Las balas perdidas.

1973 Words
Despierto bañada en sudor y con un Charlie preocupado a mi lado. —Tenías pesadillas. No había tenido pesadillas desde los doce años. Esta noche soñé con los federales a los que les disparé y con sus familias que me decían que era una asesina, que era igual que todos. No sé qué pasó con las personas que herí, toda la noche pensé en ellas y me preguntaba si habían sobrevivido. Tengo tantas cosas en la cabeza: mi padre, los rebeldes, los federales. Tengo miedo, tengo culpa. La adrenalina se ha ido y ahora no sé a quién culpar sobre mis acciones, sé que no soy la persona que digo ser, que estoy en medio de una revolución y no me voy a detener, pero hay un par de cosas que nunca me atrevería a hacer. Sé que no me puedo dejar vencer, que tengo que demostrarles a todos que soy fuerte y que no podrán conmigo. Tengo que hacerlo. — ¿Quieres hablar de ello? —pregunta Charlie. —Sólo fueron pesadillas. Lo de ayer no se olvida tan fácil. Más bien lo de hoy —digo para quitarle importancia al asunto. Apenas comienza a salir el sol y tenemos que irnos ahora que podemos y llegar antes que alguien nos encuentre. —Bueno... ya hay que irnos —se levanta y sube los brazos sobre su cabeza para estirarse. Su sudadera sube y deja ver sus abdominales. —Te hace bien ir al gimnasio en lugar de la escuela —digo. —Sí, sí. Disfruta el espectáculo, niña —dice. Me levanto y le aviento una lata sucia. —En primera, qué asco. Y en segunda... odio que me digas niña, idiota. Se ríe. —Tranquila. Sé que ya no eres una niña. La verdad es que no sé por qué aún no tengo que patear los traseros de tus... pretendientes. Pero no creo que tarde en llegar el momento donde tenga que ser el hermano celoso y sobreprotector. Eres muy guapa, Kira, deberías intentarlo con alguien. Me pongo roja ante sus palabras. No sé si soy bonita o no, tampoco me importa, siempre he creído que la belleza va más allá de lo físico y también es muy subjetivo. —Supongo que... ¿Gracias? Pero ni siquiera me interesa intentarlo, no quiero nada. Así que no necesito que patees traseros por mí. —No era una pregunta. Sólo te avisaba lo que va a pasar. Pobre de tu siguiente novio —dice mientras se pasa el dedo índice por el cuello. Pongo los ojos en blanco. Lo cierto era que, a lo largo de mi vida, solo había tenido una relación. Fue cuando tenía dieciséis, pero todo había sido un fracaso total. Hubo un poco de amor y eso es todo, a él no le importaba y él no me importaba a mí. De hecho, no sé si creer en el amor. No soy alguien sentimental y tampoco muestro mis emociones con frecuencia ni a cualquiera. No estoy en buscar del amor y así soy feliz. — ¿Y tú? Tampoco te he conocido a una novia —digo con los ojos entrecerrados apuntándolo con el dedo—. ¿Acaso no me lo has dicho y tienes una novia celosa por ahí? —No. La verdad es que ninguna es mi novia, todas están tan implicadas en la "colaboración médica al servicio del gobierno" que ni siquiera piensan solas. Cuando encuentre a alguien, será alguien que sí tenga cerebro propio. —Pues cuando la encuentres... —me sacudo toda la ropa para tratar de quitarle la suciedad— quiero ser la primera en saberlo. —Guau. Te ves horrible —dice mirándome de arriba abajo. Veo mi aspecto y sé que tiene razón. Mi cabello es una maraña horrible y mi sudadera favorita, color azul como el cielo, ahora parece como el cielo antes de caer una tormenta, gris. Mis pantalones están manchados por todas partes y sé que huelo horrible. —Tú te ves peor que yo. —Si tú lo dices —comenzamos a caminar a la salida del basurero—. Ya escondí las armas para que no sepan que estuvimos aquí. Ahora sólo hay que apurarnos a llegar a tu casa. Asiento con la cabeza y sigo caminando. Veo la salida y sólo pienso en llegar lo antes posible a mi casa. Es muy probable que mi papá me mate, pero al menos sigo viva y podré saludarlo y estar con él mucho tiempo más. —La respuesta es sí —dice Charlie. — ¿Qué? —Si encuentro a alguien serás la primera en saberlo. Y si tú encuentras a alguien quiero ser el primero en saberlo. Finjo pensarlo un poco. Él sabe todo de mí, casi todo, y si algún día me enamoro no dudaría en compartirlo con mi mejor amigo. —Obviamente. ¿Quién va a amenazarlo si me rompe el corazón? —contesto. El resto del camino está tranquilo, quizá sea porque decidimos irnos por el lado contrario de lo que sucedió hace algunas horas. Me sorprende que no estén federales patrullando cada cinco minutos, lo de hoy en la madrugada no debió pasar desapercibido para muchos y eso es lo más alarmante. ¿Qué vamos a hacer si nos descubren? No creo que mi padre soporte otra perdida. Analizo las acciones de los federales y me doy cuenta que no fue coincidencia que dieran con nosotros. No lo pareció. Parecía como si supiera exactamente que hacíamos ahí, donde estábamos, aunque no quiénes éramos. Comienzo a creer que alguien nos delató, pero se me hace muy improbable. Todos confiamos entre nosotros, o eso es lo que creo yo. Pero si hay un traidor... ¿Quién es? Creía que el único lugar donde había traiciones era en el gobierno, pero ahora me doy cuenta que el enemigo es mucho más inteligente de lo que pensaba. Nos encontraron y no sé cómo lo hicieron, lo único que sé es que eso no nos van a detener. Tal vez no somos tantos como ellos, pero somos suficientes.         — — — — — — — —   — ¡¿Dónde diablos estaban?! Ese es el modo en el que Charlie y yo somos recibidos. Mi papá estaba en la cocina, pero en cuanto me vio entrar por la puerta fue directo a mí y me abrazó inmediatamente. Esa fue la primera parte, ahora estamos en la parte donde se enoja porque su hija no llegó en toda la noche. —No podíamos volver papá —comienzo a explicarle—. Las cosas se complicaron un poco... — ¿UN POCO? —grita y doy un saltito. Después se da cuenta que puede despertar a James y baja la voz—. Fue un tiroteo, Kira. Diez muertos... sólo rebeldes. Y otros detenidos. Dejo escapar el aire que no sabía que contenía. No mate a nadie. Aunque eso no quita el terrible dolor que siento al enterarme de esto. — ¿Cómo lo sabe, señor? —pregunta Charlie antes de que yo lo haga. —Lo pasaron en la televisión está mañana. Afortunadamente no tienen imágenes de cuando sucedió ni saben quiénes eran. Están diciendo que son, muy probablemente, los que secuestraron al hijo del presidente. También están investigando el lugar. Ahora ustedes cuéntenme que pasó. Charlie y yo le relatamos lo sucedido anoche. Lo cuento a la vez que recuerdo todo y no logro evitar estremecerme. Antes yo había participado en rescates a encarcelados, pero eran cosas mínimas, sencillas, nunca nada como lo que sucedió anoche, nunca había disparado a nadie. —Eso explica porque huelen tan mal —dice mi papá cuando Charlie le dice que nos quedamos en el basurero—. De verdad, Kira, no vuelves a ir a las reuniones. Y, por supuesto, que no vuelves a tocar un arma. —Papá, no pasó nada y yo tampoco estoy tan emocionada por disparar de nuevo, pero ya tranquilízate. — ¡¿Me dices que me tranquilice cuando mi hija de dieciocho años estuvo implicada en un tiroteo con el gobierno?! —Deberías decirlo más alto, papá, creo que no te escuchó James. Charlie se atraganta con el jugo de naranja que nos sirvió mi padre y éste voltea para matarlo con la mirada. Lo señala con el dedo y sé que mi regaño ha acabado. —Y tú... ¿Cómo es posible que la dejaras hacer