MEGAN

1202 Words
Al día siguiente cuando desperté, Héctor, ya no estaba en la habitación y eso me hizo sentir un gran alivio. Me levanté y me dirigí al baño de la habitación; me bañé, me puse un vestido color miel, el cual era pegado a mi cuerpo y llegaba hasta la mitad de mis muslo. Héctor, no solo había mandado a alguien de su séquito de empleados a comprarme pijamas, sino que prácticamente renovaron todo mi armario, ahora todo mi vestuario es así, de un estilo ejecutivo pero elegante, sofisticado y sensual, lo cual es muy diferente a mi estilo casual y bastante jovial. Después busqué si había un libro en alguna parte de la habitación y afortunadamente encontré uno de mis favoritos, Hamlet de William Shakespeare. Me recosté en la cama y empecé a leer; no quería y mucho menos tenía intención de salir, así que este era el mejor plan para distraerme. No sé cuanto tiempo había pasado pero leí una gran parte del libro, sin embargo fuí interrumpida cuando de repente escuché a alguien tocar la puerta de la habitación. —Soy Flor, Scarlett, ¿Puedo pasar? —escuché a nana preguntar. —Si, adelante —contesté cerrando mi libro y ella entró. —Mi niña, ¿Cómo estás? Te la has pasado todo el día metida en esta habitación, ¿No quieres salir a comer algo? —preguntó con preocupación —Estoy bien nana, solo no tengo hambre, ni ganas de salir. —Pero ayer no comiste nada en la cena, hoy no bajaste a desayunar y tampoco has salido tan siquiera a tomar aire; te puedes enfermar si sigues así. «Si la enfermedad fuera terminal sería lo mejor que me podría pasar» pensé. —No te preocupes nana, estoy bien pero si me gustaría pedirte un favor. —Claro, lo haré con gusto. —¿Puedes traerme más libros? —pregunté señalando con timidez el libro en mi mano. —Con gusto, cariño, ya vuelvo —afirmó. —Gracias nana —expresé con una sonrisa, nana asintió y salió de la habitación dejando la puerta entre abierta. Minutos después veo a Megan entrar y me sonríe con timidez. Le sonreí, —Hola princesa, ¿Cómo estás? —Muy bien... —contestó con timidez mientras escondía sus manos en su espalda pero una parte del objetivo en sus manos sobresalía, así supe que era un cuaderno, el cual me mostró cuando yo le sonreí— Eh... ¿Quieres ayudarme con mi tarea? —¡Oh, claro que sí! —le contesté emocionada y Megan rápidamente se subió a la cama. Cuando estaba en la universidad estudiaba para ser profesora, ya que siempre me apasionó enseñar. Aspiraba a serlo a nivel universitario, pero enseñarle a niños siempre ha sido una hermosa labor y uno de mis pasatiempos favoritos; aunque tuve que dejarlo todo para trabajar y ayudar a mi madre con los gastos, porque las dudas de juego de mi padre, nos estaban hundiendo rápidamente. Empiezo a revisar el cuaderno de Megan, y sonrío al ver que su tarea es solo de dibujar las frutas que están escritas. —Bueno, aquí dibujaremos una uva, ¿Las has visto? —le pregunté y ella asintió mientras de su estuche color rosa, sacaba algunos colores. —Algunas son rojas y otra verdes, ¿De cuál las pinto? —Del que te guste más mi corazón. —Moradas son lindas. Sonreí, —Claro, y luego sigue la manzana y una banana —agregué y Megan asintió. Minutos después... —Mi corazón, el banano es amarillo no rojo —le dije riéndome. —Una vez ví uno rojo. —¿Estás segura qué no era un adorno? —le pregunté y Megan, hizo una expresión graciosa, como si estuviera pensando y luego asintió y se rió. —Si, porque está duro y no me lo pude comer —dijo y empezamos a corregir. En ese momento nana, entró a la habitación cargando varios libros, y rápidamente me levanté para ayudarla. —Gracias cariño, me alegra ver que sonríes. Megan, es el rayito de felicidad de todos en esta casa —pronunció nana. —Lo es... —contesté mirando a Megan con una sonrisa; ella está concentrada coloreando y mirarla así me hace recordar mi infancia. «Extraño ese momento en el que todo para mí era tan inocente y de color rosa» pensé seguido de un suspiro lleno de tristeza, y sin darme cuenta una lágrima sale de mi ojo derecho; siento algo suave rozar mi mejilla y cuando reacciono veo a nana mirándome compasivamente con un pañuelo en su mano. —Desde que te ví entrar por esa puerta, noté una profunda tristeza en tus ojos; yo presiento que algo te está pasando, algo muy malo, pero sea lo que sea, intenta por todos los medios posibles ser feliz. Busca tu felicidad, cariño —dijo nana. —Pero la felicidad es tan esquiva, tal parece que no se hizo para mi —expresé a punto de llorar. Nana abrió sus labios para decir algo pero fue interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose y darme vuelta veo entrar a Leticia, mirándome furiosa. —¡Megan, te dije que no vinieras aquí! —exclamó enojada. —Tranquila, solo la estaba ayudando con su... —¡No me importa que estabas haciendo! —levantó la voz interrumpiendo— ¡Quiero que te mantengas alejada de mi hermana! Una arribista como tú, ¡Vaya a saber Dios que mañas tenga! —espetó provocando un fuerte sentimiento de ira dentro mi. —Leticia, te voy a pedir que me respetes, tu no sabes nada de mi y tampoco de mi vida, así que no eres nadie para venir a juzgarme —me defendí con firmeza. —En eso tienes razón no se nada de ti y tampoco me interesa saberlo; tus acciones hablan por si sola de la clase de mujer que eres. Porque ¿¡Qué hace una chica de 25 años casada con un hombre que podría fácilmente ser su padre!? —¡Esa pregunta deberías hacérsela a tú padre! —contraataqué y ella se quedó en silencio sin saber que decir mientras me miraba con furia. —Ya no se peleen, no lograrán nada con eso —intervinió nana para que dejáramos de discutir. —Vámonos Megan, y no quiero que te vuelvas acercar a esta cazafortunas —espetó y salió de la habitación llevándose a Megan. Empuño mis manos tratando de contener la rabia que siento al ver la tristeza en los ojos de Megan. — Cálmate Scarlett, Lety es muy buena persona, pero está molesta con su padre y se las desquita contigo —dijo nana tratando de justificarla. —Nana por favor dejame sola —le pedí con un tono suave, pero a la vez algo desesperado. —Claro mi niña —accedió y después de darme un abrazo salió de la habitación. Pasó mis manos por mi cabello mientras empiezo a moverme con inquietud. Mis ojos se llenan de lágrimas y mi respiración se agitada mostrando mi desesperación. —No voy a soportar esto, me voy a escapar de aquí, buscaré a mi madre y le pediré que nos escapemos juntas.
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