Capítulo 4

1367 Words
—Eres tan imbécil que crees que el mundo gira alrededor de tu ombligo, bájate de esa nube, te dije que los excrementos estaban en el césped. —Vuelve su lado altanero y eso me pone furioso. Doy la vuelta y decido ir hasta donde está ella, no sé que haría en realidad, obviamente no la golpearía, pero si quería que me respetará, de igual forma, no sé cómo mierda hacer eso, no sé cómo domarla y se acarree a mí. Llegó a su jardín y me coloco en frente de ella, me miraba tan desafiante que hasta me hacía dudar de mi poder. —Ya me había disculpado, no entiendo porque sigues así conmigo. —La tomo por la cintura y la apego a mi cuerpo. —Y yo te recuerdo que es parte de mi personalidad, además de que estabas escuchando una conversación que no era de tu incumbencia. —Trató de empujarme, pero la tengo sostenida con firmeza. —Estoy seguro de que eres la pesadilla de mujer que primera vez he conocido, te quedarás sola si sigues con estás actitudes. —Ella alza sus hombros con desinterés y eso me hierve la sangre, pero también me da una idea—. Mi madre también piensa lo mismo de mí. —¿Lo de ser un excremento metiche? No lo dudo, puedo creer que ni te soportan en tu casa. —Le hago un mal gesto y decido ignorarla. —De hecho, cree que me voy a quedar solo porque nunca tengo nada serio con nadie. —Ella rueda sus ojos y suspira, no le da importancia a lo que digo—. El punto es que, como tu abuela y mi madre quieren que tengamos algo serio, tú y yo podríamos unir fuerzas para hacerles creer que lo tenemos. —¿Qué ganamos nosotros? —Me ve como si nada de esto tuviera sentido. —Hacerlas callar, detesto que mi madre insista que busque alguna pareja. —Resoplé mi nariz recordando cada momento. —No voy a fingir tener una relación contigo solo para que mi abuela deje de molestarme con ese tema. —Vuelve a empujarme y me ha tomado desprevenido, por lo que si pudo librarse de mí—. Además, ¿eso implicaría fingir tener sexo? —La miré extrañado. —¿De dónde viene esa pregunta? Acaso crees que… —Se pone nerviosa y me interrumpe seguramente para acomodar lo que había dicho. —Obviamente ellas no nos van a ver, pero hay que hacerles creer que si lo tenemos para que no crean que es falso lo que tenemos —responde a mi pregunta y tiene bastante sentido, aunque igual puedo mal pensarlo. —Eso podría ser lo único verdadero entre nosotros. —Le guiño el ojo para que entienda de que hablo sobre el sexo. —No voy a tener sexo contigo, el cuerpo humano puede tener sus debilidades y tener sus ganas por el simple hecho de hacerlo en vez de gustarle la persona, pero no existe una probabilidad de que tú y yo lo hagamos. —Señala con su dedo el espacio que hay entre nosotros. —¿Y por qué demonios lo mencionaste si no tendremos sexo? —Por un momento la he hecho dudar—. Eso significa que fingiríamos ser pareja, pero a la misma vez nos podemos montar cacho si tenemos ganas de comer, ¿no? —Ella asiente como si he ganado la lotería—. Creo que sería más fácil si tuviéramos sexo de verdad, seríamos una especie de amigos con derechos fingiendo tener un noviazgo. —Eso sería un concepto muy largo. —Se ríe. —¿Pero estarías dispuesta? —le pregunté muy interesado, obviamente quería probarla, así como también sería una oportunidad de tenerla a mis pies. —Tendría que pensarlo, te acabo de conocer. —Se agacha para seguir con su jardinería. —Creo que esa es la mejor parte, no tendría porque haber necesidad de conocernos si realmente no queremos nada serio, solo vamos a fingirlo —insistí. —En cierta parte estás errado, si nos conocemos bien ellas no sospecharán nada, además, te ganarías mi confianza. —Que me hable sin mirarme me estresa. —Tienes razón, deben darse cuenta que somos la mejor pareja que hemos tenido y que conocemos todo del otro, y sobre lo de tu confianza, no me jodas Dahiana, ni que te fuera a lastimar, esto es algo donde nos beneficiaremos los dos. —Logré captar su atención. —Nos acabamos de conocer, nadie va a creer que nos hicimos pareja de la noche a la mañana, ni que fuéramos parte de una película Disney, se nota que eres nulo en comenzar una relación seria, y no creo que me vayas a lastimar, jamás me enamoraría de un chico como tú, pero como te digo, todo debe ser mutuo, hasta la confianza, por lo menos fingirlo bien para que sea muy creyente y aunque todo vaya a ser falso, igual debes ganarte mi confianza. —Baja la mirada y sigue con lo suyo. —De acuerdo. —No protesté más, tal vez se refiere de que me aprovecharé de la situación y me burlaré de ella. Pero eso no tiene sentido, primero porque no hago ese tipo de cosas y segundo, si existe la posibilidad de que lo hiciera, seguramente le daría igual porque soy nulo para ella. —En un rato me cambiaré e iré a la práctica de tenis de mi hermano, luego visitaré a un viejo amigo, ¿quieres ir? —le propongo con gentileza. —¿A la práctica o a la visita? —Detesto su tono burlista. —A ambas. —Trato de llevar la paz dentro de mí. —¡Acepta! —grita la abuela con emoción llegando a nosotros con una bandeja con vasos llenos de jugos. Otra vez nos estaba escuchando y espero que no haya escuchado lo anterior. —¡Dios mío abuela! Harás que muera primero que tú. —Se levanta y tiene la respiración acelerada como si hubiera corrido un maratón. —Solo debes aceptar y verás como el amor te mantendrá más viva que yo. —Me ofrece un vaso y yo le acepto, seguramente nos vio por la ventana y simplemente vino a ser amable. —No tengo tiempo abuela, debo acomodar el jardín y limpiar un poco. —Hace una mueca lamentándolo. —Siempre haces eso cuando vienes, date la oportunidad de conocer bien a la ciudad acompañada de alguien tan guapo y experto. —Le insiste con la mirada y me sentía algo excluido, pero a la vez era divertido. —Ya me conozco la ciudad… —Su abuela la interrumpe. —Te la dejaré lista en una hora —me dice muy sonriente. —Gracias. —Levanto un poco el vaso para agradecerle por la limonada y por obligar prácticamente a qué su nieta salga conmigo. Miré a Dahiana, quién me miraba como una fiera, es difícil de comprenderla si siempre está a la defensiva y cuando baja la guardia, de repente quiere asesinarte con su mirada. Bebí de la limonada y admito que sus miradas hacía a mí me han puesto nervioso, la mirada de una asesina y la mirada de felicidad como si me comprometiera con su hija. La señora Redina debe tener una buena idea de mi como para que me vea con esos ojos, lamento decepcionarla, pero no soy como ella se lo imagina. Luego de esa perturbadora situación, me fui a mi casa a arreglarme, me coloque unos jeans, una franela blanca y unos zapatos black, me eché perfume y ya estaba listo para mí pre-cita. Tomé las llaves de mi auto y también las de la casa, salí y me dirigí al lado para buscar a Dahiana. Toqué la puerta unas tres veces y unos minutos después me abrieron, era ella en bata. —¿Quieres que te siga esperando? —No tuve ninguna mala intención, de hecho, ni había problema, creo que aún era temprano. —No será necesario que me esperes porque no me da la gana de ir —dice de manera hostil.
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