semejante estupidez? Se suponía que la ibas a cuidar. —Lo sé, señor. Lo siento, pero sabe cómo es su hija. Yo le dije que se fuera, pero es tan terca, corrió como loca en la dirección del tiroteo. Mi padre se sienta y se pellizca el puente de la nariz. De pronto se ve más viejo, me siento culpable por ser un dolor de cabeza, pero es algo que no puedo evitar. Tengo tantos defectos juntos que no puedo contarlos con los dedos. — ¿Qué pasará con los detenidos, señor? —pregunta Charlie, casi en susurro porque tiene miedo de mi papá. —No lo sé… dicen que están en los juzgados, tienen a cuatro solamente, pero no sé quiénes sean. Iré a los juzgados ahorita con el pretexto de ayudar, sólo quería esperar a que ustedes llegaran. Mi papá se da la vuelta y nos da la espalda, guarda un par de vasos en la alacena y se queda en silencio, pero cuando voltea de regreso va directo hacia mí y me abraza con fuerza. —Lo siento —susurro. Sé lo que piensa en este momento, él sólo piensa en mi madre y cómo la perdió hace varios años. Ella era un huracán y nadie la detenía nunca, siempre he intentado seguir sus pasos y creo que eso es justo lo que le preocupa. —Creo que deberías ir a ducharte, Kira —dice mi padre después de unos segundos—. Después tú, Charlie, que también lo necesitas. Me río y le saco la lengua a Charlie. Salgo de la cocina, subo corriendo las escaleras y entro rápido a mi habitación para sacar lo necesario. Entro al baño y me quito la ropa para dejarla tirada en el suelo, corro la cortina y dejo que el agua se lleve toda la suciedad de mi cuerpo. No me quita los pensamientos, no se lleva está sensación aplastante en mi pecho, pero he vivido siempre así y estoy acostumbrada a ello. Después de unos minutos, comienzo a cantar a todo volumen y bailar bajo la ducha. —Ten consideración, Kira —dice Charlie al otro lado de la puerta después de diez minutos cantando—. Algunos tenemos el oído sensible. Con eso solo logra que aumente el sonido de mi voz y sé con seguridad que al otro lado de la puerta se está riendo de mí, pero no me importa. El resto del domingo es tan mundano que me siento mal por no estar buscando respuestas acerca de lo que pasaba allá afuera, pero lo cierto era que mi papá no me volverá a dejar salir y como están las cosas es mejor no hacerlo. A lo largo del día han pasado tres patrullas, pero estando en mi casa no tengo por qué preocuparme. Charlie y yo jugamos con James en su habitación durante todo el día hasta que el monstruo se hartó y nos echó, mientras Charlie se burlaba de mí cada cinco minutos por cualquier cosa, hasta que fue hora de que tuvo que irse a la gran casa de los doctores Cooper. Sus padres son... bueno, no son como el mío. Ellos son más como mi hermano William, ellos sí creen en el gobierno y son tan correctos, hasta en la forma de caminar, que cuando yo estoy con ellos me siento un orangután mal evolucionado. Son dos doctores de éxito y de gran prestigio, pero personas que no piensan en los demás, jamás en su vida (teniéndolo todo) han dado algo a alguien más además de su hijo. Charlie es muy diferente a ellos. Aunque quieren que sea su vivo ejemplo (y Charlie los complace estudiando medicina) jamás se ha dejado influencia por ellos, siempre ha recalcado su opinión. Yo, por otro lado, tengo la suerte de tener un papá compresivo que me ha cuidado toda la vida. Hubo un tiempo, cuando murió mi madre, que era yo quien cuidaba de él, pero eso sólo duro poco. Por fortuna se dio cuenta que seguía teniendo a tres hijos por los que luchar. A su lado yo me puedo sentir tan pequeña e indefensa, pero sé que estando con mi papá nada me va a pasar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD