CAPÍTULO 3: ECOS DEL ENCUENTRO

889 Words
La mañana siguiente, Sofía despertó con el recuerdo vivo de su día en Camden. Mientras se servía una taza de té chai, reflexionaba sobre la conexión que había sentido con Amir. Aunque apenas se conocían, había algo en sus conversaciones que la hacía sentir comprendida. Sin embargo, una parte de ella aún estaba cautelosa. ¿Era posible que dos personas de mundos tan diferentes encontraran un punto en común? Mientras tanto, Amir, sentado en su pequeño escritorio junto a la ventana, observaba las gotas de lluvia deslizarse por el cristal. Sofía ocupaba sus pensamientos, no solo por su espontaneidad y curiosidad, sino por la manera en que parecía escuchar con atención cada palabra. Había algo especial en ella, algo que despertaba en él una sensación de esperanza que no había sentido en mucho tiempo. Un Mensaje Inesperado Sofía revisaba su teléfono mientras organizaba las fotos del día anterior. Entre las notificaciones, notó un mensaje de Amir: “Gracias por ayer. Fue uno de esos días que no se olvidan fácilmente. Si alguna vez necesitas un guía improvisado en Londres, ya sabes dónde encontrarme.” Sofía sonrió al leerlo. La sinceridad del mensaje le pareció reconfortante. Después de pensarlo unos minutos, respondió: “El agradecimiento es mutuo. Me encantaría seguir explorando Londres contigo. ¿Alguna sugerencia para el próximo destino?” Amir no tardó en responder: “¿Qué te parece visitar Greenwich? Tiene un encanto especial, y creo que podría inspirarte como fotógrafa.” Sofía aceptó sin dudarlo, intrigada por lo que el lugar podría ofrecer y, sobre todo, por pasar más tiempo con Amir. Un Paseo Por Greenwich Al día siguiente, Sofía llegó temprano al punto de encuentro, una pequeña cafetería cerca del parque de Greenwich. Amir ya estaba allí, con dos cafés en la mesa y una sonrisa que parecía iluminar el día gris. —Buenos días —dijo mientras le ofrecía uno de los cafés—. Pensé que esto te ayudaría a combatir el clima londinense. Sofía aceptó el café con gratitud y juntos comenzaron su recorrido. Amir la llevó al Observatorio Real, donde le explicó con pasión la importancia del meridiano de Greenwich y su relación con el tiempo. Sofía, fascinada, tomó varias fotos mientras Amir señalaba detalles que solo alguien con su conocimiento podía notar. —Es increíble cómo algo tan intangible como el tiempo puede dividir al mundo, pero también conectarlo —comentó Sofía mientras ajustaba el lente de su cámara. Amir asintió, observándola con atención. —Supongo que el tiempo es como las personas: a veces nos separa, pero también puede unirnos en los momentos más inesperados. Una Sorpresa Musical Después del observatorio, Amir la llevó a un pequeño rincón del parque donde un grupo de músicos callejeros tocaba una melodía melancólica con violines y guitarras. Sofía quedó cautivada por la música, y Amir, notando su interés, le contó que algunos de los músicos eran inmigrantes que compartían historias de su tierra a través de la música. —Es curioso cómo la música tiene ese poder —dijo Amir, mirando al grupo—. Puede hacerte sentir en casa, aunque estés a miles de kilómetros. Sofía, emocionada, le confesó que siempre había querido aprender a tocar algún instrumento, pero que nunca había encontrado el tiempo. —Tal vez aún puedas hacerlo —respondió Amir con una sonrisa alentadora—. Nunca es tarde para aprender algo nuevo. Una Revelación Personal Mientras caminaban hacia el muelle para tomar un barco turístico, Amir se abrió más sobre su vida. Le contó cómo había llegado a Londres con el sueño de expandir sus horizontes, pero también con el peso de las expectativas de su familia. Sofía escuchó en silencio, sintiendo que Amir le confiaba una parte importante de sí mismo. —A veces me pregunto si estoy siendo egoísta al querer más para mí, al querer algo diferente a lo que ellos esperan —dijo Amir, mirando el río Támesis con expresión pensativa. Sofía le tocó suavemente el brazo, buscando sus palabras. —No creo que sea egoísmo. Querer ser fiel a ti mismo es una forma de amor, tanto para ti como para los demás. Porque solo cuando eres auténtico puedes dar lo mejor de ti. Amir la miró, sorprendido por la profundidad de sus palabras. En ese momento, sintió que Sofía comprendía algo que muchas personas en su vida no habían entendido. Una Promesa Bajo Las Estrellas La tarde dio paso a la noche, y mientras paseaban por la orilla del río, las luces de Londres creaban un escenario mágico. Amir señaló una pequeña colina desde donde se podía ver todo el paisaje iluminado. Subieron juntos, y allí, bajo un cielo despejado, se quedaron en silencio admirando la vista. —Prométeme algo —dijo Amir de repente, rompiendo el silencio. Sofía lo miró con curiosidad. —¿Qué cosa? —Prométeme que nunca dejarás de perseguir lo que te hace feliz, sin importar lo que diga el mundo. Sofía sonrió, conmovida por la seriedad de su tono. —Lo prometo, pero solo si tú prometes lo mismo. Amir asintió, y en ese momento, bajo las estrellas de Londres, ambos sintieron que su conexión iba más allá de las palabras o las diferencias culturales. Era una conexión genuina, nacida de la sinceridad y el deseo compartido de encontrar su lugar en el mundo.
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