—Primero porque soy algo torpe, no quisiera que justamente la use y se dañe, además, siento que de esta manera es mejor preparar el café, la cafetera tiene tantos objetos que me da flojera de solo pensar que hay que enjaguarlas. —La hago reír.
—Entiendo, hay personas delicadas. —Sigue riendo y eso me hace sonreír.
—Por fin te ríes de algo que digo y no de mí —bromeo y detiene su carcajada.
—¿Desde cuándo conoces a Salvador? ¿Son muy amigos? ¿Tiene pareja? —Me toma desprevenido.
—¡Wouh! Cálmate, si estás interesada en él, no tienes chance. —Me reí y ella me miró mal.
—No lo digo por mí, es por mi amiga. —Saco la olla y la lleno de agua, luego la pongo a hervir y decido prestar atención a la conversación.
—Bueno, lo conozco desde que éramos pequeños, estudiamos juntos toda nuestra vida, nos separamos en la universidad, regresó por un trabajo que encontró aquí, pero se volvió a ir para hacer un postgrado de su carrera, eso responde tus dos primeras preguntas, sé que somos muy amigos, pero no sé si tenga novia, no me meto mucho en su vida por esa parte, pero si tuviera novia y no me la presenta, estoy seguro de que porque no la toma en serio y seguramente tiene varias. —Alzo mis hombros para no tomarle importancia a su vida.
—Entiendo, me lo imaginé, yo le dije a Katherine, pero ella es muy ilusa con los hombres, cree que todos son buenos. —Apoya sus codos en la mesa y la cabeza en sus manos.
—Tenemos cosas similares, pero estoy seguro que hay uno mejores que otro, espero que tú amiga te haga caso, porque estoy seguro de que mi amigo no quiere nada serio ahora. —Me coloco del otro lado para estar cerca de ella.
—Que raro, todos ustedes son unos cobardes. —Ruedas sus ojos con desprecio.
—¿Todos nosotros? —Me hago el ofendido y ella asiente muy segura—. Hace un rato te dije que no te veía como un juego solo para tener sexo contigo como si fuéramos amigos con derecho, así que te equivocas.
—No me equivoco, porque sé que es una estrategia para llevarme a la cama. —Mira a otro lado indispuesta y eso me enoja, estábamos bien.
—¿Llevarte a la cama? Si fuiste tú quien se dispuso para mí y te rechacé, créeme que siendo otro hubiese tomado la oportunidad Dahiana, ¿por qué no aceptas que soy diferente? Te traté con respeto y te cuidé de un patán, te veo como algo serio. —Me pongo serio y ella se ríe con su tono burlón.
—¿Algo serio? No puedes definir eso para una total extraña, además, mientras el sentimiento no sea mutuo, no se puede considerar algo serio. —Vuelve a mirarme y otra vez está con sus ojos tan desafiantes.
—¿A qué te refieres con mutuo? —Me deja perdido.
—Pues que yo solo te veo como algo de sexo, te dije y te seguiré diciendo que jamás estaría con alguien como tú. —Coloca una mano en mi pecho y me aparta.
—¿Por qué no? —Fruncí mis cejas—. ¿Y por qué me alejas? ¿Acaso te pongo nerviosa? —Su otra mano la coloca en mi mejilla y me hace girar con delicadeza.
—Se te va a secar el agua por no darle la atención suficiente. —Me alejo rápidamente y me dirijo a la cocina.
Mierda, es muy buena en lo que hace hasta estando prendida. Atiendo el agua y apagó la cocina, busco el colador, el café, la taza, el azúcar y una cuchara. Dos cucharadas de café para una taza de agua, luego se lo serví y le pasé el azúcar para que se lo echara a su gusto.
—Espero que esto te haga sentir mejor —dije algo odioso y me aleje.
—¿A dónde vas? —Escucho su voz detrás de mí.
—Sé que no puedes vivir sin mí, pero tranquila, solo buscaré mi trago y volveré para que no te pierdas, realmente lo necesitaré si tengo que estar a tu lado para acompañarte —finalicé antes de irme.
Mierda, no sé cómo sentirme, me frustra un poco, siento que la odio a kilómetros, pero tampoco soy de rendirme tan fácil, por orgullo o no se en si que es lo que quiero demostrar, tal vez poder. Después de encontrar mi trago, volví a la cocina, Dahiana seguía ahí y eso es un gran alivio, al menos no es como un pequeño intranquilo.
—Volví, ¿me extrañaste? —Capto su atención, parecía pensativa mirando a la nada.
—Nadie es indispensable, así que no te extrañe. —Aprieta y tuerce sus labios hacia un lado.
—Solo era un decir Dahiana, no se puede ni mirarte. —Ruedo mis ojos con impaciencia.
—¿Y para que desearías mirarme? —pregunta con diversión.
Retiro lo contrario, si parece una pequeña, de verdad le encantaba molestarme, bueno, así como a mi me encanta molestarla.
—¿Siempre eres así de odiosa o nada más conmigo? —Me aproxime a ella sin dejar ningún espacio entre nosotros.
—Te dije que así es mi personalidad, ve acostumbrándote porque creo que nos estaremos viendo muy seguido. —Se levanta de la silla y lleva la taza hasta el friegaplatos, quedo perplejo ante cada palabra suya.
—¿Sabes? Me he dado cuenta que eres de las personas que velan por su propio ombligo —dije algo pensativo por sus actitudes de diva.
—¿Ah sí? —Se voltea a verme con ligera impresión y yo asentí—. Bueno, entonces no tendré que acercarme mucho a ti, puede ser que se esté contagiando, eres el proveedor de ese virus tan maligno que a todos le caen mal. —Me sonríe con perversidad, es una chica muy cruel.
—Lamento ser el causante de tu ida. —Me irrita esta mujer, es mejor que se vaya—. ¿Dejarás a tu amiga? —Lo recuerdo y sé que mi amigo me odiará por eso.
—Obvio, no confío ni en tus manos. —Mierda Miguel, haz algo de una buena vez—. Gracias por el café, me hizo sentir un poco mejor —dice amablemente y se dirige al patio para buscar a su amiga e irse.
—¿No querías que te mostrara la casa? —pregunté persiguiéndola, debo detenerla.
—Es muy tarde, tal vez otro día. —Miro mi reloj, no era tan tarde.
Piensa rápido Miguel, mmm ya sé. La detengo tomando su mano y la volteo halándola a mí, con mi otra mano libre tomó su mejilla y bajo mi otra mano a su cintura, Dahiana me mira a los ojos y luego mis labios, por lo que prosigo a besarla.
Ella hace un rato estaba pidiendo sexo, por lo que puedo dárselo solo para distraerla y apoyar a mi amigo con la tal Katherine.
Los labios de Dahiana son dulces, suaves y carnosos, me gustan, ella también me estaba siguiendo el beso, nuestras pieles tenían una conexión entre ellos, se movían al compás, ella me mimaba el labio de arriba y yo le mimaba el de abajo, mierda, esto están tan ricos. Me sentí hechizado, casi que me tiene a sus pies, creo que es el beso más delicioso que he probado en mi vida.
—Creí que debía ganarme cualquier cosa positiva que provenga de ti —dije un poco atontado cuando nos separamos.
—Los besos no se ganan, se provocan y yo tenía rato provocando tus besos. —Se muerde ligeramente el labio muy coqueta.
—Tienes razón, ahora vayamos a matar esas ganas que tanto me has provocado… —La suelto y le sujeto la mano para llevarla a una habitación.