—Primero, si pasa alguna emergencia, te grito, y segundo, ¿tener una cita? No creo que seas el tipo de hombre que tiene citas, se supone que eso se hace para conocer a la persona con quién quieres algo serio y dudo que tú mamá quiera que salgas con una mayor de edad. —Ahora me hizo reír.
—¿Mayor de edad? Solo por un año, además, mi madre desearía que tuviera una relación seria —respondo con cierto ataque, parecía un debate.
—¡Ah! ¿Eso significa que te da permiso? —En su mirada se reflejaba que se estaba divirtiendo con ello, me estaba diciendo niño en pocas palabras.
—¿Me darás tu número si o no? —Cambie de tema sin saber que responder a lo anterior, sabe cómo dejarme sin palabras, realmente es un reto.
—Te diré algo y espero que lo tomes muy sabiamente… —Se acerca a mi y se pone de puntillas para que sus labios lleguen a mi oído, me toma por el hombro y eso me da un escalofríos—. Cualquier cosa que quieras de mí, no se pide, ni se roba, se gana —susurra para luego alejarse de una forma muy sensual.
—¡Mañana a las ocho de la noche! —Alzo mi voz para que pueda oírme.
—¡No eres mi tipo! —grita a lo último, ¿Qué no lo soy? Eso ya lo veremos.
Esa mujer me puso los pelos de punta, realmente es un reto o una competencia de seducción, lo hace muy bien, pero no mejor que yo. Mientras se dirige a su casa, me disfruto de un buen culazo, de alguna forma u otra conseguiría su número, yo siento que me lo he ganado, por supuesto que sí, ¿y como no hacerlo? Mírenme, me lo merezco todo.
Luego de ese creo que empate, nadie ganó, regrese a mi lugar, tenía ganas de bañarme en la piscina, así que simplemente me quité la camisa y mis pantuflas para luego dar un chapuzón, también estaba muy pálido, así que también tomaría un poco de sol. La piscina tenía unas escaleras, me recosté de ellas y dejé que el sol hiciera efecto en mí.
Cerré mis ojos, respiré hondo y así es como me gusta pasar mi fin de semana, relajado o tal vez en fiesta, pero así era yo, de día con mi familia y de noche con mis amigos. Escucho la puerta abrirse y se cerrarse, los sonidos de unos pasos se oyen demasiado cerca y luego se posa una sombra sobre mí.
—Oye cariño, voy a llevar a tu hermano a su práctica de tenis, ¿quieres venir? —Abro mis ojos para ver a mi madre y hago una mueca.
Sé que dije que me gusta pasarla con mi familia, pero hoy es una excepción, realmente había llegado cansado y no quería hacer absolutamente nada.
—Tal vez los alcance luego mamá. —Le doy media sonrisa, siempre la trataba con delicadeza.
—Está bien, nos vemos más tarde. —Me lanza un beso y luego se va con mi hermano.
Mi hermano tiene dieciocho años, su cabello es de color black y un poco largo, le gustaba tenerlo tipo hongo, en cambio a mí me gustaba cortármelo por los lados y dejar un poco de altura arriba, me hacía ver más elegante, su tez es pálida como la mía y los dos nos parecemos a papá, de mamá creo que solo sacamos algunas cosas.
—Deberías ir. —Vuelvo a escuchar a la señora Redina al lado.
—¿Estuviste escuchando mi conversación con él? —Obviamente era la voz de Dahiana.
Ellas jamás notarían mi preciosa, mi casa tiene un muro en el cual si estuviera levantado en este momento, me llegaría por los hombros, en si, ellas no pueden mirar hacia acá, pero yo si hacia allá, es por qué soy alto y bueno, mi piso también, además de que estoy acostado en las escaleras de cerámica de mi piscina, podría ser hasta un fantasma en este momento.
—Por supuesto que los estuve escuchando, de hecho, iba a interrumpir la conversación en el momento que hubieses sido descortés con él. —Era evidente que hablaban de mí.
—Abuela, estoy bien, no necesito una cita, ni un hombre, estoy bien como estoy. —Puedo hasta imaginármela haciendo sus gestos de “soy la chica perfecta, yo lo puedo todo”.
—Si sigues así te vas a quedar sola, eres joven, necesitas salir más, tener una vida social y llenarte de experiencia, tener una cita o aceptar una invitación no significa que te casarás con ese muchacho, simplemente lo conocerás, una mujer siempre debe conocer varios hombres para estar segura de que clase de hombre está dispuesto a compartir contigo el resto de tu vida. —Doy una pequeña risa y espero que no me hayan escuchado.
Lo que pasa es que la señora Redina suena igual que mi madre y por eso me he reído.
—Yo salgo con mis amigos, he salido con hombres y ninguno sirve abuela, todos son iguales, pueden tener ciertas diferencias así como también tienen similitudes, ya probé bastante, sé lo que quiero y aún no lo he encontrado, y no creo que el “señor perfecto” haga la excepción. —¿Acaso estaba hablando de mí? Bueno, al menos es algo en lo que estamos de acuerdo, si soy perfecto.
—No te desgastes buscando cariño, si te pones tan exigente te decepcionaras siempre del que se te atreviese, yo solo digo que debes darte una oportunidad de conocer más allá que solo tus estereotipos, nadie los va a cumplir, pero si debes conocerlo suficiente como para querer estar estable, debe haber alguna ventaja que haga dejarlo seguir en tu vida, la única manera de echarlos de tu vida, es de una manera razonable, no porque no cumplan tu lista. —Yo me fui acercando para escuchar más la conversación, estaba interesante.
—Eso también ya lo sé abuela, la verdad no pido mucho, pero la mayoría con los que he estado, siempre son unos animales y machistas, yo quiero un equipo, ser el hombro de alguien, pero que él también sea el mío, no alguien que me dejé todo a mí, eso es lo único que tengo en mi supuesta lista. —Salí de la piscina y me agache un poco para ahora ver la conversación, la señora Redina la estaba abrazando.
—¿Cómo sabrás si te apoyarán si nunca les das la oportunidad? Te estás contradiciendo pequeña, después de la primera cita, no los ves más, necesitas más de una cita para conocerlos bien. —Se separan del abrazo y a Dahiana se le escapa una pequeña risa.
—Es que a la primera se portan como unos patanes, entonces prefiero cortar el veneno desde la raíz. —La señora Redina la desaprueba con la cabeza y se une a su risa.
—A veces, de quién menos te lo esperas, es la persona correcta. —Coloca la mano en su mejilla y la acaricia mirándola con ternura.
Luego la señora Redina se va y Dahiana sigue con la jardinería, ¿Debería interrumpir? No lo sé, tal vez si, me encanta molestarla un poco, es divertido.
—Deberías escuchar a tu abuela. —Salgo de mi escondite y la sorprendo.
—¡Díos mío! ¡Nunca me asustes así! —Se pone una mano en el pecho y solo alcanzo a reírme.
—Lo siento… —Me da un poco de vergüenza, no era lo que buscaba realmente.
—¿Acaso eres familia de mi abuela? Escuchando conversaciones ajenas. —Alza su mirada y seguramente le dolerá el cuello por eso.
—No es tan ajenas si yo era el protagonista de su conversación. —Creo que acabo de darle jaque mate.
—¿Qué te hace creer que hablábamos de ti? —se burla y eso es algo que me vuelve loco en segundos.
—Dijiste “el señor perfecto”, por eso lo supuse —dije muy obvio y ella ríe a carcajadas, creo que no existe mujer tan humillante como ella.