El gran día.

2754 Words
—Ya despiértate, Kira. Me rehúso a abrir mis ojos, sólo siento a una pequeña persona saltando encima de mí. James ha llegado a mi habitación gritando que me despertara porque el desayuno estaba servido, pero tengo mucho sueño y no quiero bajar. Hoy es el gran día. —Larrrgo —digo medio dormida. Mi hermano deja de saltar y siento como se acerca para susurrarme en el oído. —Papá hizo hot cakes. Si no bajas en dos minutos, yo me comeré los tuyos. Sale corriendo de mi habitación y abro inmediatamente los ojos. Amo los hot cakes, sobre todo si tienen fresas, son tan deliciosos que no me puedo resistir a ellos. Salgo de mi cama y bajo corriendo las escaleras. Cuando llego a la cocina James, William y mi papá se están riendo, sé que es de mi reacción, pero al menos veo que si hay hot cakes para desayunar y no fue una sucia estrategia de James, menos mal que mi parte sigue completa. —Sabía que bajarías cuando supieras lo que desayunaremos —dice James con una sonrisa de triunfador. —Ja, ja —le saco la lengua, pero no pierdo más tiempo y me siento para comenzar a devorar mi delicioso desayuno. Le pregunto a Will:— ¿Qué haces aquí? ¿Es tu día libre? —Bueno, como sabes es el cumpleaños del hijo del presidente y hay mucho trabajo que hacer, pero como tienes un hermano que es importante dentro de esa casa, resulta que también estoy invitado, por lo que hoy no usaré el traje de seguridad —dice pomposamente. —Ah, qué privilegio —digo y me contengo de decir más porque es sábado en la mañana y no tengo ganas de pelear. —Bueno, ya vamos a desayunar —dice mi papá—. Hay que aprovechar que hoy no se me quemaron. Levanto los pulgares en señal de aprobación, pues esta es una de las pocas comidas que a mi papá no se le queman. Creo que tiene especial cuidado porque sabe que son mis preferidos. Una vez que el desayuno termina mi padre se levanta y nos deja escuchando la anécdota de James acerca de cómo ganó su partido de fútbol en la escuela. —...entonces, Chad me pasó el balón y yo estaba como a unos seis metros de la portería, pero me dije a mí mismo que sí podría conseguirlo, tomé un pequeñísimo impulso y tiré, con sólo un poco de toda mi fuerza, hacia la portería. El balón, obviamente, entró y anoté el gol ganador. Mi hermanito pone sus brazos como tratando de enseñar sus músculos, pero sólo consigue que me ría y que Will le sonría con cariño alborotándole el cabello. —Yo creo que eres un toxicomaniático —le digo. — ¿Un qué? —pregunta. —Mejor olvida eso, hijo —dice mi papá cuando entra a la cocina cargando algo largo agarrado de un gancho y una bolsa con asas—. Te traje algo, Kira —frunzo el ceño y pongo cara de confusión—. Es para esta noche —aclara. Me acerco para ver qué es lo que tiene y me siento un poco estúpida al no reconocer que era un vestido. Bajo el cierre de la funda donde está perfectamente bien guardado. Encuentro el vestido más hermoso que he visto. Es un vestido color azul zafiro, no tiene mangas y su escote es en forma de corazón, por los bodes superiores tiene pequeñas piezas de pedrería. Alargo mi mano para sentir la tela y no puedo creer lo suave y delicada que es, tiene varias capas de ella. En la parte de la cintura hay pedrería un poco más grande, pero solo tres piezas. El vestido me es conocido. —Era de tu madre —me confirma mi papá. No digo nada porque todavía estoy procesando que esto sea de mi mamá. Cuando ella murió donamos la mayor parte de sus cosas a otras personas que lo necesitaban porque ella así lo hubiera querido. Tener este vestido que fue parte de ella, es algo muy especial para mí. —Gracias —digo por fin. —De nada —dice y me mira con demasiada nostalgia—. Aquí hay maquillaje de tu madre, los zapatos y no sé qué otras cosas. Será mejor que te vayas a duchar y a prepararte. Las mujeres se tardan demasiado en eso. Me río. Yo no me considero una de esas chicas, pero la verdad es que necesito tiempo para procesar, para adivinar cómo usar todas las cosas que hay en la bolsa y para practicar cómo caminar con tacones altos. Una cosa es que no me importe la fiesta y otra que quiera hacer el ridículo al caminar como un recién nacido. — ¿Dónde está mi traje? —pregunta indignado James. —Es una fiesta para adultos, hermano —dice Will—. Bueno, a excepción de Kira. —Eres tan idiota. —Basta —dice rotundamente mi papá—. No puedes ir a la fiesta, James, porque eres muy pequeño, pero Sofía, la que ayuda en la casa de Charlie, vendrá a cuidarte. —Pero yo si quiero ir. No es justo. Voy caminando a las escaleras ya cargando todas las cosas. Desde el primer piso puedo seguir escuchando las suplicas y los argumentos poco sostenibles de mi hermano. —Prometo que me voy a comportar como todo un adulto y además... Entro a mi cuarto y cierro con llave. No he llorado desde la muerte de mi mamá y la verdad es que no quiero hacerlo en este momento. Ahora recuerdo haber visto algunas pocas fotografías de mi madre usando este vestido. Se veía hermosa. No creo poder lucir tan bien como ella, ni parecer la dama que fue algún día, pero sí quiero lucir como su digna hija. Saco el vestido de su funda y lo extiendo por lo largo de mi cama, dejo los zapatos plateados al pie del vestido, acomodo por todo alrededor el maquillaje de mi madre, así como un pequeño juego de pendientes y un collar brillante pero discreto y tomo mis cosas para la ducha. Me dirijo al baño (admito que un poco... emocionada) y comienzo mi proceso de lavado.         — — — — — — — —   — ¡Es hora de irnos, hija! —grita mi padre desde abajo. Ya estoy lista, pero da mucha pena que me vean así. Nunca había usado un vestido tal elegante y tampoco me he arreglado para algo como lo de hoy. No creo que me vea mal, pero me siento extraña. Decido que es hora de bajar. Camino lo mejor que puedo por el pasillo y bajo las escaleras con cuidado de no caerme. Una vez que me puse el vestido me di cuenta que tenía una abertura desde el muslo derecho hasta el piso, lo que permite que se vea mi pierna, creí que sería demasiado, pero sólo deja ver mi piel cuando alzo mi pierna o cuando me siento, así que estoy segura. El vestido se adhiere a mi cuerpo perfectamente de la cintura hacia arriba, hacia abajo es suelto y completamente cómodo. De maquillaje decidí no aplicarme demasiado, sólo un poco de rímel y delineador en los ojos, un brillo en los labios y ya. Llevo puestos los accesorios de tenia mi madre, junto con un broche pequeño en forma de corazón que sujeta perfecto mi cabello en la parte posterior de mi cuello, cuidando muy bien que esté lo suficientemente bajo para que cubra mi pequeño tatuaje. Las miradas de mi padre, mis hermanos y de Sofí se concentran en mí. Esto es demasiado incómodo. El primero en hablar es mi papá. —Te ves preciosa, Madeleine —dice con voz entrecortada. Abro mucho mis ojos cuando dice el nombre de mi madre en lugar del mío. Se corrige rápidamente—. Lo siento. Kira. Te ves preciosa, Kira. —Ay, niña Kira, se ve hermosa —contribuye Sofí. —De verdad te ves muy bien, hermana —me sonríe Will—. Si en algún momento de la noche te sientes incómoda o alguien te dice algo inapropiado, sólo tienes que llamarme y lo arreglaré. —Opino lo mismo, Will. No dejes que hombres hablen con ella y que no esté sola por mucho tiempo —dice un muy chistoso mandón de James. —Ustedes no… —Yo me preocuparé por ella, caballeros —me interrumpe mi papá. Esta es mi vida entre hombres y aunque me sienta halagada de que me protejan tanto quiero demostrarles a todos que yo puedo. —Bueno, ya es hora de irnos, que todavía pasaremos a recoger a Karla —moviliza mi papá. William inmediatamente se dirige a la puerta, muy desesperado por ver a su rebelde amada. Me despido de mi hermano menor y de Sofí y salgo a la fría tarde. Una vez ya en camino vamos a la casa de Karla para recogerla, que sale muy puntual usando un vestido rojo sangre que le queda estupendamente. Mientras Will se baja a tocar la puerta de su novia, mi papá me dice —Se linda— y sé perfecto a qué se refiere. Esta noche trataré de estar en paz con ella y trataré de concentrarme en mi objetivo inicial.       — — — — — — — —   —Por Dios, Méndez. Sabes perfectamente quién soy —dice engreídamente mi hermano al guardia que verifica la entrada de las personas. Llegamos a la entrada de la casa presidencial y quedo sorprendida ante su tamaño, por fuera es totalmente blanca, muy moderna, pero con los típicos toques clásicos de la gente rica. En todas las puertas y entradas puedo ver grabado el símbolo que los caracteriza: un triángulo con un puño en el centro encerrado por un círculo; es un símbolo de poder. Muy parecido al de nosotros, excepto por nuestro triángulo invertido y la mano haciendo el signo de amor y paz. La gente llega de todos lados y me siento un poco cohibida por tantas personas, pero me digo a mí misma que no me dejaré intimidar por ninguno de estos estirados políticos y demás. No son más ni mejores que yo por vestir bien o tener dinero, así que me yergo cuan alta puedo ser y alzo el cuello tanto como me es posible, soy pequeña por fuera, pero por dentro soy un gigante que no se dejará aplastar.  Tomo el brazo de mi padre y entro con él a la recepción con la mirada bien determinada. —Es más grande de lo que pensaba —me dice. —Aquí, creo que podrían vivir todos los Denegados. Me aprieta un poco la mano y me dice apenas moviendo los labios. —Hija, no creo que sea conveniente hablar de eso ahora. No sigo hablando porque sé que tiene razón y sigo caminando a un salón, supongo que es el gran salón, ya hay muchas personas reunidas ahí, la mayoría son caras desconocidas para mí, pero veo que mi padre si los conoce pues en ocasiones le dicen: — ¿Ella es tu hija? Pero que grande está. El objetivo de esta noche no pasa desapercibido, va de un lado a otro saludando personas y, sobretodo, a un grupito de mujeres estúpidas (entre ellas Ashley) que siempre que pasa se ríen tontamente y Hamilton Johnson, como es una gran persona, les brinda su atención. Tengo que reconocer que Hamilton no es un hombre feo. Sí, es muy guapo, pero eso no quiere decir que tenga que actuar... así. Me doy cuenta que aún no estoy preparada para convertirme en una muñequita y decido tratar de ignorarlo por todo lo que pueda, intentando pensar qué demonios voy a hacer para conseguir un tiempo a solas con él. Incluso empiezo a echarme para atrás con esta ridícula misión. Platico con mi padre mientras Will y Karla bailan y van de un lado a otro, yo ruego porque Charlie aparezca en cualquier momento. Y lo encuentro platicando a lo lejos con las pequeñas gemelas Johnson, se ven muy hermosas en sus pequeños vestidos rosas, los padres de Charlie se dirigen a donde nos encontramos mi padre y yo, Charlie deja a las gemelas y camina hacia mí. Se le ve muy bien con su traje n***o y corbata color plata. Noto cómo las mujeres dirigen la vista hacia él, en especial las que hace un momento tenían toda su atención puesta hacia Hamilton Johnson, quien frunce el ceño en dirección a Charlie y yo no puedo evitar sonreír al ver su cara, Hamilton gira su cabeza en la dirección de la mirada de mi mejor amigo, o sea hacia a mí, y yo lo ignoro tratando de que se dé cuenta que no siempre es el centro de atención. —Dios mío —dice Charlie cuando llega a mí—. Se te ve muy, muy bien ese vestido, Kira. Demasiado bien —toma mi mano y me da una vuelta, retiro mi mano inmediatamente y estoy segura que me sonrojo a más no poder—. ¿Quieres mi saco para que te cubras las...? —comienza a quitarse su saco, pero lo detengo. —Déjate ya de tonterías. —Estoy cuidando tu integridad, pequeña idiota. Suelto una carcajada. —Ponerme un vestido no me va a quitar mi integridad. Créeme —alza las manos como deshaciéndose de la culpa y ambos caminamos lejos de nuestros padres—. Tú también te ves bien. —Lo sé, ya me lo dijeron Abi y Ali. — ¿Abi y Ali? —pregunto. —Para ti las hermanas Johnson, aunque te cueste más trabajo, querida. —Bien, si ya eres amigo de ellas quizá puedes hacerte amigo de Hamilton y así tú haces lo que me pidió Bruno. —Yo no tiro para ese bando, pequeña idiota. —Tú eres el idiota —casi le grito, porque esta situación empieza a desesperarme y Charlie no me está ayudando en nada—. Esto es algo serio, concéntrate y ayúdame a pensar en una forma de hablar con él. Me mira con reproche, él toma una copa de licor de la bandeja de un mesero cercano y luego se gira hacia donde está Hamilton, ya dejó a las chicas, pero ahora está con otros hombres. Parece que nunca puede estar solo. — ¿Por qué no simplemente te acercas a él y le hablas? Es un imbécil, no te va a rechazar. — ¿Estás bromeando? —No. —Yo no puedo hacer eso, yo no… hablo con las personas simplemente por hablar. No me sale. Es mejor si él me habla primero. Creo que luzco como una loca desesperada y, en efecto, lo estoy. Charlie me ofrece de su copa, pero yo la rechazo. — ¿Qué tal si te empujo hacia él cuando vaya pasando? —es una pésima idea y espero que mi rostro exprese lo que estoy pensando—. Bueno, no. Mira, tenemos que alejarlo de las chicas más guapas primero, así quizá tengas una oportunidad… —Idiota. —Le voy a tirar mi copa encima, como en las películas, y tú vas a estar esperando fuera del salón para cuando él salga a limpiarse. No habrá gente y ahí puedes empezar a hablar con él. Tienes que hacerle una buena plática si quieres que él te vuelva a buscar. Analizo la idea mientras observo la escena, Hamilton va de un lado a otro y hay momentos muy cortos en los que está solo, la idea de Charlie podría funcionar. Al menos así no tendré la presión de todos mirándome. — ¿Y ahí qué le digo? —pregunto. —No puedo pensar en todo, pequeña idiota, no soy una chica. — ¿No se supone que sales con muchas? Deberías tener experiencia en esto, no me estás ayudando demasiado. —La verdad es que quiero que sufras —se termina su copa de un sorbo—, aún no olvido el primer día de clases. Entonces… ¿Lo hacemos ahora? —agarra otra copa de otra charola y sonríe—. Vamos, vamos, la ventana está abierta con el objetivo. Asiento con la cabeza enérgicamente y doy un par de pasos, me doy media vuelta y casi choco con Charlie detrás de mí. —Mejor no, aún es demasiado temprano para sacrificarme de este modo. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD