Capítulo 1

1909 Words
—Su nombre por favor. —pide la chica, mientras rotula uno por uno los tubitos para las muestras. Y por dentro estoy que me cago del miedo. —Ma-atías… Matías Archer. —contesto nervioso. —Quédese tranquilo Matías, tengo buena mano… —asevera— O eso dicen. —La chica me guiña el ojo, y no puedo creer que me esté coqueteando justo en este momento— Arremánguese la camisa y relaje la mano. —dice finalmente, por lo que con dificultad logro desabotonar la manga y subirla, aunque por lo ancho de mis brazos no sube más de medio brazo.  —No sube más señorita, ¿será suficiente? —pregunto y una de las otras enfermeras se asoma a mirar, por lo que me siento demasiado incómodo. —Uy no… así no va a poder ser, necesito que se quite la manga, así no se puede. —rebate. —¿Quiere que me quite la camisa? —cuestiono, no creo que sea necesario, venas tenemos en todo el cuerpo, ¿no? —Si quiere le pincho la mano, pero ahí duele más. —advierte. Niego de inmediato.    Sí, ya sé, soy un hombre un poco corpulento o con buen físico, como le quieran decir, pero le tengo terror a las agujas, así que toda mi testosterona se guarda para otra batalla, porque esta guerra la perdió y con ventaja.   Me quito la camisa y todos estos movimientos me tienen completamente mareado. Me quedo con la sudadera que acostumbro a ponerme por debajo. Otras enfermeras se acercan como buscando algo, pero se nota que sólo vienen a espiar… claro, pensarán “tremendo hombre y le tiene miedo a las agujas”. Bufo de solo pensarlo, pero qué más da. Pin no dejará de insistir si no me hago estos estudios.    —¿Ahora sí? —Me siento y nuevamente el mundo gira a mi alrededor, cierro los ojos con pesadez y le pregunto a la chica, la cual me mira de arriba abajo, sin disimulo, y asiente en vez de responder. Me aclaro la garganta.   Me pone una correa en el bíceps, la cual aprieta y comienza a tocarme el brazo mientras niega con un sonido— Tiene muy malas venas. —reniega, tratando de buscar— Te encontré. —dice triunfal y toma una aguja que podría servir perfectamente para dormir a un caballo. —¿C-con e-eso m-me v-va a s-sacar s-sa-ngre? —tartamudeo y la chica hace un sonido afirmativo. Siento los latidos de mi corazón a mil, el corazón se me va a salir por la boca. La veo acercarse a mi brazo con esa tremenda aguja y siento que me falta el aire. Un zumbido en mis oídos me ensordece y de pronto veo todo n***o.   “Tan guapo y le tiene miedo a las agujas”. Se escuchan risas. “¿Matías?, Matíaaas”   Escucho a lo lejos, mientras me dan suaves bofetadas en la mejilla, por lo que comienzo a abrir los ojos. Tres enfermeras me sonríen, una me tiene los pies en alto, la otra me mira a los ojos mientras me acerca un paño que huele a alcohol y por último veo a la chica que me iba a tomar las muestras anotando unas cosas en una hoja, con todos los tubitos llenos de sangre.    —Ya esta listo Matías. Se desmayó en cuanto vio la aguja. —comenta risueña la chica que me tomó las muestras.  —Pe-perdón… yo… —La chica niega. —No se preocupe, nos pasa todo el tiempo. —señala la enfermera que me sostiene los pies, bajándolos con cuidado. La chica de las muestras me tiende un frasquito transparente con tapa roja. —Necesito que llene el frasquito. —dice con una ceja alzada— Eso lo puede hacer solo, ¿verdad? —pregunta coqueta y muero de vergüenza en preguntarle qué tipo de fluido necesita en el frasco.  Me quedo unos minutos mirando el vaso y la miro a ella, con duda— Necesito que haga pis, ¿o no tiene ganas? —pregunta curiosa y me alivio de saber que era orina lo que necesitaba y como si la chica me leyera la mente —En esa puerta hay un baño. El primer chorrito afuera y el otro en el frasquito. —Me indica, por lo que asiento y me dirijo allá afirmándome de las murallas, por el constante mareo.   Creo que tenía muchas ganas acumuladas, ya que tuve que hacer un poco antes de y luego llenar el frasquito. Me enorgullece el mérito de dejar el frasco hasta el tope. Limpio el frasco con papel sanitario, me lavo las manos y salgo con el pecho inflado.    —Aquí tiene señorita. —La chica me sonríe y lo deja en una caja con otras muestras similares.  —Los exámenes los tendrá el doctor Salvatierra por la tarde en su correo, ya que los solicitó de forma urgente. Si usted los quiere ver, con este código los puede encontrar en nuestro sitio web, mañana a última hora. —Me indica subrayando el número del código y la página web del laboratorio.  —Gracias. —contesto mientras me termino de abotonar la camisa.    Camino hacia la puerta como puedo y veo a todas las chicas, que han de ser unas cinco en total alineadas mirando mi salida— Chao chicas, gracias por todo. —Les guiño un ojo, sonrío y salgo del lugar, trastabillando al salir.    Sí, a veces puedo parecer un arrogante, pero me encanta saber que en algunas ocasiones tengo bajo control algunas situaciones, aunque hoy mi fobia a las agujas me pasó factura y los constantes mareos tampoco contribuyeron a mi favor.   Apenas salgo de la toma de muestras, me encuentro con Josephine, que se acerca a mi con preocupación.    **Flashback Despierto estrepitosamente en la madrugada mientras el mundo me da vueltas tal y como si estuviese con una resaca del infierno. Me intento acomodar en la cama, pero cada movimiento empeora aún más los mareos, por lo que, al intentar ponerme de pie, trastabillo y caigo de bruces al suelo. A rastras gateo al baño, ya que los mareos aumentan cada vez más. Levanto la tapa del inodoro y expulso todo lo que tenía en mi estomago.    —Ya con esto espero que se me pase. —digo en voz baja, pero al hacer el intento de ponerme en pie un nuevo mareo me sacude por completo. Haciéndome vomitar nuevamente.   No sé cuanto tiempo pasa, pero despierto con el cuerpo lánguido y adolorido, abrazado al inodoro. Escucho mi móvil sonar a la distancia, pero no tengo las fuerzas para nada. Un intento fallido por querer levantarme viene a mi, pero otra vez el mareo me deja inmóvil en el lugar.    —¡Qué carajos! —exclamo enojado, con la poca fuerza que me queda. Ya me imagino lo que deben pasar las mujeres cuando están embarazadas, debe ser igual o peor.    El baño me da vueltas, y por mucho que cierre los ojos, esa sensación de que todo gire a mi alrededor no me abandona. El móvil no deja de sonar en ningún momento, pero no tengo las fuerzas para ir a buscarlo. Siento la puerta de entrada en mi departamento y pasos rápidos hacia mi habitación.    —¿¡Matí!? —escucho la voz de Pin, y ni siquiera tengo las fuerzas para contestarle nada. Con la poca energía que me queda, jalo la cadena para que sepa q estoy en el baño. Aprieto los ojos, esperando que esta maldita sensación de mareo se me pase, pero nada me hace efecto. Escucho golpes en la puerta del baño— ¿¡Matí!?, ¿¡Estás bien!? —pregunta y sólo puedo emitir un sonido negativo— ¡Voy a entrar! —me avisa, y lo único que pido es que lo haga ya. La puerta se abre y ni siquiera puedo abrir los ojos, por los mareos que siento— ¿¡Qué te pasó!? —pregunta y sólo me puedo encoger de hombros. Sin abrir los ojos le hago un gesto con la mano, tratando de explicarle que todo me da vueltas— ¿Qué estás loco? —pregunta y bufo.  —Todo me da vueltas… —Logro decir, la siento que toma un vaso le pone agua y me lo acerca a la boca. Le doy un largo trago y me siento levemente mejor. Intento abrir los ojos, pero nada me quita la sensación de mareo— ¿Qué hora es? —logro preguntar. —Las diez y media. —contesta preocupada— ¿Cuánto llevas aquí? —pregunta y me encojo de hombros. Me pone la mano sobre la frente, como para saber si tengo temperatura— No tienes fiebre… —comenta. La siento que camina de un lado a otro, ya que sus tacones hacen eco en el baño— Debemos ir al médico, ya. —dice y asiento, lo que me genera un nuevo revoltijo en el estómago, por lo que vuelvo a vomitar.  —Esto es horrible… —Me quejo. Sale del baño, y al parecer está haciendo algunas llamadas, porque la escucho hablando a lo lejos, dando ordenes. Vuelve a entrar al baño. —Ya hice las llamadas, un amigo que es doctor te va a atender apenas lleguemos. Ya le avisé a James para que suba y me ayude a llevarte al hospital. Te buscaré una muda de ropa, aunque creo que deberías ir así, por las dudas. —rebate y le levanto el pulgar.    Se escucha a lo lejos el timbre sonar, pasos rápidos de Pin y luego pasos rápidos venir hacia mí.    —No lo muevas muy brusco James, dice que todo le da vueltas. —Le advierte Josephine. James pasa mi brazo por el rededor de su cuello y me levanta lentamente, pero esa sensación de mareo no cesa con nada— Creo que será mejor si llevamos algo, por si acaso. —comenta y escucho a James emitir un sonido de confirmación.   •✧···••✦••···✧• Llegamos a la clínica. Josephine se baja primero corriendo hacia el lugar y vuelve de la misma forma con un enfermero y una silla de ruedas.  Me montan en la silla y entramos al lugar. El olor típico del lugar me hace sentir asco, pero ya no tengo nada más en mi cuerpo, como para volver el estómago una vez más. El doctor Osvaldo Salvatierra, amigo de Josephine nos hace pasar enseguida a la consulta, donde me hace preguntas de rutina, las que intento contestar con toda honestidad, mientras me ponía un suero para rehidratarme, lo que sentí como la gloria misma.   Le confesé que los episodios con mareos vienen ocurriendo hace varias semanas, pero nunca habían sido tan intensos como los de anoche. Me hizo otras preguntas que prácticamente Josephine contestó y me envió urgente a toma de muestras para hacerme bastantes estudios. **Fin del Flashback   Con Josephine esperábamos impacientes a que el doctor nos llamara para revelarnos los resultados de los estudios. Estaba recostado en un mullido sillón, mientras me pasaban otro poco de suero, ya que no aguantaba nada en el estómago.    Por primera vez en la vida, creo que siento miedo. Espero que sólo sea una exageración al sentirlo y no sea nada malo. 
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