eso es normal?» me pregunté en el pensamiento. De repente Héctor, se acercó, y empezó a besar mis labios mientras yo cerraba mis ojos con fuerza tratando de empuñar los porque sabía que si lo rechazaba, él me se pondría furioso y eso daría pie para que me obligara hacer algo peor, pero en cuanto siento sus manos rozar mis piernas, las muevo incomodamente para que deje hacerlo. La mano de Héctor, se detiene, aleja sus labios de los míos para mirarme fijamente y mi cuerpo empieza a temblar mientras evito mirarlo; rogando dentro de mi que no estalle furioso y me obligue a estar con él. De repente Héctor, levanta con sus dedos mi barbilla y luego acaricia mi mejilla al mismo tiempo que yo entierro las uñas de mi mano derecha en mi muñeca izquierda para intentar hacer que el dolor neutralizara la desesperación que sentía por alejarme de él. —Te amo —pronunció mientras dedos acariciaban mis temblorosos labios— De verdad te amo, desde el primer momento en que ví esas fotografías tuyas, y te juro que te voy ha cuidar a toda costa, vas hacer mía, totalmente mía, pero si me llegas a traicionar, ¡Te juro que soy capaz de matarte! —me amenazó con esa gélida mirada que me causa escalofríos. —¿Por qué quieres retenerme a tu lado? —solté tal pregunta sin pensarlo. —Ya te lo dije, yo te amo —contestó. —Pero yo no te voy hacer felíz, porque yo... —empuñé mis manos para darme valor— Yo no te amo Héctor y solo te traeré problemas con tu familia. —Tu presencia me hace felíz y sé que pronto me amarás tanto como yo a ti, y los problemas con mi familia son lo de menos. —Esto no es amor Héctor, tú estás obsesionado, por favor dejame ir —le supliqué mientras las lágrimas recorrían mis mejillas. —Soy un hombre maduro y sé la diferencia entre el amor y la obsesión; lo que siento por ti Scarlett, es amor, un inigualable amor. Tú cuerpo es lo que me obsesiona, pero lo que más amo de ti, es tu rostro. En sus ojos podía ver todo menos amor y con eso sabía que no había forma de hacerlo cambiar de opinión, así que sin decirle nada, me acosté dándole la espalda. Héctor, besó mi hombro y después de susurrar en mi oído un "Que descanses" se acomodó en su lado de la cama y minutos después se durmió. Sequé mis lágrimas sin hacer mucho movimiento, sabía que sería una larga noche y que sería imposible dormír con Héctor, a mi lado, así como lo fue en el hotel pero si lloraba, él se daría cuenta y posiblemente todo empeoraría; así que tenía que cerrar mis ojos e intentar dormir para olvidarme de todo, pero al hacerlo apareció en mi mente el rostro de Gael. Rápidamente volví abrirlos preguntándome porque estaba pensando en ese chico. «Sus ojos son iguales a los de Héctor, verdes con una combinación de color ámbar, muy hermosa, y sus miradas y gestos son muy similares, pero tienen algo muy diferente a los de él, y no sé que es, solo sé que son tan lindos como él» pensé y sin darme cuenta había una pequeña sonrisa en mis labios. «¡Por dios! ¿¡Por qué haces pensando en él!?» preguntó mi conciencia haciéndome sentir culpable. «No estoy en condiciones de pensar en el hijo de mi supuesto "Esposo" pero entonces ¿Por qué no puedo sacar su imagen de mi cabeza?» me pregunté y por más que seguía exhortándome a mi misma, no dejaba de pensar en Gael Thompson.
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